Elemental
El 7 de julio de 1930 murió el célebre escritor Arthur Conan Doyle a los sesenta y nueve años de edad, en Suecia. Se graduó en Medicina y le gustaba escribir y narrar la vida de su entorno.
En 1887 escribió una novela “La mancha escarlata” que le hizo conocer como expresivo y descriptivo escritor; lo mismo sucedió con “El signo de los cuatro”; pero su fama se extendió y la aclamación llenó su vida cuando publicó en 1894 la novela que le dio aceptación mundial: “Las aventuras de Sherlock Holmes”, en la cual narra las pesquisas de un detective que en asocio con su amigo el Sr. Watson llegan a resolver cantidad de oscuros casos que gustan a los lectores.
Fue tal la exigencia para que continuara escribiendo sobre esta pareja de investigación en casos de increíble complicación y sorpresiva resolución que se dedicó de lleno a escribir alejándose de la Medicina.
Los dos protagonistas afrontaban cada caso, investigaban con minucia y luego daban en el clavo de la solución; se hizo famosa la frase que Holmes decía a su compañero cada vez que encontraban respuestas claras a los diferentes casos: “elemental, mi querido Watson”.
Se refería a lo evidente que salía para esclarecer lo intrincado; lo elemental era lo que explicaba lo sucedido y abría camino a la solución; siempre se decía con aire de triunfo y sonrisa en los labios.
En la vida diaria los seres humanos necesitamos conocer lo elemental de nuestras existencias, aquello que explica el por qué y el para qué de lo que sucede. Si eres perezoso, vividor, mentiroso, corrupto, violento lo evidente y elemental es que tendrás fracasos, despidos, mal recibimiento en todas partes donde te conocen.
Si por el contrario eres de vida recta, activa, responsable, serena lo elemental es que vivirás con proyección a la felicidad, al bienestar, a la tranquilidad de conciencia.
Toda vida es una historia, logra esclarecer su camino quien encuentra lo elemental para vivir, lo seguro, bello y bueno. Jesus lo indica al decir: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.