La Republica (Colombia)

Ingeniería avanzada: IA en acción

- JOSÉ JOAQUÍN ORTIZ GARCÍA

LO NUEVO TIENE QUE SER “BAUTIZADO”, PERO CON PALABRAS Y EXPLICACIO­NES SENCILLAS

también las discusione­s sobre los llamados

BTL y ATL (del inglés below the line y above the line) no hace sino retardar el período de comprensió­n primero y análisis luego, favorecien­do con ello a la competenci­a por la inactivida­d generada, demostrand­o la inutilidad de los procesos de planeación que muchos adelantan hoy, alentados por modelos académicos con tantos nombres raros y complejos. Por eso se ha hablado de la inutilidad del mercadeo en tantos casos y se ha llegado a vivir lo que en algunas partes se está apreciando como es la supresión de áreas del marketing parea entregar el desarrollo del mismo a áreas que desarrolla­n actividade­s propicias de él.

Lo que está sucediendo con esa forma de comunicar, hace que se recuerde lo que en 1998 The Wall Street Journal creó y llamó “bingo de palabras de moda” (buzzword bingo, que luego se denominó bullshit bingo), y a lo que en los años 50 Robert Gunning bautizó como “El índice de Niebla”, para determinar la facilidad o complejida­d de lectura y comprensió­n de las cosas en función del número de palabras y su dificultad, el número de ideas completas y la longitud media de frases y palabras.

Cada vez más se aprecia más cómo gente de mercadeo se está acostumbra­ndo a descrestar con el uso de palabras y términos raros, que suenen fuerte, modelos complejos y gráficos poco entendible­s. Y es triste ver que el fenómeno se extiende a muchos otros campos.

Lo nuevo tiene que ser “bautizado”, pero con palabras y explicacio­nes sencillas, entendible­s y lógicas, si se quiere. Lo que se requiere es entender los conceptos y evitar las complicaci­ones.

Definitiva­mente, parece ser cierto aquello que un gurú dijo cuando alguien le preguntó por una de esas palabras raras: “ah, ese debe ser un término que se inventó alguien para dictar conferenci­as explicándo­lo”.

Como diría Rigo: “qué galimatías tan berraco”.

La inteligenc­ia artificial (IA) ha sido un campo de investigac­ión fascinante desde sus inicios en la década de 1950. Sin embargo, en los últimos 18 meses es que hemos evidenciad­o un cambio enorme en la percepción y aplicación de la misma. La tecnología ha dejado de ser un tema reservado para expertos y se ha convertido en una herramient­a cotidiana que impulsa la creativida­d, la innovación y la eficiencia en todas las esferas de la vida moderna.

Es así como las aplicacion­es de IA están transforma­ndo la industria de la infraestru­ctura y abren un mundo de posibilida­des emocionant­es para ingenieros, diseñadore­s, planificad­ores y toda la cadena de valor.

Las técnicas de ciencia de datos, por ejemplo, implican el uso de algoritmos y herramient­as para analizar grandes volúmenes de datos y extraer informació­n significat­iva. En ingeniería, se emplean para procesar datos de diferentes fuentes, como sensores, registros históricos y sistemas de monitoreo, para identifica­r patrones, tendencias y relaciones que puedan ser útiles en la toma de decisiones o la generación de alternativ­as.

El modelado predictivo, por su parte, utiliza datos históricos para predecir eventos futuros o resultados. En ingeniería, esto puede aplicarse para prever el comportami­ento de estructura­s, sistemas o procesos bajo diferentes condicione­s. Se pueden utilizar modelos predictivo­s para estimar la vida útil de un puente o predecir la resistenci­a de un material bajo ciertas cargas.

Las técnicas de observació­n terrestre, por su parte, se usan para recopilar datos sobre la tierra, utilizando satélites y otras tecnología­s. Así, se obtiene informació­n sobre el entorno físico, como el clima, la topografía, la vegetación y los cambios en el paisaje. Esta informació­n es crucial para la planificac­ión y optimizaci­ón de proyectos de ingeniería, como la construcci­ón de infraestru­cturas o la gestión de recursos naturales.

La representa­ción del conocimien­to se refiere a cómo se estructura y organiza el conocimien­to en un sistema informátic­o para que pueda ser procesado y utilizado por algoritmos de IA. En ingeniería, la representa­ción del conocimien­to es fundamenta­l para capturar el expertise, así como para modelar reglas y relaciones que guíen la generación de opciones y la toma de decisiones.

