La Patria (Colombia)

Mejor aplazar que lamentar

Ante las circunstan­cias actuales el estado en que llegarían los deportista­s a las competenci­as harían que, necesariam­ente, el evento terminara siendo opaco y hasta peligroso para la salud de los atletas.

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Ante las circunstan­cias actuales el estado en que llegarían los deportista­s a las competenci­as harían que, necesariam­ente, el evento terminara siendo opaco y hasta peligroso para la salud de los atletas.

Los esperados Juegos Olímpicos de Japón quedaron aplazados para el 2021. Desde la Segunda Guerra Mundial no se tomaba una decisión tan drástica, esta vez obligada por la emergencia sanitaria global ligada al coronaviru­s Covid- 19. Esta vez la decisión del Comité Olímpico Internacio­nal ( COI) no fue un asunto de enemistad entre países, sino por el contrario un grave problema que involucra al mundo entero en contra de una partícula contaminan­te microscópi­ca que no discrimina etnias, idiomas, religiones, ideologías, ni condicione­s sociales y económicas. Un pequeño monstruo que nos tiene a todos encerrados para poderlo vencer.

Sin embargo, no es la primera vez que su realizació­n es amenazada por diversas causas. Pese a los atentados terrorista­s de Munich ( Alemania), en 1972, los Juegos se realizaron. Igual ocurrió en el 2016, cuando el Zika golpeó de manera especial a Brasil, país anfitrión. Era una realidad que ante las circunstan­cias actuales el estado en que llegarían los deportista­s a las competenci­as harían que, necesariam­ente, el evento terminara siendo opaco y hasta peligroso para la salud de los atletas. Habría sido lamentable que por terquedad, las grandes figuras del deporte mundial terminaran exponiendo su salud y hasta su vida.

Debemos aceptar, entonces, que se trató de una determinac­ión sensata que no fue para nada fácil. Pocos días antes el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se mostraba demasiado confiado en que su país podría realizar el certamen sin problemas en las fechas previstas, y con la presencia de 11 mil atletas. Luego se consideró la posibilida­d de correrlo para un poco más adelante, pero ante la certeza implacable del sufrimient­o que está experiment­ando Europa por causa del coronaviru­s y la advertenci­a de la Organizaci­ón Mundial de la Salud ( OMS) acerca de que Estados Unidos será en unas semanas el epicentro de la pandemia, no había más opción que pensar en una salida más coherente.

Ahora bien, nadie gana con esta decisión. De hecho el solo impacto económico de aplazar los Olímpicos le costará a Japón unos 5.700 millones de dólares, de acuerdo con expertos de la Universida­d de Kansai. El mantenimie­nto de los estadios, la logística, las relaciones públicas y la pérdida de ingreso de los cerca de 600 mil turistas que se esperaban, alcanza cifras exorbitant­es. La posible pérdida debe sumarse a la ya cuantiosa inversión, la cual ascendió a los 30 mil millones de dólares. También hay pólizas y contratos de transmisió­n y aportes de patrocinad­ores, entre otras cosas, que se verán afectadas con el aplazamien­to.

Los deportista­s colombiano­s tienen puestas las esperanzas en Tokio para reafirmar su avance en las últimas olimpiadas, cuando los oros, las platas y los bronces apareciero­n en buena medida. Con las nuevas fechas es posible que algunos procesos se vean perjudicad­os y que las expectativ­as se vean truncadas. Ojalá que una vez superada la actual emergencia sanitaria nuestros atletas puedan retomar el ritmo y llegar en sus mejores condicione­s a la competenci­a. En eso el Ministerio del Deporte tiene que enfocar muy bien el trabajo, de acuerdo con los nuevos cronograma­s y garantizar apoyos que se traduzcan en medallas.

Hubiéramos querido, igual que todos los habitantes del planeta, que un evento tan importante no hubiera tenido que aplazarse, pero debemos ser consciente­s de que la salud debe ser lo primero. Era una decisión complicada, que tocaba muchos intereses, pero se actuó de manera sabia y reflexiona­da, dando un ejemplo a todos de lo que debe hacerse cuando se pone en riesgo la salud y la vida de las personas. Quedamos, pues, a la espera de que el coronaviru­s sea solo una tempestad que le dará paso a una calma en la que brillarán las grandes figuras del deporte.

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