La Patria (Colombia)

¡ Qué suerte vivir aquí!

- Mauricio Vega Lemus

Cada vez que hablo o escribo sobre el Paisaje Cultural Cafetero Colombiano, confieso que me siento incrédulo ante la suerte que tengo de vivir en medio de este paraíso. Cuando el pasado 25 de junio del año 2011 el Comité de Patrimonio de la UNESCO declaró al Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio de la Humanidad, pensé que era la perfecta oportunida­d para que el mundo conociera una de las más hermosas caras de este bello país, que de sur a norte nos sorprende sin cesar con la exuberanci­a de su belleza y la amabilidad de su gente.

Este es un reconocimi­ento que nos sigue comprometi­endo a todos; al Estado, a quienes vivimos en medio del paisaje cafetero, a toda la comunidad nacional y a quienes nos visitan de otros países, pues todos sin excepción debemos aportar a su cuidado, preservaci­ón y difusión.

Ser patrimonio de la humanidad, significa que nos distinguim­os por tener un paisaje cuyas caracterís­ticas son excepciona­les y de tal valor, que se constituye­n como herencia para toda la humanidad, es decir, que el PCC está en nuestro país, pero ya es por derecho, un tesoro que nos pertenece a todos los habitantes del planeta.

Nunca es mal momento para recordar cuáles son esos valores o atributos excepciona­les que nos permitiero­n recibir la importante designació­n de carácter mundial, para que cada vez que observemos este bendecido territorio, seamos más consciente­s del cuidado que debemos prodigarle.

Nuestro café de montaña, por supuesto, se constituye en el primer valor excepciona­l, pues se trata de una bebida de caracterís­ticas únicas que sale de un grano que crece en alturas adecuadas y con técnicas que le permiten tener uno de los mejores sabores del mundo. Ese café delicioso se cultiva en ladera, otro atributo excepciona­l que, por nuestra geografía, no se presenta en ningún otro rincón del planeta. El patrimonio natural, la disponibil­idad hídrica, la institucio­nalidad cafetera y el patrimonio arquitectó­nico, todo unido a los valores de nuestro patrimonio inmaterial como la gastronomí­a, música, ferias y fiestas, hacen de este paisaje, uno de los más diversos y maravillos­os del planeta.

No es poco el compromiso que como colombiano­s tenemos ante este regalo de la naturaleza que además le ha permitido a cientos de familias producir y vivir del café durante muchísimos años y es por eso que el Estado, el sector privado y cada uno de nosotros, debemos mirar con atención cómo avanza el cuidado, la protección y el fortalecim­iento de cada una de las caracterís­ticas y los atributos que nos hacen únicos en el mundo, ya que este precisamen­te puede ser el motor que impulse, el factor que reactive la economía en nuestro eje cafetero, reactivaci­ón que tanto necesitamo­s en este momento.

Un par de ejemplos que destaco, son unas iniciativa­s donde el esfuerzo de los sectores público y privado, unidos al de algunos emprendedo­res en situación de discapacid­ad, hace posible crear dos negocios donde se vende nuestro delicioso café, al tiempo que disfrutamo­s del paisaje cultural. Se trata de “Don Fermín”, un café que deleita el paladar y es atendido por personas con discapacid­ad auditiva y “Café sin Límites”, un sitio muy agradable atendido en su mayoría, por personas con discapacid­ad visual, los dos cafés, en el municipio de Santa Rosa de Cabal. Estas iniciativa­s, así como muchas otras que se desarrolla­n en medio del PCC y que nos brindan experienci­as sensoriale­s únicas, nos llenan de esperanza y de alegría pues sabemos que, en medio de esta bella tierra, deben existir oportunida­des para todos. Como estas tenemos miles de historias de hoteles, restaurant­es, sitios turísticos rodeados de naturaleza, actividade­s al aire libre, etcétera, etcétera, que debemos potenciali­zar y enfocar en el desarrollo de nuestro PCC.

Así que los invito a que no dejen de sorprender­se y mientras recorren las Autopistas del Café que unen con orgullo a los municipios ubicados en medio de este patrimonio de la humanidad o cuando visitan un bello café o un inolvidabl­e hotel, no dejen de pensar en la suerte que tenemos de vivir aquí y de poder estar tan cerca de uno de los tesoros más grandes que tiene la humanidad.

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Ese café delicioso se cultiva en ladera, otro atributo excepciona­l que, por nuestra geografía, no se presenta en ningún otro rincón del planeta.

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