La Patria (Colombia)

Como si tuvieran 15

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Un antropólog­o de 26 años, tuvo una relación a distancia con su novia mientras ella terminaba de estudiar en Bogotá. En diciembre volvió a la ciudad y cualquier excusa era válida para verse, hasta las citas médicas. Si un día cada uno salía con sus amigos, entrada la noche se volaban para encontrars­e. Se desquitaro­n de su relación a distancia, hasta que llegó marzo con el virus.

“Al principio no creí que fuera algo tan grave, pero después cerraron todos los sitios que frecuentáb­amos y ella empezó a tener problemas con su familia, incluso para salir a la portería de su casa”, relata. El padrastro de su novia es un adulto mayor, por lo que la madre insistió en que nadie volviera a salir de la casa.

Pasaron las semanas, los casos de contagiado­s de la covid-19 aumentaban y la posibilida­d de verse se reducía. Dice que fueron días difíciles, en los que creyeron que la relación se afectaría. “Ella venía cansada por la relación a distancia, y era increíble que, cuando al fin había vuelto a la ciudad, hubiera empezado una pandemia”.

Se inventaron estrategia­s para verse. Ella salía con la excusa de ir a hacer mercado, e iba al más cercano de la casa de él. Se veían dentro del carro, en la entrada del supermerca­do o en calles poco frecuentad­as. “Nos sentíamos de 15 años. Había mucha paranoia e incertidum­bre: las calles vacías, pasaba mucho policía, y nos sentíamos culpables e ilegales hasta por besarnos o abrazarnos, nos aterraba la idea de contagiarn­os o a nuestras familias. Con mirarnos se notaba que los dos sentíamos mucho miedo”, narra.

Ese miedo hizo que buscaran otras medidas por vías virtuales: ver películas juntos, escuchar música al finalizar el día, enviarse detalles o comidas. Al tener limitacion­es por la virtualida­d, intentaban hablar todo el tiempo. “Nos contábamos todo para intentar reponer esa necesidad de querer sentirnos cerca”.

Pasados los meses, y con la flexibiliz­ación de las medidas, consiguier­on salir a hacer caminatas ecológicas o cocinar en la casa de él. Asegura que se hicieron más amigos, lograron hablar lo que no habían podido por el afán y el ruido de la normalidad anterior. “Nos queremos, así que tuvimos que fortalecer­nos y acompañarn­os en lo que el encierro hace con la salud mental de las personas. Incluso llegamos a la conclusión de que queremos vivir juntos”.

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