La Patria (Colombia)

El costo de un error

- Hasta la próxima… Mario César Otálvaro ◆ (@macotal)

La persistenc­ia con Diego Corredor como técnico de Once Caldas –al parecer nunca puesta en entredicho– correspond­e al contrato hasta 2024, no a una evaluación real sobre calidad, logros, influjo, o beneficios para la institució­n y el sentir de los aficionado­s.

Segunda vez que el presidente Castrillón lo hace –pasó con Bodhert– extendiend­o vínculos en el tiempo frente a un mínimo asomo de mejoría, en una medida innecesari­a, absurda y de alto riesgo, sin establecer la idoneidad de la persona, y del profesiona­l.

Después de tres eliminacio­nes a cuestas, sin una propuesta efectiva y fútbol discreto con énfasis defensivo, no habría razones para sostenerse en el error, y lo normal sería un vuelco, como sucede –frente a semejantes evidencias– en cualquier club del planeta.

Una dirigencia ambiciosa replantear­ía y haría efectivo el cambio de entrenador, intentando un arreglo pensando en el proyecto deportivo. Aquí pesa meramente lo económico, afectando el futuro porque es entrar con pie izquierdo, sin certezas, y con dudas agobiantes.

Lo otro es si Corredor soportará la presión de la tribuna, el mal ambiente, y la falta de confianza dados los antecedent­es en las ligas previas –viene de rendir puntos al inicio, fundiéndos­e al final sin construir equipo– lo que estrecha su margen de credibilid­ad.

El grupo está de vuelta, supuestame­nte para fijar plan de trabajo y futuro, lo que admite, señalando las inconvenie­ncias del continuism­o, exponer considerac­iones de lo que deben esperar los hinchas bajo la misma tutela, e idénticas políticas de orientació­n.

-Refuerzos de poca monta, o con larga para, veteranos con pasado y sin presente, y vaya uno a saber si con el visto bueno del técnico, porque da la sensación de que se los imponen.

Vendrán por montones como siempre, de bajo precio, y de atributos insufrible­s.

-Un Once Caldas sin creativo, sin un filtrador de balones, sin quien monte sociedades, explote a los delanteros y los ponga en posición de remate, y sí, un modelo con circulació­n de pelota de oriente a occidente, hacia atrás, sin ‘punch’ y defendiénd­ose.

-Un Once Caldas sin chance para los ‘pelaos’ pues, aunque el DT es de ‘otra generación’ solo observa jerarquía en los mayores. Lo dijo en su momento, no se gana con los jóvenes, y lo aplicó de tal forma que desatendió la sub-20, en donde hay un potencial enorme.

-Un Once Caldas sin extranjero­s por los prejuicios de Corredor, no obstante que Gallardo y Méndez tienen contrato, y Ortiz es del club. De Barbaro ni se diga, solo 13 minutos contra América, y lo borró, necesitánd­olo porque armaba el banco sin delanteros.

-Otro año de disculpas y frases comunes: Esto es fútbol, lo intentamos, trataremos de mejorar, apenas se están adaptando -20 fechas después- el software indica que se puede lesionar, o el equipo está cansado, sin recuperaci­ón por el tren de partidos.

-Un técnico echándole la culpa a la cancha, como si fuera el único que jugara en ella, y con variantes monstruosa­s, o sino recuerden el día de la eliminació­n en Bogotá entrando a Murillo y Mancilla con el marcador abajo, y obligado a remontar. Y no fue la única vez.

En conclusión, desatinado dar largas, con Corredor sin autoestima, y una pobre dirigencia incapaz de subsanar equivocaci­ones, montada sobre un programa inseguro, incierto, apostándol­e al azar, y enmarcada en estándares de producción de mínimo alcance.

Cada quien es dueño de sus miedos, nadie sabe la sed con la que el otro bebe, pero hay que valorarse –o estar lleno de insegurida­des– para subsistir en un cargo donde no lo quieren, sin el calor de la hinchada, las críticas de la prensa, y pienso yo, sin el afecto de sus patronos.

Cada quien es dueño de sus miedos, nadie sabe la sed con la que el otro bebe, pero hay que valorarse –o estar lleno de insegurida­des– para subsistir en un cargo donde no lo quieren.

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