Gravados y agravados sin remordimientos
Quieren volver fumigarnos. No les importa que haya sido prohibido hace ya varios años, después de larguísimas discusiones sobre el mal que hace ese veneno. Al final, basados en la evidencia, no tuvieron más remedio que prohibir su uso, porque estaban demostrados los daños que le hacía a la naturaleza, a los animales, a los insectos y a los humanos. No importaba que acabara con las especies indispensables para la germinación y la distribución del polen, la proliferación natural de la gestación, en un país en el que mucho de lo que cultivan los campesinos lo tienen que dejar podrir, porque el precio de venta no paga ni siquiera la recolección.
Quieren meternos a toda costa en una guerra más cruel y sanguinaria, que esa que cotidiana contra los delincuentes de todas las pelambres y categorías: los de cuello blanco, los comunes, los estafadores, los grupos insurgentes, las asociaciones para delinquir, dentro y fuera de la legalidad, que hacen parte de nuestra cultura subdesarrollada, llena de diferencias, como si todavía viviéramos en las que creíamos épocas superadas de civilizaciones feudales, con criterios de discriminación y diferencias, inaceptables en el mundo de hoy.
Al improvisado personaje que tenemos ocupando la presidencia de la República, por mandado de él, no le importa el caos que vivimos, la falta absoluta de una ruta, la ausencia de políticas coherentes, que se preocupen por el bien estar de un país, que no sale de la horrible noche que anunciaban con bombos y platillos en nuestro Himno Nacional.
Con cinismo sin par, sale para explicar los cambios en política económica, un ministro que carece del sentido elemental exigible a alguien que ocupe ese cargo, sentido común y solidaridad, apuntalados en principios de realidad fácticos, que son indiscutibles que cualquier individuo por ignorante, indolente y analfabeta que sea, ve a simple vista, en un mundo que vive una crisis humanitaria y económica de proporciones impredecibles, para afirmar que tiene que conseguir más dinero con los impuestos, pero sin que le importe que lo haga a expensas de exprimir y acorralar a una clase media, que no aguanta le impongan más obligaciones tributarias.
Eso pasa mientras los ricos de varias categorías, desde los muy adinerados, hasta los poseedores de inmensas e incalculables fortunas, muchas de las que tienen fuera del país para no pagar impuestos, evitando contribuir como debían hacerlo, en justicia y sana lógica, al financiamiento del Estado. Eso que además son merecedores de cínicas y desproporcionadas ayudas y alivios tributarios que les han dado con el argumento, falso por demás, de que al hacerlo están contribuyendo a mantener y aumentar la creación de empleos y oportunidades de trabajo.
Los ricos no crean más empleo con las ayudas que les dan; ellos simplemente ven acrecentados sus patrimonios, con los regalos injustos que les hacen con dineros que son sacados del pueblo, de la clase trabajadora, de la que de verdad pasa el día completo “moliendo” para ganarse el sustento diario. No hay justificación que explique tan distorsionado concepto de las prioridades, además de un anacrónico criterio de las obligaciones de los ciudadanos, en proporción directa y justa con lo que tienen, ganan y producen.
Los que los que nos gobiernan son los mismos que salen a decir que este desgobierno hay que cambiarlo, porque está completamente fuera de contexto y desconoce la realidad. Esa mentira politiquera solo se la creen ellos, cuando la afirman para que la gente ingenua piense en que hay muchos delincuentes y déspotas gobernándonos ( que son ellos mismos), y quién nos proteja eficazmente ( de ellos mismos). Los imbéciles, los tontos, los ignorantes, los hipnotizados y los manipulados, todavía les creen ingenuamente.
Esa clase dirigente no tiene perdón, debe ser juzgada en forma ejemplarizante, con penas reales, que les hagan dar pena y escarmiento. Que dejen de hacer lo que hacen a diario, cuando se roban y malgastan los recursos de este país, sacados de los asalariados, que somos los que terminamos pagando los platos rotos de esta infamia, cometida por esa degradada clase dirigente que tenemos.
No hay justificación que explique tan distorsionado concepto de las prioridades.