A través del tiempo
coincidir símbolos con imágenes de la vida real que les eran cercanas. Años más tarde en Babilonia se tenía la escritura para guardar oraciones, fórmulas mágicas o médicas y por supuesto la Literatura. Escribieron la conocida epopeya de Gilmamesh. Sin olvidar por supuesto, que en tierras aún más lejas, China, otros tipos de escritura daban inicio para conservar la historia de sus dioses, sus animales fantásticos, sus reyes y sus héroes.
Si la escritura avanzaba la pintura no se quedaba atrás, las obras rupestres así lo demuestran y los granes templos ceremoniales de la antigüedad son los mejores testigos del avance del hombre para “retratar historias” y también a través de la escultura, manifestada en muchas ocasiones por medio de los bajo relieves.
Saltemos a los manuscritos iluminados, esos bellos objetos de arte medieval que tuvieron su origen en el antiguo Egipto, en el siglo sigo XV a. C. en los primeros papiros iluminados que se hallaron. No sería sino hasta el siglo II d.C. cuando se crean los libros encuadernados y es ya en el siglo VI cuando se comienzan a ilustrar libros de oraciones y Evangelios. Cerca del siglo VIII y hasta el X se establecen las reglas de los manuscritos iluminados que todos conocemos: Letra capital, fondo púrpura, detalles de naturaleza figurativa y decorados en oro y plata. Aquí podríamos mencionar a Umberto Eco y su maravillosa novela caería bien para recordar a Guillermo de Baskerville, Adso de Melk y Jorge Burgos, a los monjes en la abadía y en la biblioteca trabajando en copias e iluminaciones.
Podríamos decir que en el siglo XVI, justo cuando aparecen los libros impresos, empiezan a desaparecer los iluminadores y copistas dando paso a la pintura de caballete. Diferentes técnicas se emplean en la conjunción de libros impresos y arte usando con frecuencia xilográficas elementales. A mediados del siglo XVII se publicó un libro de enseñanza del latín para los niños, nada más y nada menos que el primer libro en usar imágenes y es un texto escrito por Jan Amos Komenský, conocido en latín como Comenius, quien fue un protector de la educación como fuente de progreso.