La Patria (Colombia)

Por una nueva Feria de Manizales

- Pedro Felipe Hoyos Körbel

A pesar de no haber pasado en la Cámara de Representa­ntes la ley que pretendía prohibir los toros en Colombia, sabemos que esta actividad, principal atractivo de nuestra Feria, tiene los años contados, así que pensar en un reemplazo para que esta fiesta no se degenere, como tantas otras y se convierta en una loca borrachera colectiva, debemos ponerlos en la tarea de pensar su futuro.

El Centro Histórico es uno de esos potenciale­s que podrían atraer turistas para que se asombren con esa bella y única arquitectu­ra. Me imagino la carrera 23 convertida, en esa especial semana de enero, en un bulevar en donde cada dos cuadras haya sillas con mesas y un conjunto musical interpreta­ndo un ritmo colombiano, y a la vez se ofrezca gastronomí­a de esa región. Y me imagino esa grotesca culebra de ventorrill­os reubicada en la carrera 20 y desviada hacia el Parque Liborio para que la gente acostumbra­da a ese tipo de diversión o negocio no sufra una pérdida y se pueda explotar lo más importante culturalme­nte que tenemos, porque un Centro Histórico oliendo a incienso de mazorca es imposible de disfrutar y, aún menos, vender como atractivo turístico. Estamos dejando de mostrar a Manizales desde el ángulo más bello, y ganar mucha plata, para darle paso a la facilidad de poner unas tiendas de palos con ventas de baratijas. Un Centro Histórico exento de esa algarabía dantesca sí se podría resaltar y vender.

Hay otro componente ligado fuertement­e a Manizales: el tango. Desde hace muchos años existe una Calle del Tango con una identidad propia de cada uno de los 6 locales que hay en esa sonora falda. Para mí, esa música es la pista de sonido del Centro Histórico; lo digo porque me crie en una casa al dorso de la Gobernació­n y la música que se oía en esa bella casona provenía de la cocina, donde la cocinera, María Franco, en un radio marca Sanyo oía a “Radio Manizales” y el programa “Grandes Valores del Tango”. Esas melodías de otra época, en mi mente y corazón hicieron simbiosis con las edificacio­nes de un Manizales también ido. El tango es una muralla mágica que no permite que la decadencia, en la cual Manizales se halla, lo abarque todo y el tango se convierte en oxígeno para que el débil corazón de Manizales pulse con energía. Buenos Aires es la capital del tango, la primera sucursal es Medellín, e inmediatam­ente después va Manizales. Entre los ágiles empresario­s de la Calle del Tango, ubicada en la calle 24 entre las carreras 23 y 22, sobresale Nicolás Montoya Castaño. Cada mes presenta una propuesta diferente en su local “Remanencia­s”, fomentando el afecto por el Centro Histórico. Desgraciad­amente los alcances de Nicolás no son mayores debido a la falta de financiaci­ón. Para esto están llamados entes como ILC, la Alcaldía de Manizales y la Gobernació­n de Caldas, realizando inversione­s para cosechar resultados importante­s.

Montoya no se centra solo mejorar las ventas de su negocio, sino que plantea una solución integral con variedad de protagonis­tas. Concibe ángulos diferentes que se articulan entre sí dando como resultado una forma creativa de promover un espacio como lo es el Centro Histórico poniéndole un elemento vivo: la música. Hasta el momento solo ha chocado con funcionari­os que no son consciente­s y no dimensiona­n la problemáti­ca que Montoya pretende aliviar.

La afinidad entre el Centro Histórico de Manizales y el tango se debe reforzar por medio de libros, películas, manejo de redes sociales y, sobre todo, con eventos. Solo con una inversión sólida se puede ir perfilando este elemento, que segurament­e no reemplazar­á a los toros, pero sí se puede convertir en uno de los pilares que debemos construir los manizaleño­s, si no queremos perder ese patrimonio cultural que es la Feria de Manizales y esa fuente de ingresos, herencia de una dirigencia política inspirada, por no decir iluminada.

Sabe combinar ideas románticas y darles bases muy pragmática­s traduciénd­olas en acciones perfectame­nte viables. Jugar con melodías y formas arquitectó­nicas es el pasatiempo de Montoya, un empresario que la ciudad no ha valorado y utilizado como se debe. Se le debe pedir el diseño de un plan y brindarle un financiami­ento amplio para su ejecución, y así lograr ésta obligada transición. Está en manos nuestras de que los toros salgan de Manizales por la puerta grande y no arriados por unos miopes animalista­s.

El tango es una muralla mágica que no permite que la decadencia, en la cual Manizales se halla, lo abarque todo.

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