Aranzazu Caldas, 166 años de grandeza

Señor director:

“Aranzazu hidalgo, fecundo y sonoro, eres una joya de sinceridad”.

Qué gratificante es para quienes nacimos en esta tierra de esperanza, de empuje y alegría, celebrar sus 166 años.

Los aranzacitas tenemos un corazón generoso y bueno, sin miedos ni temores, arriesgado y confiado.

Sabemos que la fuerza la llevamos dentro y que lo que para otros es un obstáculo para nosotros es una oportunidad y por eso damos el paso así sea contra todas las dificultades.

Salimos de nuestra tierra querida, pero nunca la olvidamos, la llevamos como una promesa, como la niña consentida que queremos volver a abrazar y a sentir cerca. Qué conmovedor es, después de muchos años de ausencia, llegar a la Pielroja y saber que estamos a las puertas de nuestro hogar querido, del pueblo de amor que nos vio nacer y crecer y entonces el alma se agiganta y las lágrimas se asoman a nuestros ojos como presagiando la bendita alegría de llegar a su plaza, a la Iglesia, a sentir esa calidez y ese amor que solo se vive en sus calles, en sus recodos llenos de recuerdos, de afectos, de nostalgias. Hoy al celebrar un año más de su historia solo puedo sentir gratitud inmensa por este lindo lugar, este excelente paraíso que Dios me dio para que siempre al volver sintiera cerca la casa humilde de mi infancia, mi madre tierna que abrigó con mimos y canciones mi vida, mi Padre, Peón, de honor que nunca olvidaré, los hermanos sencillos y amorosos que se han ido poco a poco dejando su huella de amor en el alma, los amigos regalo del cielo que son un tesoro y esta tierra hermosa, llena de amores, de recuerdos perennes que se quedaron tatuados en mi alma por siempre. María Celmira Toro M.