La Opinión - Imágenes

Poesía colombiana para niños

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La Decanatura Cultural de la Universida­d Externado de Colombia ha publicado una estupenda antología de ‘Poesía colombiana para niños’. Dice John Fitzgerald Torres: “ofrece una panorámica literariam­ente comprometi­da, porque escribir para niños es una de las labores literarias de mayor exigencia y de la más alta responsabi­lidad”. MI GATO CLARAMERCE­DES ARANGO

“¿Quién le dirá que el otro que lo observa es apenas un sueño del espejo? Jorge Luis Borges. Orfeo me mira mirándose en el espejo para que nos veamos más cercanos

En otra dimensión. lo acaricio, levanta su lomo y se arquea como si fuera a desdoblars­e. Soy ovilla y no sé cuál de los dos esconde las garras en sus guantes de seda y golpea el cristal.

El gato quiere entrar. en el sueño del espejo. Ojalá me llevara con él.

SINFOROSO ABRE UNA PUERTA JOSÉ LUIS DÍAZ GRANADOS

Sinforoso abre una puerta,

De la puerta sale un oso,

El oso tiene un rubí,

Dentro del rubí hay un pozo,

En el pozo hay un espejo,

En el espejo hay un gnomo,

El gnomo tiene un conejo,

El conejo me da un 8,

El 8 es la lotería,

La lotería me da oro,

Con el oro compro un barco,

En el barco voy a Oporto,

En Oporto bebo vino,

Con el vino me emborracho,

Me emborracho con el vino,

Con el vino bebo Oporto,

Con oporto voy al barco,

En el barco compro el oro,

El oro es la lotería,

Y la lotería es el 8,

El 8 me da un conejo,

El conejo tiene un gnomo,

En el gnomo hay un espejo,

En el espejo hay un pozo,

El pozo tiene un rubí,

Dentro del rubí hay un oso,

Del oso sale una puerta,

Que la cierra Sinforoso.

EL ARBOLITO VERDE CARLOS CASTRO SAAVEDRA

En el patio de mi casa hay un arbolito verde, que todo el día se mira en el agua de una fuente.

Por la noche mi arbolito entre la sombra se pierde, pero una estrella dorada le nace sobre la frente.

Con el viento y con la lluvia baila mi arbolito verde, en el invierno mojado y en verano caliente.

No habían visto mis ojos arbolito más alegre, ni más bueno con los pájaros, ni más dulce con la gente.

Si no me ha oído Santiago y Pablito no comprende, voy a comenzar de nuevo este poema inocente.

En el patio de mi casa hay un arbolito verde, que todo el día se mira en el agua de una fuente…

INSTRUCCIO­NES PARA DESPERTAR UNA MARIPOSA FRANCISCO MONTAÑA IBÁÑEZ

Tienes un tesoro.

Algo que nadie más tiene ni conoce. Sólo tú.

De manera que puedes no temer.

Une las plantas de los pies.

Siente todo lo que pasa en ellas y también lo que no pasa.

Estira la espalda y asómate a las nubes.

Respira un poco de ese aire mientras tus piernas empiezan a moverse arriba y abajo para sostenerte.

Ya lo viste.

Son tus alas.

Elévate.

El cielo es tu medida.

El señor Ramiro es un vampiro, cojo, flaco y sin un diente, y su esposa tiene un colmillo

¡que le sale por la frente! duerme bien un dinosaurio calientito sobre el nido.

BAILARINA LUISA NOGUERA ARRIETA

Con su vestido naranja de larga cola y brillante, se desliza lentamente coqueta y muy elegante.

En su pequeña pecera que para ella es el mundo, mi graciosa bailarina da muchas vueltas sin rumbo.

Cuando está sobre mi mesa ella sólo alcanza a ver mi cubrelecho estampado y mi lámpara de papel.

Mi pequeña bailarina no conoce otro lugar, ni la corriente del río ni la inmensidad del mar.

No sabe que sopla el viento ni que el sol entibia el agua, en su redonda pecera ve la vida siempre igual.

Da mil vueltas solitaria sin saber que más allá el mundo no se contiene en un marco de cristal.

MI VECINDARIO

John Fitzgerald Torres

En el piso alto hay una bruja que duerme colgada de un hilo, nadie sabe para qué usa una escoba y un cocodrilo.

Y bien debajo de mi cama permanece muy escondido el esqueleto de un fantasma que en trampas es entendido.

Y en el fondo de mi armario bajo un bombillo encendido

Y más allá hay uno que canta más perdido que un perdido con una voz sin esperanza: ¡que me lleven a un asilo!

Y es curioso que no hayas visto a los zombis en la terraza bailando a oscuras y sin ritmo: ¡buscan la cabeza que les falta! Y del sótano, ¡qué decir!, allí crece un árbol sin leña con su novia una cigüeña, que nunca vino de París.

Parece cosa demente, y hasta cuesta imaginarlo, que en mi casa vive la gente ¡más rara del vecindario!

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