Apuntes para una losofía de la educación
La educación hace mucho tiempo dejó de ser la información que se transmite en un aula de clase. Soy mis valores familiares. Mi temperamento, mi disciplina personal, mi cortesía, mi amor a la verdad, mi rectitud, deben muchísimo a lo que he vivido en casa. Actúo según las tradiciones y costumbres de mi región. Me interesan y motivan los aconteceres de mi cultura, de mi edad, de mis círculos de amigos. Re exionar sobre lo educativo no es tema exclusivo de los profesionales de la pedagogía y la institucionalidad escolar. Cambiar nuestra historia requiere de un cambio educativo agenciado por todos los que vivimos en esta sociedad, aquí y ahora. Papá y mamá educan: su sanidad, su humildad, su madurez, su integridad, su prudencia, su laboriosidad determinarán demasiadas cosas de mi propia conciencia. Los amiguitos del conjunto, los compañeros de juegos, los condiscípulos, seleccionan y multiplican prácticas y valores educativos. El estado, los entes gubernamentales, los funcionarios públicos, los políticos (por desgracia) educan (¡Y mucho!). Los medios masivos de comunicación, las redes sociales, el universo de la información digital son los grandes maestros de hoy. Los docentes profesionales, las directivas, los miembros de comunidades educativas educan. Las experiencias vividas, recordadas, pensadas son las mayores fuentes de educación.
EDUCACIÓN
Partir de una re exión situada acerca de la educación exige primero tener claro qué no es educación, es decir, establecer ciertos criterios críticos, negativos, que nos permitan descubrir la auténtica dinámica educativa. Diremos entonces que educación no es domesticación, no es amoldar las conciencias a unos valores y unos ideales pre-establecidos. Educación no es mera transmisión de una tradición socio-cultural que reproduce los criterios de comprensión de lo real, para así legitimarse, perpetuarse, con provecho para los privilegiados de siempre.
Educación tampoco es un mero ejercicio de comunicación de saberes, anclado en un concepto de cultura y de conocimiento “neutral”, “erudito”, “aséptico”, “enciclopédico”. La educación no trata sólo de informaciones, trata de formación del hombre y su historia. Educar no es sólo la digestión intelectual de los eternos siglos de la cultura occidental. El centro de la educación no puede ser, exclusivamente, un conjunto de teorías, nociones, procedimientos, juicios, que por malas didácticas terminan siendo lejanos del acontecer de las personas y los pueblos. Algunas instituciones forman unos monstruos “educadísimos”.
Educación signi ca realizar una reexión crítica sobre la realidad para establecer las dimensiones y procesos humanizantes que permitan comprender, democratizar y transformar la realidad en orden a establecer un mundo forjado por hombres auténticos, en libertad, sin miedos, respetando la dignidad de todo y de todos, realizando una comunidad de sujetos racionales, autónomos, originales, pero fraternos y pací cos. Educación connota ver, comprender y hacer nuevas relaciones, nuevos intercambios, nuevas formas de alcanzar la felicidad en un cuerpo social igualitario y armonioso. Los temas, las materias, el currículo, son nuestra vida, nuestra historia, nuestra realidad de opresión y dependencia, nuestra adicción al facilismo y la mediocridad, nuestra sumisión centenaria a los dictados de las formas opresivas del capital, nuestra idiosincrasia, nuestras esperanzas y anhelos, nuestros tiempos de guerra y de violencia.
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
El discurso filosófico acerca de la vivencia de lo educativo lo podemos esbozar en tres grandes planos o disciplinas que permiten percibir y revisar los aconteceres del ámbito humano-formativo. Proponemos unas brevísimas de niciones de los criterios básicos para esquematizar una losofía educativa nuestra, liberadora, latinoamericana.
1. ANTROPOLOGÍA
Una losofía latinoamericana de la liberación identi ca inicialmente las constantes de nuestro ser latinoamericano. Hemos sido un proyecto de dominación. Un campo de expoliación y saqueo. Un lugar para ejercer caprichosamente la reproducción de los juegos de la opresión, en una mentirosa oscilación entre nacionalismo y sumisión. Siempre nuestro hombre ha ocultado su verdadero rostro porque se ha olvidado los contornos indios, negros, mestizos que son la fuente de nuestra riquísima y variada cultura. Hemos reproducido los órdenes de la opresión, las jerarquías fundadas en una desigual distribución de riquezas y oportunidades. Los ideales de rebelión y liberación que se proclamaron en las luchas independentistas murieron al reemplazar un colonialismo de corte europeo por una colonización de la conciencia, donde ya no es posible entendernos, sino como dispositivos humanos de enriquecimiento foráneo.
Optamos por un horizonte de comprensión que establezca como propósito el impopular o cio de la crítica, el dinamismo del cuestionamiento, la revelación y manifestación de las estructuras de la realidad que permanecen ocultas detrás del devenir masi cante de la cotidianidad irre exiva. Prácticas re exivas sin amos, sin partidos, sin colores, sin marginaciones, pero comprometida con la visión de un hombre emancipado y tolerante, dueño de sí y de las posibilidades de hacer una sociedad justa. El hombre liberado es quien puede vivir y desarrollarse como persona digna orientada hacia la plenitud y el in nito. Liberación deviene en personalización.
