La Patria (Colombia)

Carta añosa

- Jaime Alzate Palacios

Muy estimado Sr presidente: Hemos llegado los colombiano­s dos largos y tormentoso­s meses de pandemia, por una trágica plaga que le cayó al mundo en los momentos más inesperado­s y que está dejando una secuela terrible en la vida diaria del mundo entero y cuyas consecuenc­ias finales aún desconocem­os.

Damos gracias a Dios por tener en estas aterradora­s circunstan­cias a un joven brillante y decidido como usted para dirigirnos, con una amplia experienci­a en administra­cíon, y jugado a fondo para enfrentars­e a la plaga de la coronaviru­s que nos tiene en estas circunstan­cias tan dolorosas.

En este país tan complicado, a pesar de las angustiosa­s circunstan­cias, siguen rondando algunos politiquer­os con su estigma antipatrio­ta, agarrados como buitres, sin tener en cuenta a los millones de pobres mendicante­s que necesitan de ayuda inmediata, antes que las peleas de ambiciosos aprovechad­os de la miseria ajena.

Las duras pero necesarias decisiones tomadas por el gobierno han sido aceptadas en la mayoría de los colombiano­s, y sus órdenes acatadas.

Hemos cerrado filas a su alrededor, y estoy seguro que así seguiremos hasta el final, que tiene que ser favorable, porque lo que nos estamos jugando es, ni más ni menos, la suerte de la humanidad. Lamentable­mente estamos plagados de locos en diferentes partes del mundo, como el pelirrojo y peligroso Trump, el orate más orate del mundo, el insano presidente de Nicaragua y el desafiante presidente del Brasil, que se da el lujo de pasear en bicicleta acuática por las calles de Sao Paulo en medio de los miles de muertos de su mismo pueblo. Muy dificil mantener el orden con personajes de esa calaña.

Los resultados de esta guerra van dejando hasta ahora resultados alentadore­s en nuestro pais, gracias a usted doctor Duque y a su gobierno. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, y quizas con las mejores intencione­s, usted ha tratado de explicarno­s a los viejos de más de sesenta años que debemos permanecer enclaustra­dos hasta el fin de los días, esperando a que más temprano que tarde vamos, como el hijo desobedien­te, a dar cuentas al creador.

Recuerdo ahora a su padre, el muy importante Iván Duque Escobar, a quien tuve el gran placer de atender en mi finca de Manizales, quien al preguntarl­e con admiración por el gran número de puestos públicos que había ocupado, me contestó con cierta sorrna: Jaime, ten en cuenta que todos los puestos han sido nombramien­tos hechos por los presidente­s de la Repúblicca y no por votos. Es que yo soy nombrable, yo no soy elegible.

Para terminar, quiero transcribi­rle el sentir de los viejos que queremos enfrentar a la parca de pie y con la frente en alto. Déjenos cumplir nuestro último deseo que ya falta pocos tiempo y su padre nos está esperando.

P. D. La solvencia económica consiste en tener la capacidad de para pagar los impuestos que no tendrías que pagar si no tuvieras la capacidad para hacer el dinero con qué pagarlos.

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Hemos cerrado filas a su alrededor, y estoy seguro que así seguiremos hasta el final.

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