No es evaluación
La evaluación no puede ser un castigo o una argumentación devaluadora del otro que no coincide con mis perspectivas. Evaluar requiere de rigor y de exigencia, pero no admite menosprecio o simple descalicación del arrogante. Señalamos entonces qué no debería ser la evaluación, si la entendemos como quehacer cientí co, investigativo, comprensivo y generador de saberes. Este es, pues, un primer listado negativo de nuestro tema, acorde con una ética de la evaluación:
1 Evaluación como elogio de sí, del estudiante o de quien la supervisa.
2 Elección de parcelas que sólo favorezcan un aspecto de la práctica.
3 Evaluar al otro para castigarlo, tomando la evaluación como instrumento de dominación, control y opresión.
4 Evaluar para contentar a los poderosos. “Yo lo paso para no tener problemas”.
5 Autoevaluarse sin un criterio autónomo e independiente.
6 Evaluar aquello que acerca a los bene cios del poder.
7 Dar por buenos, resultados que carecen de rigor.
8 Utilizar los resultados de la evaluación para tomar decisiones arbitrarias o injustas.
9 Atribuir los malos resultados a la mala preparación o mala voluntad de los otros. (“Yo todo lo hago bien porque llevo décadas haciéndolo igual: ellos son los equivocados”).
10 Saber al servicio de quién y de qué se pone la evaluación. 11 Evaluación sólo al nal, a tiempo de cali car, condicionando para una clasi cación del estudiante a la que sigue una selección, y por último la exclusión racional.
12 Evaluación de información, prescriptiva, que asume el conocimiento como adquisición y que mide según patrones previamente establecidos.
13 Evaluación de “el examen lo es todo”, medible, que desplaza el interés educativo a lo estrictamente académico, otorgando a los instrumentos el poder del control.
14 Evaluación en abstracto, que separa conocer, de ser y de saber hacer, que separa información de realidad social y vivencia personal.