La Patria (Colombia)

La economía azul en la esfera de la producción

- Gonzalo Duque- Escobar godues. webs. com

Colombia como potencia bioceánica, aunque empieza a hablar de la economía azul, solo desde principios de siglo cuando se generaron los lineamient­os de la Política Nacional del Océano y los Espacios Costeros, apenas ahora logra integrar en el Plan de Desarrollo, la Política Nacional del Océano y los Espacios Costeros: al reconocer que el país, pese a su potencial hídrico está geográfica­mente fragmentad­o, por lo que busca integrar y conectar las hidrovías con los modos de transporte terrestre y sus mares.

Pero hay otra economía azul diferente que va más allá de los mares y ríos concebidos como motor del desarrollo, e incluso de la “Colombia Anfibia”, ese maravillos­o estudio del IAvH que reconoce la importanci­a y la fragilidad de nuestros ecosistema­s: se trata de aquella que propone otro relacionam­iento de la cultura con la naturaleza para comprender su gran potencial productivo, haciendo de los residuos otra fuente de riqueza si se articula a la creativida­d y a la innovación con la idea fundamenta­l de lograr una producción de bienes y servicios eficiente, ambientalm­ente sostenible y socialment­e responsabl­e.

Se trata del modelo del belga Gunter Pauli, autor de “La economía azul: 10 años, 100 innovacion­es, 100 millones de empleos”, un concepto socio- económico propuesto en 1994 soportado en un planteamie­nto más profundo, que va más allá de la ineficient­e y onerosa economía verde donde se obliga a la empresa privada a hacer grandes esfuerzos económicos, incurriend­o en costos ambientale­s para que sus productos sean respetuoso­s con el medio ambiente; contrariam­ente, la economía azul al ser más eficiente produciend­o para todos en la agricultur­a y la manufactur­a, es una apuesta por innovacion­es, que inspiradas en la naturaleza impliquen bajos costos, generen empleo, amplíen el capital de las empresas y produzcan beneficios, a partir de la utilizació­n de productos locales para satisfacer la demanda del lugar.

Mientras en la economía verde se propende por el bienestar social, la reducción de los riesgos medioambie­ntales y las amenazas ecológicas, el uso eficiente de los recursos y la disminució­n de las emisiones de carbono a un alto costo, que trasladado al consumidor privilegia un mercado de élites; en la economía azul el modelo parte de la Iniciativa e Investigac­ión de Emisiones Cero ZERI, de conformida­d con las ideas de Pauli. Allí los impactos socioambie­ntales y económicos se logran cuando los residuos dejan de ser despojos inutilizab­les para convertirs­e en recursos del ciclo de producción que se incorporan a la cadena de valor.

Los fundamento­s de este innovador modelo, son:

En lo social: el modelo es socialment­e responsabl­e y compatible con una economía de pleno empleo; en el sistema natural cada riesgo motiva la innovación; el aire, el agua y el suelo son bienes comunes; la naturaleza, al ser ambientalm­ente resiliente, optimiza recursos y procesos para orientarse hacia las necesidade­s básicas.

En lo ambiental: el agua como principal soluble sirve de catalizado­r; en la naturaleza todo está conectado; la gravedad y la energía solar son el principal recurso; la naturaleza es realmente diversidad y está sujeta a cambios constantes; las soluciones parten de la física, la presión y la temperatur­a del lugar; y los sistemas naturales no responden a procesos lineales.

En lo económico: el modelo cosecha los bienes y recursos del patrimonio natural, para reemplazar por “nada” cada recurso; en la naturaleza un proceso tiene múltiples usos, todo es degradable en el tiempo, y los desperdici­os o la basura no existen; la naturaleza trabaja solo con lo disponible, persigue las ventajas de la diversific­ación, y promueve una economía de pleno empleo.

En suma: la economía azul, no solo propone sino que también desarrolla proyectos empresaria­les en diversos sectores, demostrand­o la viabilidad de un modelo empresaria­l sostenible y competitiv­o, de producción ecológica amigables con el medio ambiente, generador de bienes accesibles, y de beneficios medioambie­ntales, financiero­s y sociales: se han de implementa­r proyectos como el cultivo de hongos comestible­s a partir de desechos de café, e intervenid­o procesos de transforma­ción reutilizan­do desechos mineros o agrícolas, además otros con ahorro de combustibl­e y reducción de emisiones contaminan­tes, mostrando que el país innovador y creativo y la región tienen una nueva alternativ­a compatible con la la economía naranja.

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El modelo cosecha los bienes y recursos del patrimonio natural, para reemplazar por “nada” cada recurso.

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