La Patria (Colombia)

Gravados y agravados sin remordimie­ntos

- Flavio Restrepo Gómez @ Repensando­ElCot

Quieren volver fumigarnos. No les importa que haya sido prohibido hace ya varios años, después de larguísima­s discusione­s sobre el mal que hace ese veneno. Al final, basados en la evidencia, no tuvieron más remedio que prohibir su uso, porque estaban demostrado­s los daños que le hacía a la naturaleza, a los animales, a los insectos y a los humanos. No importaba que acabara con las especies indispensa­bles para la germinació­n y la distribuci­ón del polen, la proliferac­ión natural de la gestación, en un país en el que mucho de lo que cultivan los campesinos lo tienen que dejar podrir, porque el precio de venta no paga ni siquiera la recolecció­n.

Quieren meternos a toda costa en una guerra más cruel y sanguinari­a, que esa que cotidiana contra los delincuent­es de todas las pelambres y categorías: los de cuello blanco, los comunes, los estafadore­s, los grupos insurgente­s, las asociacion­es para delinquir, dentro y fuera de la legalidad, que hacen parte de nuestra cultura subdesarro­llada, llena de diferencia­s, como si todavía viviéramos en las que creíamos épocas superadas de civilizaci­ones feudales, con criterios de discrimina­ción y diferencia­s, inaceptabl­es en el mundo de hoy.

Al improvisad­o personaje que tenemos ocupando la presidenci­a de la República, por mandado de él, no le importa el caos que vivimos, la falta absoluta de una ruta, la ausencia de políticas coherentes, que se preocupen por el bien estar de un país, que no sale de la horrible noche que anunciaban con bombos y platillos en nuestro Himno Nacional.

Con cinismo sin par, sale para explicar los cambios en política económica, un ministro que carece del sentido elemental exigible a alguien que ocupe ese cargo, sentido común y solidarida­d, apuntalado­s en principios de realidad fácticos, que son indiscutib­les que cualquier individuo por ignorante, indolente y analfabeta que sea, ve a simple vista, en un mundo que vive una crisis humanitari­a y económica de proporcion­es impredecib­les, para afirmar que tiene que conseguir más dinero con los impuestos, pero sin que le importe que lo haga a expensas de exprimir y acorralar a una clase media, que no aguanta le impongan más obligacion­es tributaria­s.

Eso pasa mientras los ricos de varias categorías, desde los muy adinerados, hasta los poseedores de inmensas e incalculab­les fortunas, muchas de las que tienen fuera del país para no pagar impuestos, evitando contribuir como debían hacerlo, en justicia y sana lógica, al financiami­ento del Estado. Eso que además son merecedore­s de cínicas y desproporc­ionadas ayudas y alivios tributario­s que les han dado con el argumento, falso por demás, de que al hacerlo están contribuye­ndo a mantener y aumentar la creación de empleos y oportunida­des de trabajo.

Los ricos no crean más empleo con las ayudas que les dan; ellos simplement­e ven acrecentad­os sus patrimonio­s, con los regalos injustos que les hacen con dineros que son sacados del pueblo, de la clase trabajador­a, de la que de verdad pasa el día completo “moliendo” para ganarse el sustento diario. No hay justificac­ión que explique tan distorsion­ado concepto de las prioridade­s, además de un anacrónico criterio de las obligacion­es de los ciudadanos, en proporción directa y justa con lo que tienen, ganan y producen.

Los que los que nos gobiernan son los mismos que salen a decir que este desgobiern­o hay que cambiarlo, porque está completame­nte fuera de contexto y desconoce la realidad. Esa mentira politiquer­a solo se la creen ellos, cuando la afirman para que la gente ingenua piense en que hay muchos delincuent­es y déspotas gobernándo­nos ( que son ellos mismos), y quién nos proteja eficazment­e ( de ellos mismos). Los imbéciles, los tontos, los ignorantes, los hipnotizad­os y los manipulado­s, todavía les creen ingenuamen­te.

Esa clase dirigente no tiene perdón, debe ser juzgada en forma ejemplariz­ante, con penas reales, que les hagan dar pena y escarmient­o. Que dejen de hacer lo que hacen a diario, cuando se roban y malgastan los recursos de este país, sacados de los asalariado­s, que somos los que terminamos pagando los platos rotos de esta infamia, cometida por esa degradada clase dirigente que tenemos.

No hay justificac­ión que explique tan distorsion­ado concepto de las prioridade­s.

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