El discreto encanto de la ventana
La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock con James Stewart y Grace Kelly.
En un mundo como está hoy, la ventana
de Hitchcock se antoja como ese lugar privilegiado para ver pasar el mundo, ese que está más cercano.
Recién presentada en las salas de cine Rear
Window ( La ventana indiscreta, 1954), apareció una crítica en el London Observer, firmada por la reseñista Lejeune, en la cual califica la película de “horrible” porque en ella había un tipo que se pasaba toda la trama mirando constantemente por la ventana. Seguro, en estos tiempos que corren, Lejeune no tendría esa reserva moral y pondría el ojo en lo que realmente ve el personaje que encarna James Stewart en este clásico de Alfred Hitchcock ( 1899- 1980), de quien este año se conmemoran cuatro décadas de su muerte.
En un mundo como está hoy, sin espectáculos en vivo, sin cines ni teatros, la ventana de Hitchcock se antoja como ese lugar privilegiado para ver pasar el mundo, ese que está más cercano, al alcance de la mirada y del deseo natural de curiosear.
En un extenso diálogo con Francois Truffaut ( sin duda uno de los más reveladores de la estatura intelectual y cinematográfica de los dos contertulios) publicado bajo el título “El cine según Hitchcock”, el director inglés defiende la actitud voyerista de Stewart: “Le apuesto a que nueve de cada diez personas sí contemplan al otro lado del patio a una mujer que se desnuda antes de irse a acostar, o simplemente a un hombre que ordena las cosas en su habitación, no podrán evitar mirarlo”.
Pero Hitchcock nos enseñó desde entonces que mirar el mundo a través de la ventana no solamente supone saciar el
placer de la curiosidad, sino que conlleva la inmensa responsabilidad de ser testigos de una imagen del mundo. Quizás, de un delito.
Allí es donde nace la intriga, esa forma de las imágenes que el director se empecinó en recrear y reinventar a lo largo de 53 películas, y en las que, con gran riqueza visual, supo darle una caligrafía propia. “Una puerta es una puerta, y ya suman millares los delitos cumplidos abriendo una puerta. Para evitar ese lugar común debes estudiar con cuidado el modo más apropiado y más nuevo con que el asesino abrirá la puerta”, le ilustraba al crítico italiano Gean Luigi Rondi. En Rear
Window se ve con maestría y sorprendente magia la manera como el fotógrafo inválido ralentiza la entrada del asesino haciendo uso del recurso del flash para enceguecer su mirada.
Un inventor de formas a través del arte de las imágenes. Esa fue la gran cantera del director de Psicósis, Marnie,
The Birds, y tantos otros títulos que han trascendido el tiempo, como esta Ventana Indiscreta que recala en nuestros días con esa potente metáfora del fotógrafo confinado, impedido como está de retratar el mundo, y constreñido a observar a través de un gran ventanal las situaciones extraordinarias que le suceden a personas ordinarias.
Pero… ¿ qué es lo que realmente ve Stewart a través de su ventana? ¿ Una mujer sola, sin marido y sin amante? ¿ Una pareja de jóvenes entregados al amor 24/ 7 como se dice hoy? ¿ Un músico bohemio? ¿ Una bailarina que todos deseamos? ¿ Una pareja que tienen por hijo a un perro? ¿ O la historia de un matrimonio violento? Tal vez, si nos atenemos a una mirada inocente. Pero como responde Hitchcock a Truffaut: “Al otro lado del patio hay cada tipo de conducta humana, un pequeño catálogo de comportamientos… Lo que se ve en la pared del patio es una cantidad de pequeñas historias, el espejo de un pequeño mundo”. Ese mundo reducido que hoy vemos tras la ventana