La Patria (Colombia)

Viaje al corazón de Albert Camus

- Luis Guillermo Giraldo

Pretencios­o título, pero, así y todo, tratemos de acercarnos, como en una escuela de sensibilid­ad y compromiso­s humanos, al alma del personaje, uno de los escritores más influyente­s del siglo XX, premio Nobel, artista de la palabra, fiel batallador de muchas valederas causas políticas. Aquellos marxistas y estalinist­as que lo atacaron con saña por sus cuestionam­ientos a los regímenes comunistas y totalitari­os, más bien, por sus respuestas, las de Camus, lo convirtier­on en un profeta del humanismo. Nacido en 1913 en Mondovi, Argelia, en ese tiempo colonia de Francia, hijo de madre española, lavandera de ropa, y de padre francés muerto en combate en la primera guerra mundial cuando aún no había cumplido un año; frágil, tísico y pobrísimo, vivió en permanente don de gratitud: “la pobreza nunca me pareció una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas. Iluminó incluso mis rebeldías”.

Si en un político la vida y la obra nunca podrán separarse, en un artista o en un escritor es posible que disuene la una de la otra sin menoscabo de la segunda. Villon fue un pillo, y al mismo tiempo un gran poeta. De Verlaine y Rimbaud, sus andanzas no son ejemplo para nadie, aunque, no obstante, su poesía, la de ambos, es grandiosa. Caso patético el de Séneca, en el cual su vida contradice su obra; o viceversa. Aquella, su vida pública, no consigue demeritar la autoridad moral de lo que escribió, y esto lo leemos y lo citamos -o sea al mismo Séneca, en sí- con respeto y acatamient­o, incluso con considerac­ión a Nerón. En Albert Camus la vida y la escritura se unieron para dar un ejemplo, raro en la literatura universal: la del artista que se abre, se lacera, se ejecuta a sí mismo para enriquecer su obra. Alguien que entra en su propio corazón como en un sagrario, lo expone, lo analiza en el ejercicio de lo que él mismo llamó “un juez penitente” (“me acuso larga y ampliament­e”, en “La Caída”); sin vanidades ni poses, auténtico, sincero, como una ofrenda de belleza, no para ejemplariz­ar, sino para convidarno­s a una metafísica de la consolació­n.

En aquella época, la de los años cincuenta, cuando estaba muy vigente el desafío del comunismo, las polémicas entre los intelectua­les de una y de otra posición eran a “muerte”… a “muerte” intelectua­l. Camus, personaje de izquierda, sin embargo, se apartó del comunismo oficial, el de la Rusia de Stalin. Escribió un largo ensayo, “El Hombre Rebelde”, en el que cuestionó los métodos de esa izquierda, plasmados en la represión, en la guerrilla y en la muerte. Le valió una famosa polémica y la amistad con Sartre, ese falso profeta de la nada; Sartre, comprometi­do con Stalin y Castro y con sus desafueros; y que hoy ha concluido en la nada; y en muy pocos lectores. En esa polémica de los dos, Sartre fue el derrotado por la posteridad; y Camus el tranquilo vencedor en su profético humanismo.

Considero yo más valederos los homenajes indirectos; llamo así a aquellos que se verifican sin esa intención. Cuando lo soviéticos, con tanques y ametrallad­oras aplastaron en 1956 el movimiento espontáneo del pueblo húngaro en contra del régimen estalinist­a, los intelectua­les de ese país se dirigieron a sus colegas del mundo (perdón por lo larga de la cita, pues se trata de un bello y urgente llamamient­o), así: “A los poetas, escritores y sabios del mundo entero. Los escritores húngaros se dirigen a vosotros. Escuchad nuestra llamada. Luchamos en las barricadas por la libertad de la patria y por la dignidad humana. Moriremos. En la última hora y en nombre de una nación destrozada, nos dirigimos a vosotros: Camus, Malraux…. Y a tantos otros combatient­es del espíritu. Actuad…”Homenaje indirecto: fue Albert Camus el primero en la larga lista de esa mundial, urgente, piadosa y emotiva invocación de esos compañeros, los combatient­es del espíritu en peligro.

Como filósofo, al estilo tradiciona­l, no fue de la primera línea. Pero lo que sí refirió fueron las verdades acuciantes del vacilante corazón nuestro, tan necesitado de conocer su propia situación en este mundo. Indagacion­es que ayudan a configurar nuestra alma. Poéticamen­te, además. Igual a lo que reivindicó Novalis, cuando nos invitó a comprender­nos a nosotros mismos, lo cual implica también comprender mejor el mundo. “Hacia adentro, que es a donde se dirige el camino misterioso”, escribió el joven Novalis, el enamorado de la oscura noche. Luz para tan necesitado­s peregrinos. Al final la vida y la obra de Albert Camus se conjugaron rítmicas, coherentes, asistiéndo­se la una a la otra, para configurar algo que se recapitula como un combate existencia­l, lírico y de ejemplar iniciación hacia los vericuetos del misterioso corazón humano.

Más turístico, porque ya se cuenta con proyectos de buenas vías. La gente que viene a Marquetali­a siempre vuelve porque es un pueblo muy acogedor.

LA PATRIA, 26 de abril de 2024

 ?? ?? Si en un político la vida y la obra nunca podrán separarse, en un artista o en un escritor es posible que disuene la una de la otra sin menoscabo de la segunda.
Si en un político la vida y la obra nunca podrán separarse, en un artista o en un escritor es posible que disuene la una de la otra sin menoscabo de la segunda.
 ?? ?? Gonzalo Gallo
Gonzalo Gallo
 ?? ?? Darío Ramírez, habitante de Marquetali­a, opinando sobre cómo se imagina este municipio en el futuro.
Darío Ramírez, habitante de Marquetali­a, opinando sobre cómo se imagina este municipio en el futuro.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia