Tildes, mucho menos, societal, banalidad
El punto, la coma, la diéresis y la tilde son signos ortográficos aparentemente insignificantes, pero de suma importancia en la escritura. La tilde o acento gráfico, por ejemplo, es necesaria, entre otras cosas, para diferenciar dos palabras que se escriben de la misma manera, pero que tienen significados diferentes, como el término ‘ mas’, que, con tilde – más– es adverbio de cantidad; sin ella, – mas–, conjunción adversativa. O la partícula ‘ que’, que, sin la tilde, puede ser conjunción (‘ quiero que digas esto’) o pronombre relativo (‘ el vecino que me ofendió’), y que, con ella, sirve para exclamar (¡ qué belleza!) o para interrogar ( ¿ qué es esto?). Ahora bien, esta interrogación puede ser explícita, como en el ejemplo dado, o implícita, como en la siguiente oración, en la que le falta la tilde: “… seguramente para el ciudadano desprevenido se trata de un tema que poco llama su atención porque no alcanza a visualizar de que forma afecta su cotidianidad, ni que efectos traerá sobre su vida” ( LA
PATRIA, Duván Emilio Ramírez, 16/ 2/ 2021). “… de qué forma…”, “… ni qué efectos…”, castizamente. En el mismo artículo, su autor le puso la tilde a la conjunción condicional ‘ si’, que la convierte en adverbio de afirmación: “… para manifestar sí están de acuerdo o no…”. “… para manifestar si
están de acuerdo…”, correctamente. ¿ Son importantes las tildes? ¡ Sí, señor! ***
En un artículo mesurado sobre la llegada de las vacunas a nuestro país, exento del veneno y de la inquina de otros, el columnista Juan Álvaro Montoya escribió: “En cualquier evento, resulta inexplicable que Colombia sea el último país latinoamericano en iniciar los ciclos masivos de inmunización, y mucho menos que el inicio se dé con la protección para solo 25 mil personas hoy y 86 mil adicionales en una semana, cifras
que equivalen al 0,002% del total de la población nacional”( LA PATRIA, 18/ 2/ 2021). En esta construcción, hay una falta de ilación lógica entre “resulta inexplicable que…” y “mucho
menos que…”, porque el segundo elemento de esa relación entraña un grado más de dicha inexplicabilidad, por lo cual el adverbio ‘ menos’ debió ser sustituido por ‘ más’, así: “… y mucho más que el inicio”, es decir, “y mucho más inexplicable que el inicio se dé con…”. Otro ejemplo de falta de ilación
lógica, el siguiente: “Esta ha sido una época aterradora que no soñamos, no imaginamos fuera posible y menos que nos tocara vivirla, o, mejor, padecerla, porque en estricto sentido la hemos
padecido” ( Eje 21, Hernando Arango Monedero, 19/ 2/ 2021). En esta oración, el empleo del adverbio ‘ menos’ es correcto, pero no el del adverbio ‘ mejor’, pues su antecedente señala una situación negativa (‘ época aterradora’), por lo que debió cambiarse por ‘ peor’, pues, además de su ‘ posibilidad’, nos tocó ‘ sufrirla en carne propia’. Obviamente. ***
‘ Societal’. Ya me había referido a este espurio e innecesario adjetivo ( 10/ 28/ 2020), que, parece, quiere introducir la inefable Florence Thomas, la defensora a ultranza del también inútil ‘ lenguaje incluyente’. Esto escribió: “… generando estragos y un sismo familiar y societal de una amplitud aún inconcebible” ( El Tiempo, “El incesto: una trágica banalidad”, 17/ 2/ 2021). Repito hoy el comentario que hice en ese entonces: “En el mismo artículo se inventó el adjetivo societal, que, creo, tampoco existe en francés: « Es evidente que cuando se trata del poder patriarcal y de hechos societales… » . “… de hechos sociales”, señora”. Añado hoy que tampoco se dice así en inglés: en estos dos idiomas se dice, como en castellano, ‘ social’, con diferentes pronunciaciones, por supuesto. Y en latín, ‘ socialis- e’. No tiene, pues, asidero alguno la palabreja de la señora Thomas. ¿ Y el título de la columna? ¿ Es el incesto una ‘ banalidad’? Ni siquiera con el significado del francés ‘ banalité’, “algo que es accesible a todos; sin
originalidad”. Esa afirmación me trajo a la memoria al predicador aquel que hablaba de “un detalle, como la muerte”.
¡ Bendito!