La cotidianidad líquida
Señor director:
Tres átomos enlazados. Una sola molécula: El agua. Este elemento vital nos es tan común en la actividad cotidiana que su valor no lo captamos en esencia. En nuestro organismo el agua se acomoda muy bien en el espacio intra y extracelular y es un componente básico de líquidos y secreciones importantes como el jugo gástrico, el pancreático, la saliva, las lágrimas, la bilis, el líquido cefalorraquídeo, el humor vítreo y acuoso del ojo.
La orina y las heces fecales que son productos de desecho de la actividad metabólica, utilizan el agua como medio de transporte. El plasma sanguíneo es agua en un alto porcentaje. La temperatura de nuestro cuerpo que es un indicio de equilibrio o desequilibrio interno requiere del agua para su regulación.
El agua es el disolvente universal y hace posible el fenómeno osmótico. Este maravilloso elemento tiene una magia intrínseca, el poder de transformar todo lo que se pone en contacto con ella. La utilizamos a diario para preparar los alimentos, las infusiones milamores y los emplastos. Mantiene húmedo el olfato de los perros, hace posible la germinación de las semillas, la encontramos también en la giba de los camellos, nos fascina verla en el rocío de la mañana, en las nubes viajera, y en la cima de los nevados y paramos.
Cuidarla, no derrocharla, ni contaminarla y tomar distancia de una vez por todas de seguir empleándola para mantener la larga y funesta sombra de la ganadería extensiva, que tiene un fuerte impacto en la crisis climática que estamos viviendo, es un paso transcendental en el mantenimiento de este valioso recurso que sigue sustentando la vida en nuestro planeta. Rafael Esteban Guerra Rincón