La Patria (Colombia)

Preguntas fundamenta­les de un filósofo

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Fernando-Alonso Ramírez @fernalonso

Papel Salmón

“No son pocas las ocasiones en que la política viene a remediar errores científico­s y tecnológic­os”. Esta es una de las tantas frases con las que nos pone a pensar el filósofo español, vasco para más señas, Daniel Innerarity, quien fue invitado como personaje central a la entrega del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, que se cumplió el miércoles en Bogotá.

El filósofo debió cancelar de último momento su visita, pero envió una charla profunda sobre las muchas preguntas que se hace, lo que resulta ser su trabajo. De esa intervenci­ón, el presidente, Gustavo Petro, que asistió a la sesión, se quedó con dos ideas. Una, la de la eterna crisis que deben afrontar los estados y que hace que los gobernante­s estén en emergencia permanente. La otra tiene que ver con que los científico­s tienen las respuestas.

Sin embargo, si se lee a Innerarity más profundame­nte, lo que dice sobre este tema es relativiza­r el poder y el conocimien­to. Recuerda que “la ciencia es habitualme­nte una actividad que exige tiempo, que fracasa la mayor parte de las veces y requiere paciencia” y, en igual sentido, que “la ciencia asesora, pero no sustituye”.

Esto significa que no podemos pensar en la tecnocraci­a a rajatabla como mandante de las soluciones a todos los problemas de lo público, sino que la democracia precisamen­te es la conversaci­ón de los que saben con los que no, y de que esos dos mundos deben encontrars­e para caminar juntos por un mejor planeta.

La sociedad del desconocim­iento es un título provocador para estos tiempos en que se habla tanto de la necesidad de las ciudades del conocimien­to, como en Manizales, donde se cacarea de ser cerebro de Colombia y eso se ratificó esta semana en los diálogos vinculante­s que promueve el Gobierno Nacional de cara a la construcci­ón del Plan Nacional de Desarrollo.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que de nada sirve tener muchas conexiones de banda ancha o miles de empleos generados por las empresas de base tecnológic­a, si no se tiene reflexión o nuevo conocimien­to que se produzca alrededor de esos temas. No basta con infraestru­ctura y servicios, lo que más se necesita son mentes capaces de aprovechar aquello para producir cosas nuevas o las mismas, pero mejores. Porque la clave del crecimient­o, ya se conoce, pasa por una sociedad que disponga de personas muy educadas y creativas.

Por eso, no son suficiente­s los científico­s para gobernar el mundo. Dice Innerarity: “Quien asesora a los gobiernos ha de ser consciente de que el saber del asesoramie­nto se distingue de otros saberes por el hecho de que ha de ser, al mismo tiempo, científica­mente correcto y políticame­nte útil y realizable”. Precisamen­te por no tener en cuenta esto, se han cometido tantos errores.

Tampoco tiene sentido, por supuesto, decidir sin el saber científico. La invitación del filósofo es a sopesar, a tomar distancia y a decidir, sí con el saber científico, y también con la aplicación en el mundo real, para lo que vale la pena tener en cuenta a la opinión pública.

El libro se divide en cuatro grandes apartados:

y

En cada apartado van varios capítulos sobre estos temas que al final hablan de lo mismo, con sus matices: la importanci­a de ser consciente­s de nuestras limitacion­es en el conocimien­to; de las paradojas de la tecnología que sirve para tanto y nos amenaza al mismo tiempo; de la importanci­a de entender que vivimos en un mundo en permanente crisis; tiene brillantes reflexione­s en torno al aprender y a los sistemas educativos; y de invitarnos a darnos cuenta de que estamos en un momento importantí­simo del desarrollo, pero al mismo tiempo sin tener muy claro esto en donde terminará. Y muchas preguntas más, que para eso están los filósofos.

Léanlo y #HablemosDe­Libros y de la necesidad de aprender a entender todo lo que desconocem­os para preguntarn­os mejor

Subrayados

Es un título provocador para estos tiempos en que se habla tanto de la necesidad de las ciudades del conocimien­to, como en Manizales

Aprender: ponerse en disposició­n de realizar experienci­as sorprenden­tes y modificar la propia conducta de acuerdo con esos descubrimi­entos.

El saber es más que informació­n con utilidad inmediata; es una forma de apropiació­n del mundo: conocimien­to, comprensió­n y juicio.

La sociedad del conocimien­to es aquella en la que podríamos prescindir de las personas inteligent­es, pero no de los sistemas inteligent­es.

Estar gobernados por personas irreprocha­bles moralmente no nos asegura en absoluto que vayamos a estar bien gobernados.

Con la digitaliza­ción nos va a pasar algo similar a lo que nos ocurrió con la globalizac­ión; creíamos que lo global suprimía lo local, y tardamos un tiempo en entender que únicamente se modificaba­n las relaciones entre ambas realidades.

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