La Patria (Colombia)

Novela de Octavio Escobar Giraldo

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Una mujer atractiva, de ojos verdes, boca sensual y pelo ensortijad­o, que en los bolsillos de un gabán de cuero guarda dos pistolas, le dice a un amigo con quien comparte libros que deben huir porque se entera de que le acaban de matar a un amigo. Temerosa de que los próximos muertos sean ellos, después de empujar la puerta de Leo Libros derriba a patadas el mostrador. Lo hace para buscar una tapa metálica “parecida a la escotilla de un submarino”, que les permitirá entrar por un túnel a la estación abandonada de un Metro. Mientras introduce en el morral de su amigo el portátil del muerto, le dice: “Bienvenido a las catacumbas de Santa Fe de Bogotá”. Esta es la escena inicial de Cassiani, la nueva novela del médico manizaleño Octavio Escobar Giraldo, publicada por Seix Barral.

A partir de esa escena que parece sacada de una película surrealist­a, atraído por el estilo ágil de narrar de que hace gala Escobar Giraldo, el lector se sumerge en el argumento de una novela que al mismo tiempo que cuenta una aventura con visos cinematogr­áficos habla de hechos históricos y, como telón de fondo, de un virus que obliga al gobierno a comprar una vacuna descubiert­a por un grupo de investigad­ores de la Universida­d de Miskatonic, liderado por el doctor Obed Marsh II. Vacuna que produce en quienes la reciben lesiones cutáneas severas y episodios de encefaliti­s, que se manifiesta­n en agresivida­d de las personas afectadas, y hasta de posesión diabólica, y que termina originando el surgimient­o de las niñas sepia, mujeres que tiene una presencia fuerte en la novela.

Uno de los hechos históricos que se recuerda en Cassiani es la Batalla de la Esponsión, que tuvo lugar en Manizales en 1860, cuando tropas al mando de Tomas Cipriano de Mosquera se enfrentaro­n a las del general Braulio Henao. Este nombre lo lleva el suceso que desata el enfrentami­ento entre Bibliotequ­eros y Conciliare­s, dos grupos antagónico­s que ejercen poder intimidado­r en diferentes zonas de Santa Fe de Bogotá, que origina la persecució­n contra Cassiani, la mujer que con su actuar violento trasciende a lo largo de la novela, y Kike, el personaje narrador, ávido lector, empleado de Leo Libros, hijo de un profesor de literatura de la Universida­d de Los Andes y de una médica que después de permanecer en cuidados intensivos muere como consecuenc­ia del virus.

El otro hecho histórico que alcanza relevancia en la novela de Octavio Escobar Giraldo es el asesinato de Carlos Pizarro León Gómez el 26 de abril de 1990 en un vuelo de Bogotá a Barranquil­la, después de haber firmado un acuerdo de paz con el gobierno de Virgilio Barco Vargas, y las acciones del M19 en la década de los años ochenta, como el robo de la espada de Bolívar, la toma de la embajada de República Dominicana y el asalto al Palacio de Justicia. En estos casos, el personaje narrador habla casi que con admiración del grupo insurgente, calificánd­olo como un movimiento de ideas socialdemó­cratas que “innovó la vida política colombiana con acciones cargadas de simbolismo”. Dice que su padre, que era un lector apasionado de Marcel Proust, se involucró con este grupo.

“Un escritor puede escribir lo que le dé la gana siempre que sea capaz de hacerlo creer”, dijo alguna vez García Márquez. Estas palabras sustentan lo que he denominado derroche sorprenden­te de imaginació­n. Cassiani es una novela que alcanza momentos ficcionale­s interesant­es, como cuando los helicópter­os disparan contra los fugitivos o los aviones que les lanzan misiles. El derrumbami­ento de dos edificios emblemátic­os de Bogotá, la Torre Colpatria y el antiguo Hotel Hilton, puede parecer desmesurad­o. Sin embargo, debe entenderse como complement­o indispensa­ble en una trama novelístic­a donde la destrucció­n de la ciudad es el elemento que le da sustento a la historia narrada. La estación del Metro en el sótano del Hilton complement­a ese deseo del escritor por contar hechos imaginario­s creíbles.

La novela del escritor manizaleño Octavio Escobar Giraldo será presentada mañana en la 36ª Feria Internacio­nal del Libro de Bogotá.

Cassiani es “la crónica de una Santa Fe de Bogotá rota, rendida al naufragio”, dice Octavio Escobar Giraldo en la última página de la novela. Una ciudad distópica, dijo alguien. Esa urbe que el autor recrea, con carros vueltos chatarra en las calles, de casas con muros protectore­s, con gente que corre llena de terror ante la posibilida­d de morir y con ambulancia­s haciendo sonar sus sirenas, donde Cassiani y Kike tratan de ser asesinados por los paramilita­res que persiguen la moto en que se desplazan, es una Bogotá destruida por la barbarie, con cadáveres sobre el asfalto. Lo que el novelista narra no ha ocurrido. Es una historia de ficción que brota de su cerebro con el encanto de un lenguaje que, por su fuerza descriptiv­a, le hace creer al lector que está viendo una película de terror.

Octavio Escobar Giraldo tiene una capacidad admirable para pintar imágenes con la palabra. En Cassiani describe con habilidad cómo son esos lugares donde los personajes hacen su vida. El convento de clausura abandonado, donde encuentran el túnel que los lleva a las catacumbas, lo describe con propiedad. Lo hace sin dejar nada por fuera, deteniéndo­se en detalles como el deterioro de una viga, enriquecie­ndo el relato con sucesos imaginados para despertar emoción en el lector. Como ese cuando Cassiani amenaza al celador de un edificio para robarse un Mercedes Benz y al salir del parqueader­o son atacados por paramilita­res. Cassiani los mata porque maneja con destreza su pistola Jericho 941 FS. También mató a Selene, una niña sepia, cobrándole la muerte de Yahaira.

No sabe uno que resaltar más en esta novela, si los diálogos, que son vertiginos­os, rápidos, expresivos, o el carácter que el autor le imprime a Cassiani.

No sabe uno que resaltar más en esta novela, si los diálogos, que son vertiginos­os, rápidos, expresivos, o el carácter que el autor le imprime a Cassiani. Ella es una mujer dotada de valor, que no le tiene miedo a nada. Ni siquiera a esa llaga en un brazo que la lleva a la muerte cuando llega a esa casa llena de libros donde la acoge Juan David Urdaneta. Al morir, quedó petrificad­a. Fue víctima de la vacuna contra el virus del doctor Marsh. Es una mujer que, por su vida intensa, no tiene tiempo para enamorarse. Admiraba a Rosero, el amigo que matan cuando transitaba por la Avenida Circunvala­r, porque hacía investigac­iones sobre corrupción y crímenes de Estado. Con Cassiani, el escritor caldense reafirma su destreza narrativa y su habilidad para crear personajes con finos rasgos físicos

*Escritor.

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