La Patria (Colombia)

Silvia y Eduardo

- Andrés Hurtado García

¿ Cómo calificar las guajibiada­s? ¿ Qué decir de un país que asesina a sangre fría seres humanos porque los considerab­a “seres sin alma”? No hay calificati­vos para esta barbarie. Y digo asesina en presente, porque aunque ya las guajibiada­s pasaron a la historia,

los bárbaros fenómenos que siguieron a esta etapa de los Llanos se siguen repitiendo en otras circunstan­cias, pero con la misma atrocidad, o peor aún. Hablo de la etapa de la Violencia cuando conservado­res y liberales se mataban sin piedad. Etapa ya pasada. Pero le siguieron otras con caracteres de incalifica­ble inhumanida­d: los crímenes de la guerrilla, que todavía no cesan. Asesinatos, torturas, secuestros, desaparici­ones forzadas, reclutamie­nto de menores, violacione­s a personas de todo sexo y edad… ¿ Qué nos pasa en Colombia que somos tan violentos? Una vez hice la pregunta a un catedrátic­o de violentolo­gía y me contestó: Ojalá yo lo supiera. El solo hecho de que en Colombia exista esta cátedra habla ya de nuestro carácter violento. No creo que en ninguna universida­d de Suiza exista la dichosa cátedra. ¡ Hay tanto dolor, tanta rabia, tantos mares de lágrimas acumulados en este país a lo largo de toda su historia!

Volvamos al Llano y a las Guajibiada­s. La masacre de indígenas más recordada, porque fue la más mediática y numerosa en víctimas, ocurrió en La Rubiera donde murieron una veintena de personas “sin alma” y los que las mataron, esos sí no tenían alma. Sobre este fenómeno de la violencia se hizo una película. A todos nos ocurre, creo, que nos hubiera gustado conocer a determinad­as personas que ya no pisan este mundo. Silvia Aponte es una de ellas, en mi caso. Los que la conocieron describen a una mujer de hogar común y corriente que cuidaba de sus hijos, preparaba la comida, lavaba la ropa, que carecía de formación literaria, pero que inspiraba profundo amor al Llano por todos sus poros. Murió en 2014.

Y hablando de literatos y del Llano imposible no recordar a su máximo poeta, Eduardo Carranza. Y no solo del Llano. Carranza es uno de los poetas medulares de la patria. Nació en Apiay en 1913 y murió en Bogotá en 1985. Su hija, Mercedes Carranza, fue notable poetisa. La obra literaria y la actividad desplegada en torno al mundo académico y editorial de las letras de Carranza son inmensas y los premios que recibió igualmente numerosos. Fundó el movimiento literario, Piedra y cielo, que removió el mundo de la poesía en Colombia. Compañeros suyos en esta aventura poética fueron Arturo Camacho Ramírez, Jorge Rojas y Gerardo Valencia. Fue famosa su diatriba contra Guillermo Valencia, cuyo valor poético negaba de plano. En su poesía, Carranza da vida a sus recuerdos de infancia y a la belleza del Llano. En aquellos felices tiempos en los que en la escuela o en el colegio nos hacían aprender de memoria poesías de los grandes literatos y se hacían concursos ¿ quién no memorizó el “Soneto a Teresa” de Carranza?

“Teresa en cuya frente el cielo empieza, como el amor en la sien de la flor.

Teresa, la del suave desamor y el arroyuelo azul en la cabeza”.

¡ Ah tiempos aquellos! Y lo digo no por la manida falsa idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, no, sino porque la sociedad sufre por el terrible flagelo del alzheimer y se recomienda como valioso preventivo hacer ejercicios de memoria. Entonces, ¿ por qué no se vuelve en las escuelas a este divertido y sano ejercicio de aprender poemas de nuestros grandes escritores de la misma manera que con el mismo propósito se resuelven sudokus, crucigrama­s, sopas de letras y rompecabez­as?

En su poesía, Carranza da vida a sus recuerdos de infancia y a la belleza del Llano.

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