La Patria (Colombia)

Buen anuncio

- Pb Efraín Castaño López

La Semana Mayor será celebrada de otra manera a la tradiciona­l que asemeja a la marcha del pueblo de Israel por el desierto sin templo, pero con familia.

Hoy hacen falta buenas noticias, ojalá estuviera descubiert­a la vacuna contra el virus que en medio de inmensos interrogan­tes avanza en el mundo, ¿ será que el hombre otra vez ha creado al monstruo Frankestei­n que se ha venido contra los humanos?

Para el creyente, de luctuosos hechos brotan esperanzas y de lo pequeño salen asomos de vida, el 19 de agosto de 2014 un periodista norteameri­cano estaba frente a un pelotón de armados de fusiles listos para asesinarlo, el hecho ocurrió en Siria, entes de morir James Foley, el comunicado­r en mención, exclamó: “La oración ha sido el pegamento que me ha dado la libertad”, y la dictadura del odio y la no tolerancia lo asesinó.

La oración es el brote confiado y sereno frente a todo hecho, nace de la certeza de un amor presente, de una gesta de salvación y liberación en acto, de una convicción que ha derrotado toda duda y todo miedo, es estar en la montaña iluminada de la verdad, la belleza, la bondad que cubren de gozo la existencia.

Para ello cae muy bien la festividad cristiana que celebramos ayer, el anuncio del ángel a María que la señala bendecida y asegura la presencia de un fruto en vientre humano que trae la certeza de la divinidad: Jesús.

Aceptar ese anuncio es tener el “pegamento”, la solidez, la certeza que abre todo ser al acontecimi­ento siempre en marcha del amor de Dios que se une para siempre a la historia humana y nos hace constatar que la “historia de la salvación… es la salvación de la historia”.

Esta Cuaresma y Semana Santa necesitan esa certeza, se han cerrado los templos, pero no la Iglesia, la Semana Mayor será celebrada de otra manera a la tradiciona­l que asemeja a la marcha del pueblo de Israel por el desierto sin templo, pero con familia, en oración bajo la carpa comunitari­a y con el pegamento de la certeza de la guía de Dios que llevará a la tierra que mana “leche y miel”.

Es diciente lo que anota Isaías ( 26,20 s. s.): “Entra pueblo mío en tus habitacion­es y cierra las puertas tras de ti, escóndete un momento hasta que pase la cólera… Yo soy tu cuidador”.

Tiempo apto para abrirse a la verdad eterna y clara, horas de reflexión y recepción de las buenas noticias de Dios como las que le dio a María y la hizo tabernácul­o de vida nueva y duradera, sin miedos y con horizontes.

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