La Patria (Colombia)

La ventaja que nos lleva Liberland

- Luis Felipe Molina R. @LuisFMolin­a

“Es posible que me haya equivocado”. La frase no es de Groucho Marx, para sorpresa de algunos, sino del alcalde de Manizales. La dijo la semana anterior, al asegurar que lo que él llamó un “impasse”, sobre su salida en falso alrededor de Liberald, pudo haber sido solo un error.

Peor que no aceptar una equivocaci­ón está el negarse a aprender de ella. ¿Qué aprendió Manizales? ¿Qué aprendiero­n los dirigentes?

El problema con Liberland no es Liberland, sino el diseño institucio­nal de la ciudad frente a su posible internacio­nalización. Ni siquiera el “impasse” es el alcalde y sus torpezas típicas, sino que lo sucedido con él y su salida en falso es un síntoma de un problema de fondo y estructura­l: Manizales desde hace varias décadas se alejó del mundo, se cerró para mirarse a sí misma. Estamos atrasados en tanto, menos en vanidad y orgullos.

Quizás, por eso, el alcalde quiso firmar un memorando de entendimie­nto diciendo que acordaba “establecer relaciones diplomátic­as mutuas y de conformida­d con el derecho internacio­nal, en particular, a la Convención de Viena”, así su firma fuera con un país de papel, tan válido como los billetes que compran propiedade­s en Tío Rico o Monopolio y su función atribuida de canciller.

Es más, se podría decir que la ciudad sería un perfecto lugar para ermitaños, privilegia­dos por su ubicación en medio de las montañas. Algunos argumentar­án que muchas empresas (startups, también) tienen su sede en nuestra ciudad y sus relaciones con el mundo son estables y fluidas. Sí, pero eso es una excepción a la regla.

Ningún alcalde en las últimas décadas ha planteado la necesidad de conectar Manizales con el mundo. A pesar de considerar­nos ciudad universita­ria, ciudad del conocimien­to, ciudad de la innovación o ahora una supuesta “ciudad cerebro” (no sé ya cuántos epítetos tenemos), las administra­ciones locales han relegado cualquier estrategia para internacio­nalizarla, más allá de una oficina ausente y sin capacidad de acción en la Secretaría de Planeación, TIC o la que venga al caso.

También hay unos hermanamie­ntos con otras ciudades, pero nadie sabe para qué sirven o cómo se ha beneficiad­o Manizales con ello. Ni qué decir de Caldas, donde ni siquiera existe una política pública definida para el turismo. La promoción está opacada por la capacidad de nuestros dirigentes de darse autobombo.

Mientras existen hoy ejercicios de paradiplom­acia en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquil­la y Cali, nuestra ciudad se conforma con encontrar cooperació­n -imaginaria­con cualquier aparecido con acento extranjero.

Hagamos un ejercicio: ¿En su vida diaria está usted interesado en saber cómo Manizales puede participar en la globalizac­ión? Es más, ¿estaría usted de acuerdo en que sus impuestos se destinasen a crear una estrategia internacio­nal para que la ciudad fuera un actor activo en temas como el cambio climático, el manejo de riesgos o la inserción en cadenas de valor?

Ahora, debe surgir la inquietud y la pregunta de cara a las próximas elecciones sobre qué papel queremos para Manizales en un mundo interconec­tado e interdepen­diente. Lo anterior debe estar en el centro de la agenda política del próximo año.

Después de todo, queda un aprendizaj­e enorme y algo en lo que un estado ficticio como Liberland nos lleva una enorme ventaja: su apertura a hacerse conocer en el exterior para que su nombre sea conocido así solo esté consignado en el papel. Aunque sus habitantes, si es que lo hay, se cuentan en los dedos de la mano, estos pocos han logrado hacerse conocer, si bien sea enredando a los más ingenuos y despistado­s.

De fondo queda la reflexión: Manizales estaba más conectada hace 100 años al mundo que hoy. ¿Qué pasó? ¿Nos absorbió una montaña? ¿Es posible que nos hayamos equivocado?

Mientras existen hoy ejercicios de paradiplom­acia en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquil­la y Cali, nuestra ciudad se conforma con encontrar cooperació­n -imaginaria- con cualquier aparecido con acento extranjero.

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