La Patria (Colombia)

Mejores tiempos, mejores aprendizaj­es

- Cristóbal Trujillo Ramírez

En la columna anterior manifesté mi profunda preocupaci­ón acerca de la gran brecha que existe en Colombia entre los tiempos escolares que estudian los niños de las escuelas oficiales y los tiempos de los niños de las escuelas privadas. Agradezco el comentario de un lector que llamó mi atención, porque decía que ya habíamos logrado recortar muchísimo esa distancia por medio del programa de jornada única que se venía aplicando en Colombia en los últimos tres gobiernos.

Es muy particular el modo como surgen y se acaban los programas del sector educativo en Colombia. En el primer mandato de Santos se implementó la jornada única, y fue caótica: no se contaba con la infraestru­ctura necesaria ( comedores, restaurant­es, baterías sanitarias), tampoco se había definido la programaci­ón curricular ni existía la planta docente requerida.

A pesar de estas limitacion­es, se inició dicho programa que poco a poco se fue estabiliza­ndo, aunque de manera insatisfac­toria, porque pareciera que los niños de los colegios públicos no tienen ni el derecho ni la esperanza de contemplar grandes logros; absolutame­nte todo es mínimo y básico para ellos.

Podríamos decir que la jornada única contaba con las condicione­s necesarias, se abrieron restaurant­es escolares, se aumentaron las baterías sanitarias y se construyer­on nuevas aulas, incluso con una bonanza nunca vista, porque a través del FIE ( Fondo de Infraestru­ctura Educativa) se ejecutaron a lo largo y ancho del país las construcci­ones escolares que jamás se habían edificado. Pero cuando este programa empezaba a estabiliza­rse, por lo menos en sus condicione­s mínimas, llegó el nuevo gobierno y no quiso saber nada al respecto. Debo manifestar que estoy de acuerdo con esta posición.

La jornada única en Colombia empezó con dos horas de clase adicionale­s diarias por un acuerdo entre el Ministerio de Educación Nacional y Fecode; pero aún no lo entiendo, dado que se rebajó a solo una hora. ¿ Por qué a Fecode le interesa que los niños no tengan las horas de estudio suficiente­s? ¿ Por qué esta exigencia hace parte de un pliego de negociació­n? Pero mi reparo mayor frente a la jornada única consiste fundamenta­lmente en que nunca puso como principal prioridad el asunto de los aprendizaj­es. No se trata entonces de aumentar los tiempos si no se mejoran los aprendizaj­es. En el sistema educativo colombiano es urgente equilibrar la ecuación “Más y mejores tiempos escolares = Más y mejores aprendizaj­es”.

Cuando hablamos de mejores aprendizaj­es tenemos que observar de inmediato cuáles son los aspectos o dimensione­s que carecen de atención en la escuela o que, aun teniéndola, no poseen los atributos de calidad para que se materialic­e el derecho a la educación. Este no consiste en abrir las puertas de la escuela y asignarle un cupo a un infante. Honrar el derecho a la educación en su más pura acepción es permitirle al niño que asista con regularida­d a una institució­n educativa segura, limpia, bella, funcional y cómoda, y que le permita acceder al conocimien­to y al desarrollo, y promociona­r su vida.

Por lo anterior, considero muy acertado que los niños en Colombia asistan a la escuela en jornada extendida no solo a desarrolla­r programas de lúdica, recreación y bellas artes, sino a desarrolla­r y fortalecer su dimensión psicoemoci­onal. Asimismo, los niños deben ir a la escuela a aprender, y aunque la alimentaci­ón escolar debe ser un programa adicional que mejore sus condicione­s, este no constituye la esencia de la escuela. De ser así, solo necesitarí­amos comedores comunitari­os.

Los niños deben ir a la escuela a aprender, y aunque la alimentaci­ón escolar debe ser un programa adicional que mejore sus condicione­s, este no constituye la esencia de la escuela.

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