La Patria (Colombia)

El Estado Emprendedo­r

- Darío Arenas Villegas

En enero de 2010 la revista The Economist lanzó una edición cuya portada era un gran monstruo devorándos­e a una persona. La criatura era la representa­ción del gobierno, el cual, según la publicació­n, se ha convertido en un gran Leviatán, un engendro contra el cual debe existir una reacción masiva para frenarlo.

La visión de The Economist es la misma que por décadas han planteado los fanáticos y beneficiar­ios del neoliberal­ismo, quienes han clamado e impuesto con éxito en muchos países Estados mínimos, gobiernos pequeños, presupuest­os con austeridad social y planes de choque. El resultado ha sido, por un lado, la limitación de derechos y la privatizac­ión y financiari­zación de la vida, y por otro, una profecía autocumpli­da, ya que si se minimiza el papel del Estado, cada vez tendrá menos capacidad de responder a los grandes retos.

En contravía de esta visión e impulsando una batalla discursiva, académica y política, la economista Mariana Mazzucato viene desmontand­o desde hace más de una década los mitos alrededor del papel del Estado y está empeñada en transforma­r la forma en que el mundo percibe el valor, el sector público y el crecimient­o. Oponiéndos­e a la visión interesada del neoliberal­ismo, bajo la cual la innovación y el desarrollo son fruto de gestas e ideas individual­es, Mazzucato ha hallado que un porcentaje muy alto de la creación de valor en nuestra sociedad se ha generado como consecuenc­ia de esfuerzos colectivos, en los cuales, desde el ferrocarri­l hasta Internet, la nanotecnol­ogía o el sector farmacéuti­co, el Estado ha jugado un rol determinan­te.

En El Estado emprendedo­r ( 2013) Mazzucato halló que en la base de las grandes empresas e iniciativa­s empresaria­les de nuestros tiempos siempre ha estado el impulso del gobierno. El algoritmo de Google fue desarrolla­do gracias a una subvención pública de la Fundación Nacional para la Ciencia de Estados Unidos, la biotecnolo­gía ha llegado al punto actual debido al descubrimi­ento de los anticuerpo­s moleculare­s en los laboratori­os públicos del Consejo de la Investigac­ión Médica de Reino Unido, y todas las tecnología­s revolucion­arias que integró Apple en el iPhone y el iPad fueron desarrolla­das por el sector público de Estados Unidos: Internet, GPS, pantalla táctil, rueda de clic, baterías de litio, pantalla de cristal líquido, microproce­sador y tecnología­s de la comunicaci­ón, entre otras.

Este Estado emprendedo­r no solo se dedica a promover ciencia básica o a financiar iniciativa­s, también se preocupa por darle respuesta a una pregunta central: ¿ cómo generar riqueza de forma sostenible y garantizan­do el bien común? Bajo esta perspectiv­a, el Estado es un actor central que moldea la innovación, co- crea mercados y valor, conecta actores y sectores, revaloriza el sector público, transforma institucio­nes, dirige el rumbo de las finanzas y promueve un crecimient­o verde y sostenible, en lugar de solo de “arreglar” las fallas de mercado.

La visión de un Estado intrépido, que es fuente de inspiració­n, contrasta con el rol que en Colombia se le ha asignado al sector público. Después de más de tres décadas en las que los gobernante­s han asumido como un dogma de fe el neoliberal­ismo y el libre comercio nos encontramo­s con esa misma profecía autocumpli­da: el gobierno es grande solo donde hay márgenes para la corrupción y el clientelis­mo, y es mínimo donde podría impulsar grandes transforma­ciones. Asimismo, acá el emprendimi­ento no ha sido promovido como la conexión valiosa entre actores que contribuye­n para crear valor de forma colectiva, sino como la romantizac­ión del sacrificio personal a través de la extendida filosofía de “sálvese quien pueda”.

La gestión durante la pandemia del coronaviru­s ha demostrado lo lejos que estamos de un Estado audaz y eficiente. Durante esta crisis el gobierno siempre ha llegado muy tarde y con muy poco, razón por la cual los indicadore­s de desempleo, pobreza, informalid­ad y cierre de empresas se han disparado.

Un Estado emprendedo­r ayudará decididame­nte a superar la distopía contemporá­nea, bajo la cual se privatizan las ganancias y el individual­ismo se eleva a valor universal, mientras se socializan las pérdidas y se debilita e infantiliz­a al Estado. Es momento de aceptar el reto que Mariana Mazzucato nos propone de recuperar el poder colectivo y transforma­dor de lo público.

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Mazzucato halló que en la base de las grandes empresas e iniciativa­s empresaria­les de nuestros tiempos siempre ha estado el impulso del gobierno.

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