De la incertidumbre
Muchas consejas con pretensiones de ser consideradas como verdades hemos tenido que soportar desde que empezó la “peste” que azota al planeta, iniciadas por las muy sesgadas recomendaciones de corte pro- chino, tardíamente dadas y con muy pocos elementos para emitir los juicios que publicaron los “sabios” de la OMS en los albores del problema, hasta los múltiples remedios caseros que inundan las redes sociales con todo tipo de pociones mágicas que curan unas y evitan otras que la humanidad se contagie del mal, pasando por las medidas algo paranoicas de nuestros gobernantes, que entre otras poco se han cumplido por imprácticas. Y para rematar la “faenita” la juventud que hoy detenta el poder se ha autoproclamado protectora del Arca de la Alianza que contiene las fórmulas sagradas para combatir el virus a través de un régimen sancionatorio cuando su oficio debió haber sido, desde el principio, de corte educativo para que cada persona, debidamente informada y educada sobre el particular fuese quien defendiera su propia “Arca”.
Todo esto ha llevado al mundo, y obviamente a Colombia, a vivir en el reino de la incertidumbre, afectando con ello tanto las mentes como las actividades que los ciudadanos tradicionalmente habían venido desarrollando. Y para mi gusto esa condición en que se encuentra el país no ha sido causada por nada distinto a la falta de planeación de las autoridades en materia de tiempo, modo y lugar, para combatir “la peste”, o a contrario sensu, a una demostración de improvisación al tomar las medidas que han decretado durante el proceso.
Considero que así como en Europa ya se están dando los primeros pasos para normalizar el tema del fútbol, deporte que estoy seguro muy pronto volverá a contar con público en las tribunas, tomando claro está las medidas de bioseguridad que resulten del caso, será entonces esta actividad la que se constituya en el pase de entrada a la reiniciación de las demás actividades de masas, dentro de las cuales se incluye la tauromaquia. Dentro de ese orden de ideas parece entonces que ha llegado la hora que nuestras autoridades dejen sus evasivas, sus inseguridades y obren con firmeza en el sentido de producir unas rápidas y efectivas estrategias para lograr que el país vuelva a la “nueva” normalidad y a su vez ahuyenten el fantasma de la ruina general que hoy ronda entre los colombianos.
Ya es hora de dejar atrás el reino de la incertidumbre y entrar al “Tiempo de la Esperanza” para lo cual nuestros gobernantes deben informarnos con claridad acerca de para cuando consideran que llegará el momento en que, de acuerdo a sus estudios y consultas podrán volver los del fútbol a los estadios, los aficionados a la música a sus conciertos, los taurinos a las plazas de Toros y los feriantes a sus ferias. Ninguna de estas actividades se organiza en media hora. Para hacer realidad la llegada del “Tiempo de la Esperanza” las autoridades deben, adicionalmente, adelantar a la ciudadanía cuales consideran las medidas de bioseguridad que se deberían implementar para ese nuevo amanecer y con seguridad los empresarios del “mundo del espectáculo” los cumplirán. Hay que darles el tiempo para que se preparen.
Es perfectamente viable, en gracia de discusión, tomar medidas similares a las que se están exigiendo a quienes regresaron al trabajo en temas de distanciamiento social, lavado de manos, tomas de temperatura, etc. para ingresar a cualquier Plaza de Toros, teatro, coliseo o estadio. Las empresas podrían hacer sus presupuestos calculando los llenos de “no hay billetes”, por ejemplo Cormanizales en Manizales, como se hace hoy con los aforos en el transporte público, vale decir con la venta de ocho mil boletas únicamente. Recibe un abrazo de tu amigo, El Fraile.
Añadido. Como bien dijo Bernard Shaw: “La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”, pues si bien esta son arrestos y determinación, también es falta de experiencia y yerros. O si no, ¿ qué es el haber encerrado a la gente mayor dizque para cuidarlos? Por Dios, qué error. ¿ Ya no recuerdan como las grandes corporaciones norteamericanas hubieron de llamar a sus gerentes jubilados a asesorar a los jóvenes a quienes se les estaban saliendo de las manos los negocios? ¿ O qué me dicen de la Gerusía Espartana?
Ya es hora de dejar atrás el reino de la incertidumbre y entrar al “Tiempo de la Esperanza”.