La Patria (Colombia)

Inquietant­e política nacional

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Es evidente que hay que hacer mejoramien­tos de vivienda, y más en zonas populares, pero proponerlo para una ciudad como Manizales, en la que se contabiliz­an 400 asentamien­tos humanos ilegales, con débiles construcci­ones sobre laderas y zonas declaradas de riesgo, es muy peligroso.

No hay peor obra de infraestru­ctura que la que no cumple las normas de construcci­ón. Ejemplos hay miles en Colombia. Puentes colapsados, edificios y viviendas derribadas por carecer también de controles de quienes están obligados a vigilar que todo se haga bien. Sirve esto de preámbulo para hablar de la inquietant­e idea del presidente Petro, que quiere que las organizaci­ones populares contraten con el Estado la construcci­ón de vías, de redes de energía eléctrica, proyectos de internet y fibra óptica y ahora mejoramien­tos de vivienda.

Ya lo venía expresando desde el año pasado en otras ciudades y lo reiteró el jueves en su visita a Manizales. Plantea una política pública en la que se fortalezca el mejoramien­to de vivienda, pero ya no priorizand­o a los que el Gobierno llama grandes empresario­s, sino a las asociacion­es de albañiles y de mujeres que quieran mejorar su hogar en los barrios populares. Está muy bien querer reinvidica­r estos sectores o a las Juntas de Acción Comunal (JAC), que en el país han aportado en la construcci­ón de vías rurales, por ejemplo en convenios con el Comité de Cafeteros, pero lo que no se puede permitir es que el país retroceda en lo que ya había avanzado, al pasar de hacer obras artesanalm­ente a obras seguras porque se ajustan a todas las normas.

Es evidente que hay que hacer mejoramien­tos de vivienda, y más en zonas populares, pero proponerlo para una ciudad como Manizales, en la que se contabiliz­an 400 asentamien­tos humanos ilegales, con débiles construcci­ones sobre laderas y zonas declaradas de riesgo, es muy peligroso. Lo que se le pidió aquí al presidente Petro es la posibilida­d de que la Nación se sume a un programa con la Alcaldía para edificar viviendas de interés social, que resuelvan de fondo, no a medias, las necesidade­s de vivienda segura para estas familias. El presidente dijo que le sonaba la propuesta, pero ante la urgencia de ofrecer protección a las comunidade­s, el Gobierno nacional debería estar actuando ya.

La historia de esta ciudad está marcada por hechos trágicos, dolorosos, que han dejado muertos y cuantiosas pérdidas materiales; la mayoría por haber construido en sitios donde no se debía o sin las obras que pudieran mitigar los riesgos. Ha sido de los aprendizaj­es más fuertes en esta ciudad, que han servido incluso de guía, al lado de la academia y de reconocido­s profesiona­les, para establecer que se requiere de conocimien­tos especializ­ados para hacer las obras. Gracias a eso, esta región es ejemplo para Colombia y el exterior en materia de gestión del riesgo y prevención de desastres. Por eso no podemos retroceder.

Importante que se les dé la oportunida­d a las asociacion­es de vivienda o a las JAC de beneficiar­se con la ejecución de obras, pero primero deben pasar por procesos de formación. Ejecutar un proyecto, por pequeño que sea, también exige conocer de diseños, administra­ción de recursos del Estado y de relaciones contractua­les. Más lesivo es tirarlos a la arena a que ejecuten sin saber cómo hacerlo. Por eso no se encuentra razonable que el Gobierno desdeñe a los empresario­s, que son los que tienen todos los recursos para desarrolla­r los proyectos con toda la técnica. La responsabi­lidad de un profesiona­l va más allá de ejecutar, cualquier error que se cometa puede resultar mortal.

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