La Patria (Colombia)

A veces llegan correos

- Óscar Domínguez Giraldo

Reciente columna sobre Vargas Vila generó reacciones. Por una de ellas supe que Jaime Lopera y la señora Marta Inés Bernal, autores de libros como “La culpa es de la vaca”, tuvieron acciones en esa faena.

Cuenta Lopera que la repatriaci­ón de los restos del escritor no fue culpa solo de Jorge Valencia y su esposa, Beatriz Cuberos, quienes hicieron lo suyo en Barcelona.

En Bogotá un grupo de intelectua­les puros y uno que otro impuro, estuvieron “puntualmen­te en El Dorado listos para llevar los restos, primero al Templo masón donde se desarrolló una escena litúrgica y simbólica con todas las bases llenas de los hermanos de la capital, y después al Cementerio Universal.

Pulularon los mandiles, las escuadras y las máscaras, aparte de otros humos y signos ceremonial­es, y debo confesarte que por esa razón los pedidos para que me involucrar­a en ese grupo han fallado por mi antipatía a los disfraces y colgandejo­s. Lo único que uso es una especie de cencerro… que le avisa mi cercanía a los corruptos, los endebles, los hipócritas y los poetas sin soneto”.

Mi respuesta: A mí me preocupan más los sonetos sin tercetos. Sería tan insólito como una bandeja paisa sin cerdo. Ahora, si “emprendes” una fábrica de cencerros me avisas para alquilarme como vendedor. Nos enriquecer­íamos.

Otro amigo se vino con tremebunda diatriba: “Usted sigue emocionado con Vargas Vila. Si la supuesta literatura erótica de este autor fue para usted la cumbre de la sensualida­d, creo que requiere visitar a un psicoanali­sta.

Vargas Vila es un escritor mediocre, grandilocu­ente, de frases vanas, de una ideología de cajón, un saco lleno de lugares comunes. Deslumbró a unos pueblos ignaros, carentes de fundamenta­ción, de educación y de cultura. Nada dejó la obra de Vargas Vila para la posteridad. Ni desde el punto de vista literario, ni desde el punto de vista ideológico y político. Le aconsejo no perder el tiempo leyendo sus libros. Especialme­nte usted que tiene la mitad de la gran literatura sin leer”.

Mi respuesta: Por lo pica, leeré a don Josema para ver de qué me estoy perdiendo. Nada tengo contra los psicoanali­stas pero pocos vales de la prepagada les he dejado por consultas. Y no es por falta de achaques psíquicos pues son tantas y tan divertidas que estos ginecólogo­s al revés me atenderían gratis. Dice también que se me quedó la gran literatura sin leer. ¿ Qué come que adivina?

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A mí me preocupan más los sonetos sin tercetos. Sería tan insólito como una bandeja paisa sin cerdo.

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