2. EPISTEMOLOGÍA
El conocimiento orientado hacia la práctica concientizadora establece que las estructuras sociales no son racionales y justas como comúnmente se piensa. Citando los planteamientos de Freire y de la
Escuela de Fráncfort, asumimos que las estructuras sociales son creadas por procesos y prácticas deformadas de la realidad en la que se encuentra inmerso el sujeto. Por ende, una
educación hacia la emancipación tiene por trabajo analizar los procesos de la sociedad y los puntos de vista que el sujeto ha formado, y por tanto revelará la distorsión de la vida social y las de niciones, mentalidades e ideologías que se asumen acrítica e ingenuamente.
Una epistemología libertaria trata de trascender la oposición con las otras posturas en los niveles de discurso (de cienti cista o humanístico a dialéctico); organización social (de burocrático o liberal, a la participación democrática comunitaria); acción (De técnica instrumental o racionalista, a Emancipadora). Respeta la función del saber exacto, enaltece la re- cuperación comprensiva del sujeto y las relaciones prácticas, pero gestiona la participación de todos para realizar un orden institucional emancipatorio, develando ideologías opresivas, prácticas deshumanizantes y mecanismos socio-políticos elitizados. Lo que se sabe es porque lo sabemos todos y por ello entre todos decidimos como construir la sociedad, las relaciones económicas, las modi caciones del entorno.
Conocer deviene en concientizar para transformar, rechazando las prácticas de colonización del pensamiento en pos de un contradiscurso que permita articular acciones y resigni caciones que transformen a los seres humanos y sus relaciones comunitarias. Pensar es un hacer desideologizante, abierto al consenso, supresor del monologuismo y las pretensiones de exclusividad de lo técnico-instrumental. Conocer es conocernos para ser eles a nuestra identidad y así inventar el mundo que se nos dio, pero se nos fue arrebatado. Conocer es pensar para avanzar, para pleni carnos, para hacernos más dinámicos, autónomos, creativos y libres.
3. ÉTICA
La finalidad de una educación desde el contexto latinoamericano es la liberación, la emancipación. No se trata de reemplazar un sistema por otro. No se trata de dejar un modelo extranjero para asumir, otro modelo extranjero. Liberación es primero restitución de nuestra identidad y con ello la proclamación de una conciencia autónoma, original, autodescubierta y autotrascendente. Proclamar la independencia signi ca saber quiénes somos y qué debemos hacer para nunca dejar de ser. Cuando ejercemos el poder desideologizante de una razón crítica, establecemos que lo más valioso es la consecución de un mundo hecho a nuestra medida, con nuestras palabras, sin los gritos ni los latigazos del amo o del déspota dictador, en nuestra manera amistosa, tropical y carnavalesca de dialogar y tomar decisiones. Reconstruir este mundo desde la valoración de quiénes somos, qué queremos, cómo lo queremos y a qué aspiramos.
Libertad que atraviese el amplio espectro de nuestra historia y de nuestras dimensiones relacionales: libertad del hombre hacia el hombre, por unas relaciones económicas y sociales igualitarias. Libertad del hombre que hace pareja, que hace familia, sabiendo que las dinámicas de la sexualidad exigen contemplar tolerantemente otros géneros y otras prácticas matrimoniales y familiares. Libertad en la relación con el Absoluto, quien ya no puede ser una deidad abstracta, sedienta de ritualidades y dogmas, sino el compañero de camino que me alienta para llevar mi vida más allá de esta historia. Libertad de las relaciones culturales, en un continente multiétnico, mestizo y profundamente barroco. Libertad de pensamiento y acción, por lo cual el hacer política no necesariamente es hacer partidismo y venderse a una u otra ideología, venderse al cacique y al manzanillo de turno.
¿Queremos saber cómo es una buena o mala educación? Veamos cómo son los índices de pobreza, de desarrollo, de innovación, de producción cultural. De namos cómo es la calidad de sus gobernantes y de sus ciudadanos. Reconozcamos cómo estamos en tolerancia, integridad, laboriosidad y en lucha contra la corrupción. ¿El país con sus instituciones genera oportunidades para todos? La vivencia plena de los derechos humanos son referentes inobjetables del nivel educativo. Las realizaciones, las posibilidades y los límites de lo social, interpersonal e individual son los evidenciadores de la calidad de la educación.
Sí. Más allá de los procesos e indicadores académicos, lo primero es la formación de una conciencia crítica que se oponga a las dinámicas mentirosas e ideológicas que pretenden adormecer con baratijas existenciales a los desfavorecidos. Querer la libertad, sacri carse por ser mejores, ejercer crítica constante vulcanizada contra la corrupción y las politiquerías, optar por esfuerzos de investigación más que por el tropicalismo, la super cialidad, el facilismo y la inconciencia, agruparse para pensar la realidad y transformarla, serían algunos indicadores de que la educación, compromiso de todos (no sólo de colegios y universidades) va por el camino de la emancipación. “Un espíritu libre no puede aprender como esclavo” (Teeteto, Platón).