Reglamentan … el asesinato
Señor director:
“Reglamentan, por fin, la eutanasia” : éste era uno de los titulares del noticiero de Caracol en días pasados. Con tal información, se daba a conocer que el Ministerio de la Salud había dictado la Resolución N° 971, en la cual se establecen condiciones para que los médicos y las instituciones de salud practiquen legal y obligatoriamente el homicidio, poniendo fin a la vida de alguien que padece enfermedad grave y pide que se ponga fin a su sufrimiento. Y, El Tiempo, en columna editorial, le reclama al Congreso de la República, enrostrándole que “ha eludido su responsabilidad durante 24 años”, y exigiéndole que “cumpla su deber” de reglamentar la eutanasia. Y como siempre, en un lenguaje calculadamente eufemístico, plagado de expresiones ambiguas, ejerce presión y constreñimiento sobre los legisladores para que pisoteen, una vez más, los imperativos de la ley natural, que es ley de Dios, y como tal está por encima de cualquier disposición de ley positiva. En la resolución ministerial citada, en el editorial que estoy glosando, y en muchos otros escritos y comentarios de los medios de comunicación, se sigue llevando adelante la tarea de confundir a los ingenuos, de ir inoculando errores disfrazados de verdad, y con ello minando los cimientos éticos en el pensamiento de los lectores u oyentes, siempre mediante el artilugio de no llamar las cosas por su nombre, de asignarles a las peores aberraciones nombres que no despierten suspicacias ni expresen la realidad de lo que se pretende justificar. Ahora el suicidio y la eutanasia ya no son, como lo establece el CEC. Bueno será recordar, - una y mil veces, aunque parezca majar en hierro frío – lo que la Iglesia nos enseña a los católicos sobre la eutanasia. Son múltiples los textos que están a nuestro alcance para beber esa doctrina. Baste el siguiente, diáfano como el que más, y que no deja resquicio de dudas. Guárdenos Dios del “progreso” que consista en aceptar todas las aberraciones, extravíos y falsedades que hoy se presentan como muestras de modernismo y desarrollo; y guárdenos de ungir con nuestros votos, en las futuras jornadas electorales, a candidatos que propongan lo que, como la eutanasia o el aborto, son y serán siempre crímenes abominables. Mario García I.