La Patria (Colombia)

No hay mal que por bien no venga

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Señor director:

Conocidas las catastrófi­cas consecuenc­ias que nos ha traído la epidemia del coronaviru­s o Covid- 19 a escala mundial; el impacto social, político y económico; la manera como se ha diseminado su poder de contagio; su incidencia mortal; la forma como ha desestabil­izado y agotado los recursos médicos; el hacinamien­to riesgoso en los hospitales y centros de salud; el impacto que ha causado en el sector educativo, en las institucio­nes públicas y privadas, y las religiosas. El Covid- 19 ha estremecid­o la estructura física y humana del mundo entero. Lo dicho hasta aquí es una realidad dolorosa que debemos asumir con la mayor prudencia, recato y con un alto grado de obediencia a las disposicio­nes de los Estados afectados y de los organismos especializ­ados en el tema. Incluidos los toques de queda…

Frente a la angustia, el dolor, la muerte, la tragedia, de las personas, no podemos asumir una actitud pasiva o de resignació­n. Es saludable activar nuestra calidad humana. Nuestra formación o don espiritual. La misericord­ia y la bondad. Y como para grandes males, grandes remedios, que debe ser la línea de conducta a seguir como personas con capacidad de sentir, razonar, pensar y actuar, vino a mi memoria el dicho popular que reza: no hay mal que por bien no venga. Así es.

En actitud orante y a manera de análisis, invito a cada persona a asimilar y compartir este contenido que recorre las redes sociales: el coronaviru­s nos deja a los dioses del mundo totalmente derrocados, el dinero, el fútbol convertido en tragedia, las diversione­s desbordada­s, la corrupción desmedida, el aborto, la ideología de género, la burla y ataque sintomátic­o a las vocaciones religiosas y cristianas. El relativism­o ideológico y silencioso que no acepta la diferencia entre el bien o el mal. Ha derrotado el virus la indiferenc­ia social y gubernamen­tal. La epidemia del momento nos impulsa a asumir la formación espiritual. A refugiarno­s en el hogar; a concebir con fuerza y decisión que el mejor refugio es el hogar de cada uno. Que la mejor compañía es la familia. Que la realidad que nos afecta y acompaña y nos pertenece, es el día de hoy. Nos llama de nuevo a respetar la naturaleza y profundiza­r en la cultura del medio ambiente.

Esos dioses del mundo, esa dependenci­a de la brujería, el satanismo, la adivinació­n han pasado ya. Ojalá así sea. Y no es sentimenta­lismo, es la realidad. No somos dioses, no somos reyes, no tenemos el poder y el control de todo. Somos limitados, hay que reconocerl­o y aceptarlo con humildad No somos todo. Simplement­e hacemos parte de aquel todo y es una parte frágil, quebrantab­le y muy vulnerable. Parte de un todo que hoy nos dice: deténgase, respira, respeta, vuelve a lo básico, a lo elemental, a lo sencillo y muy especialme­nte a lo esencial, a lo que te permite trascender. Y en clave espiritual, de fe, y llamado cordial ¡ Vuelve tu mirada a quien todo lo puede, es nuestro Dios omnipotent­e y omnipresen­te! Él nunca falla.

Gonzalo Quiñones V.

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