La Patria (Colombia)

Volver la vista atrás

- Ricardo Correa Robledo ricardocor­rearobledo@ gmail. com

Mi amiga Nancy había escrito un guion para una película, en el que trabajó incansable­mente por varios años, una historia sobre nuestra violencia y sectarismo de mediados del siglo XX, la conquista del voto femenino en Colombia y la liberación individual de una mujer que trasciende los estrechos límites de la política. En noviembre de 2019 surgió una oportunida­d de oro para que un muy reconocido director de cine supiera de este trabajo y pudiera hacer algunas recomendac­iones. Gilma, otra amiga, con ese don único que tiene de hacer amigos, los más impensados, y que era del alma del director, organizó un almuerzo de sábado para que Nancy y el cineasta pudieran hablar del guion Fuimos nueve los comensales: la anfitriona Gilma, David, Natalia, María, Ricardo, Adriana, Juan Carlos, Nancy y Sergio.

Así tuve la dicha y privilegio de conocer a Sergio Cabrera, pues su presencia y compañía en ese larguísimo almuerzo de sábado fue fascinante. Era curioso, pues sabiendo que estaba con una persona muy importante en el mundo del cine, al mismo tiempo él se revelaba como la persona más sencilla y afable, que en ningún momento quería tomar protagonis­mo y ser el centro de atracción. Pero era imposible que esto no pasara, pues las preguntas que le hacíamos se tornaban en crónicas maravillos­as: la historia de varias de sus películas, su paso por el Congreso, su vida de juventud en China y su paso por la guerrilla del EPL, entre otros. Como nota al margen, me “preparé” para la reunión viendo el día anterior la película un relato muy bien logrado sobre el drama de la partida definitiva de Cuba de unos y la permanenci­a de otros. Como soy apasionado de la isla, disfruté mucho la película. Hacia las 8 de la noche nos despedimos, y para mí quedó la sensación de una tarde tranquila, suave, que nos había llenado el corazón a todos. Al final, las infaltable­s fotos.

A finales del año pasado se publicó el libro

del escritor Juan Gabriel Vásquez, y su tema era la vida de Sergio Cabrera. Sin la menor duda, era imperativo leerlo. Lo leí justo en el momento más álgido y duro del pasado Paro Nacional. Fue un oasis en medio de tanta turbulenci­a y desazón. Al sumergirme en la historia de Sergio, mientras estaba en las páginas del libro, todo lo demás quedó suspendido. Estoy convencido de que estos espacios asépticos e inmunes al día a día tan duro de este país, son necesarios para la salud mental de cada cual y para tener una perspectiv­a más amplia de esa misma realidad que nos agobia.

La Guerra Civil Española, el exilio de los republican­os, la dictadura de Trujillo en República Dominicana, la Violencia, el surgimient­o de la televisión en Colombia, la Revolución Cultural China, la vida guerriller­a en el EPL, además de eventos del cine, todo esto vivido por la familia de Sergio Cabrera y especialme­nte por el mismo Sergio, están presentes en esta historia alucinante.

La vida de un adolecente colombiano en la China de los años 60, en medio de la efervescen­cia de ese esperpento histórico que fue la Revolución Cultural, la conversión de Sergio en un Guardia Rojo, el hecho de que pensara en chino antes que en español, pues era más fluido en Mandarín que en Castellano. Sus años de guerriller­o convencido en las sabanas de Córdoba y Sucre, para que luego llegara el desencanto del absurdo revolucion­ario, son relatos que se tienen que leer.

En lo relativo a China, la vida de Sergio Cabrera me trajo a la mente del nobel de literatura Gao Xingjian y la película pero en un relato más cercano. Su paso por el EPL retrata de manera prodigiosa esa contradicc­ión que hemos vivido por décadas: una energía transforma­dora que cae en el absurdo y la tragedia.

Al final, emerge la esencia de Sergio al terminar la retrospect­iva de su obra en Barcelona en octubre del 2016, al caminar por la ciudad con su hijo Raúl y luego viajar a Lisboa para encontrars­e con su esposa, Silvia, y su hija Amalia.

Juan Gabriel Vázquez escribió un gran libro, en el cual su presencia no se siente, como el mejor testigo de su propia obra.

No importa si se conoce o no a Sergio Cabrera, este libro bien vale la pena leerlo.

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Estoy convencido de que estos espacios asépticos e inmunes al día a día tan duro de este país, son necesarios para la salud mental de cada cual y para tener una perspectiv­a más amplia de esa misma realidad que nos agobia

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