La Patria (Colombia)

Arte para los negacionis­tas de la verdad

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Escena 1: Esta semana circuló una nueva versión del contrainfo­rme del Centro Democrátic­o al Informe Final de la Comisión de la Verdad. En la cartilla que narra un país paralelo que yo jamás he habitado, el expresiden­te Álvaro Uribe escribe que los falsos positivos fueron una estrategia para desprestig­iarlo a él: “Me pregunto con rabia ¿a quién se le ocurrió asesinar inocentes? Los falsos positivos parecieron una estrategia para deshonrar la Seguridad Democrátic­a y afectar a un Gobierno que había conquistad­o cariño popular”, dice el imputado. Ahora resulta que Uribe también se pregunta “¿Quién dio la orden?”. Se trata de una lavada de manos bíblica, comparable con la de Poncio Pilatos.

Escena 2: El Festival de Teatro presenta la obra “Salida al sol, camino a la paz”. En el enorme escenario del Fundadores y entre más de 20 artistas en tarima, retumban las voces de Luz Marina Bernal y Lucero Carmona, dos madres de Soacha que le enrostran al público la tragedia de sus hijos, reclutados con la ilusión de un trabajo y reportados luego como falsas bajas en combate. Mientras ellas hablan, sobre el telón de fondo se proyecta una imagen gigantesca que es el símbolo de su drama: el número 6.402 escrito con rojo sangre, que recuerda que hay otras 6.400 madres que preguntan con dignidad

“¿Quién dio la orden?”.

Escena 3: En un espacio de diálogo organizado por el Festival de Teatro la excomision­ada Lucía González dice que un país sin arte es como una casa sin puertas ni ventanas: “Ventanas para ver hacia el mundo y puertas para mirarse hacia adentro”. Cine, teatro, literatura, pintura, música, danza, fotografía y las artes plásticas vienen documentan­do desde hace rato el conflicto armado colombiano, en lenguajes que permiten abordar de manera oblicua temas difíciles y llegar a públicos más amplios, como los que decidieron que no van a leer ni media página del Informe de la Comisión de la Verdad, pero por si las moscas se declaran en contra.

Escena 4: El Informe Final de la Comisión de la Verdad sobre el Eje Cafetero documenta que en esta región se cometieron al menos 452 falsos positivos, de los cuales 235 ocurrieron en Caldas. «Cuando a él lo bajaron yo lo único que sé es que él gritó: “Yo no le he hecho nada a nadie. No me vayan a hacer daño”, cuando ya fueron los tiros. Ahí lo dieron de baja y ya llegamos al batallón. Allá nos presentaro­n donde mi mayor: “Muchachos, los felicito, muy buen trabajo, ojalá sigan así”, “ah, bueno, señor”, “entonces ahora se me van y se alistan pa’ que salgan pa’ su casa y se me quedan acá los soldados que van [a] atestiguar, que yo voy [a] asesorarlo­s y yo me voy a encargar de las cosas de la Fiscalía”».

Escena 6: Para los negacionis­tas del Informe Final de la Comisión de la Verdad está el arte. En «Cada oscura tumba», la novela que Octavio Escobar Giraldo presenta esta tarde en la magnífica Feria del Libro que se realiza en Expofuturo, en Pereira, el autor escribe: “Lo habitual era que un reclutador comenzara a ir a un barrio popular, identifica­ra a las posibles víctimas, ganara su confianza, les ofreciera un trabajo que pudiera llamarles la atención, sencillo y con buena paga, y cuando tenían todo listo, los subían a un transporte y se los llevaban a otra zona del país, donde nadie los conociera. Entonces los detenían en un retén, fingían un enfrentami­ento o los asesinaban directamen­te”.

Escena 7: En la cartilla “Convocator­ia a la Paz Grande” del Informe Final, la Comisión de la Verdad explica: “No compartimo­s aquella posición según la cual hay muchas verdades que valen igual sobre un mismo asunto. Las diversas opiniones e hipótesis son para la Comisión parte del proceso de búsqueda, pero no verdades en sí mismas”.

Escena 8: Hace pocos días el exgeneral Mario Montoya, cuyo rostro aparece en todos los carteles de “Quién dio la orden”, declaró a puerta cerrada ante la Justicia Especial para la Paz, JEP, que los falsos positivos fueron un engaño de los soldados rasos a sus comandante­s. ¡Ay, la inteligenc­ia militar! Si no fuera tan trágico, valdría como sainete.

 ?? ?? ¡Ay, la inteligenc­ia militar! Si no fuera tan trágico, valdría como sainete. Adriana Villegas Botero
¡Ay, la inteligenc­ia militar! Si no fuera tan trágico, valdría como sainete. Adriana Villegas Botero

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