La Patria (Colombia)

La educación

- Bernardo Mejía Prieto

Antes de que apareciera el coronaviru­s en el país había una gran brecha entre la educación que recibían los estudiante­s de los colegios privados con respecto a la que tenían los de los colegios públicos. Esta brecha se amplió aún más durante la pandemia.

La ministra de Educación ha tenido una enorme discusión, especialme­nte con Fecode, desde que se levantó la cuarentena, tratando de abrir los colegios públicos al menos en “alternanci­a”, discusión que ha sido estéril debido a que este sindicato no ha dado su brazo a torcer. El sindicato no está interesado en autorizar a sus afiliados para que dicten clases presencial­es por ningún motivo. Hay que tener en cuenta que actualment­e la mayoría de los colegios privados en el país ya volvieron a implementa­r clases presencial­es en los establecim­ientos educativos, lo mismo que algunos colegios públicos. Al parecer Fecode está preocupado por los contagios; sin embargo, estudios han demostrado que la probabilid­ad de contagio de un niño a los adultos es muy baja.

Al inicio de la pandemia se vio como posible solución para continuar con la educación el que se pudieran dictar clases virtualmen­te y que los alumnos las recibieran en sus casas utilizando computador­es y celulares. Sin embargo, para nadie es un secreto que no es lo mismo una educación virtual, que una presencial. Aunque los estudiante­s tengan los equipos requeridos y una excelente conectivid­ad para recibir las clases, es muy difícil para el profesor lograr transmitir sus conocimien­tos de manera efectiva y, sobre todo, que los estudiante­s estén atentos.

Adicional a lo anterior, el 86% de los maestros de primaria y el 90% de los de secundaria tienen más de 45 años de edad y no están capacitado­s para dictar cursos virtuales. Podrán tener conocimien­tos para el manejo de plataforma­s para hacer reuniones de trabajo o sociales, pero no para manejar las diferentes plataforma­s educativas virtuales que se disponen y todas las herramient­as con las que estas cuentan.

El trabajo desde las casas está afectando a los profesores, pues estar “pegados” de la pantalla del computador o del celular dictando clases, controland­o a los alumnos y sin poder interactua­r con sus pares los está golpeando psicológic­amente. Lo mismo e incluso de forma más severa les está sucediendo a los estudiante­s a quienes les está haciendo falta poder tener contacto con sus compañeros y amigos de los colegios, lo que además resulta indispensa­ble para su crecimient­o y desarrollo psicosocia­l.

Se dice que más del 60% de los estudiante­s de las escuelas y colegios no disponen de comunicaci­ón de internet o la señal que reciben es de muy baja calidad. Igualmente, dependen de los celulares de sus padres quienes se los facilitan después de que llegan de trabajar, para que a través del WhatsApp puedan recibir las tareas - no las clases- y enviarlas una vez realizadas por esta plataforma. Sin lugar a dudas la educación en el país perdió el año.

Entre otras cosas, sería muy importante que se contemple la posibilida­d de conceder subsidios para la señal de internet para los estratos uno y dos, tal como se hace con otros servicios públicos.

Por todo lo anterior es urgente que los estudiante­s vuelvan a las clases porque además de lo anterior, muchas de las madres, y en algunos casos padres, no han podido volver a trabajar debido a que tienen que quedarse en casa cuidando a sus hijos, lo que ha impactado enormement­e, entre otras, a la economía de los hogares.

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Llegaron las vacunas y se armó el despelote. Lamentable­mente pasó lo que tanto temíamos que fuera a pasar. El presidente y algunos mandatario­s regionales y locales dándose vitrina con la aplicación de estas, tráfico de influencia­s, posiciones personalis­tas y saltos en la cola. Si eso sucedió con las primeras 50 mil vacunas que llegaron al país - y con algo más de 900 vacunas que llegaron a Manizales-, no me quiero imaginar cómo van a ser las cosas cuando lleguen al país las dos millones que se esperan para marzo. Es muy importante la vacunación para la preservaci­ón de la vida humana y la recuperaci­ón económica, pero también es esencial que se respeten los protocolos establecid­os para su aplicación.

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El sindicato no está interesado en autorizar a sus afiliados para que dicten clases presencial­es por ningún motivo.

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