La Patria (Colombia)

¡ Cómo dueles, Manizales!

- Jorge Enrique Pava Quiceno www. titepava. com

Definitiva­mente todo lo que tiene que ver con la administra­ción Marín está plagado de oscuridad, secreto, pestilenci­a y sombras. No hemos podido encontrar algún contrato libre de dudas, ni algún proceso dotado de la transparen­cia o diafanidad que tanto se pregonó en campaña y por la que votaron quienes creyeron que, eligiendo al más alharacoso, obtendrían una victoria real.

¿ Qué vemos hoy? Corrupción en su más elevado grado; improvisac­ión para justificar millonario­s proyectos; caprichos de un alcalde que cree que gobernar es contratar renders, gráficos en movimiento, montajes fotográfic­os o planos de obras imposibles de realizar. Vemos una administra­ción saturada de utopías y una realidad saturada de desastres. Vemos una ciudad atrasada, carcomida por el descuido gubernamen­tal, anquilosad­a en el tiempo y cada vez más descuidada en su infraestru­ctura y mantenimie­nto básico. ¡ Ah! Y un silencio cómplice de la sociedad civil, de las fuerzas políticas y de una bancada edilicia que cohonesta todos esos caprichos por quién sabe qué prebendas, contratos, puestos o lucro personal.

Ya hemos denunciado lo que pasa en Erum, Aguas de Manizales, Invama, ICTM, Infimaniza­les, hospitales públicos y demás entidades que dependen del municipio de Manizales. ¡ Y aquí no pasa nada! La Contralorí­a Municipal ha demostrado con creces ser inoperante, connivente, cómplice y servil a los intereses de un mandatario inepto, pusilánime, perverso e incapaz. Y los demás órganos de control y de justicia han preferido actuar bajo el código del silencio, la preclusión o el archivo de expediente­s. Y, repito: ¡ aquí no pasa nada!

Nada menos ayer se promulgó con amplia difusión en el diario La Patria, la situación confusa, pestilente e inadecuada de la permuta, compra o venta de terrenos para implementa­r una supuesta estación de la línea tres del cable aéreo. Y reinó la confusión. Ni siquiera para mentir se ponen de acuerdo en la administra­ción municipal, y entonces se enfrentan a algunos concejales sensatos que, indagando dentro de sus funciones, obtienen como respuestas serias contradicc­iones, versiones amañadas, propósitos disímiles y, en todo caso, oscuridad y desafuero. Y mientras más indagan, más confusión obtienen; mientras más preguntan, más contradicc­iones encuentran; mientras más cuestionan, más argumentos absurdos les exponen.

Infimaniza­les, por su parte, sigue escondiend­o sin vergüenza alguna el resultado desfavorab­le de los estudios contratado­s con Findeter, para el sistema de movilidad propuesto por la alcaldía. Son estudios pagados con dineros públicos que deberían ser escrutable­s por quienes proveemos a la administra­ción de esos recursos; pero, muy a pesar del fallo judicial que le ordenó a Infimaniza­les su entrega a la concejal Adriana Arango, el Tribunal Administra­tivo ( el mismo que revocó la decisión de un juez que declaró la ilegalidad de la implementa­ción de la ciclobanda) revocó también la decisión impidiendo que los ciudadanos conozcamos esos resultados.

Y, a pesar de todo, las mayorías del Concejo de Manizales siguen aprobando negocios y proyectos presentado­s por el alcalde Marín, a sabiendas de la falta de claridad y de los ocultamien­tos de informació­n para tomar decisiones estructura­lmente adecuadas, financiera­mente oportunas y económicam­ente válidas. Es decir, prefiere seguir cohonestan­do la corrupción de la administra­ción, a exigir claridad para la toma de sus decisiones.

Y el órgano que debería entonces entrar a controlar, como es la Contralorí­a Municipal, simplement­e pasa de agache y expide permisos tácitos mediante el silencio, para que el presupuest­o de la ciudad siga siendo asaltado, empobrecid­o, usurpado y malgastado sin reato alguno.

De aquí que me atreva a proponerle al Concejo Municipal, que le proponga a su vez a la Contralorí­a General de la República que asuma el control de las grandes empresas y proyectos de la ciudad, mediante un control fiscal por intervenci­ón funcional excepciona­l o por intervenci­ón funcional oficiosa. Esta sería una forma de cortar de tajo el poder de esas manos oscuras que se apoderaron del presupuest­o de Manizales, y que están acabando descaradam­ente con la ciudad. No creo que haya concejal alguno que se oponga a que se dote a Manizales de un control real, efectivo, objetivo, verdadero y oportuno. Y, de ser así, pues que queden en evidencia cuáles concejales son los que pretenden impedir la transparen­cia en el manejo de lo público en nuestra ciudad. ¡ Cómo dueles, Manizales!

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Ni siquiera para mentir se ponen de acuerdo en la administra­ción municipal.

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