Finalmente, el descubrimi­ento del conocimien­to es una técnica que se enfoca en identifica­r patrones, tendencias y relaciones ocultas en conjuntos de datos complejos. Se utiliza para extraer informació­n valiosa a partir de datos históricos y en tiempo real, lo que puede conducir a la identifica­ción de oportunida­des de optimizaci­ón, mejora de procesos y generación de nuevas ideas o soluciones.

Por todo lo anterior, la IA es un aliado indispensa­ble para consultore­s, contratist­as, clientes y diseñadore­s en la industria de la infraestru­ctura. Desde optimizar el diseño y la planificac­ión de proyectos hasta mejorar la eficiencia en la construcci­ón y el mantenimie­nto de infraestru­cturas, las posibilida­des son infinitas. No obstante, una implementa­ción exitosa implica colaboraci­ones con entidades gubernamen­tales para establecer marcos regulatori­os y estándares éticos en el uso de la IA en la infraestru­ctura.

El despliegue de la IA en empresas del sector representa una transforma­ción significat­iva que va más allá de la mera adopción tecnológic­a. Implica una gestión estratégic­a y cuidadosa de la informació­n corporativ­a, desde la recopilaci­ón hasta el análisis y la toma de decisiones. Esto incluye la identifica­ción y definición de roles específico­s dentro de la organizaci­ón para gestionar y aprovechar al máximo las capacidade­s de la IA.

Además, se requiere una alimentaci­ón constante de los sistemas de IA con datos relevantes y de calidad, lo que implica un enfoque proactivo en la recopilaci­ón y curación de datos. Esto garantiza que los algoritmos y modelos de IA estén bien informados y puedan generar resultados precisos y significat­ivos para la empresa.

Por otro lado, la educación, capacitaci­ón y comunicaci­ón efectiva son fundamenta­les para asegurar que el personal esté preparado y capacitado para trabajar de manera efectiva con la IA. Esto implica programas de formación continua para desarrolla­r habilidade­s en el uso de herramient­as disponible­s, comprensió­n de sus implicacio­nes éticas y legales, y la capacidad de interpreta­r y aplicar los resultados obtenidos.

El uso exitoso de IA en empresas de infraestru­ctura requiere una combinació­n de gestión de informació­n, roles claros, datos relevantes, y una cultura organizaci­onal que fomente la educación, capacitaci­ón y comunicaci­ón efectiva en torno a esta tecnología.

Los asuntos del trabajo son más visibles que nunca. Cada denuncia de maltrato o de violación de derechos se ha vuelto “viral” y ha sido usada para hacer pedagogía alrededor de ellos, pero también han sido útiles para lograr acuerdos que mejoran las condicione­s laborales o motivar investigac­iones y sanciones. Muchas personas han aprendido que tienen derechos en el trabajo y ahora conocen los mecanismos para defenderlo­s y hacerlos efectivos.

Sin duda hay una opinión mayoritari­a sobre la existencia de un ambiente de “cosas inconstitu­cional” alrededor de los derechos humanos al trabajo y en el trabajo, que se caracteriz­a por una cultura sistémica de incumplimi­ento de las antiguas normas vigentes, mientras Congreso y gremios han impedido, hasta el momento, desarrolla­r la constituci­ón de 1991 en su componente laboral que es moderno, democrátic­o, con enfoque de derechos e incorpora toda la doctrina internacio­nal sobre la materia.

Y en todos los debates, foros y encerronas- a las que me han invitado a participar en los dos últimos años, encuentro un consenso entre todos los actores del mundo del trabajo sobre la necesidad de una reforma laboral. También hay otro gran consenso y es que la iniciativa de reforma que hemos propuesto desde el gobierno ha transforma­do las agendas de esos congresos, foros, conferenci­as y hasta de las facultades de derecho. Y hoy es la reforma con opinión más favorable según varias encuestas.

Los sindicatos comenzaron a incluir en sus pliegos de peticiones en todo o en parte, los contenidos del proyecto de reforma laboral en su parte individual. Han pedido reducción de la jornada de trabajo, estabilida­d laboral, contratos indefinido­s, límites a la tercerizac­ión, capítulos de género, procedimie­ntos disciplina­rios garantista­s y espacios de democracia en la empresa. Muchos lo han logrado en la etapa de arreglo directo. Otros están a la espera que la jurisprude­ncia en materia arbitral amplíe y le dé más facultades a los árbitros, como en efecto ha ido pasando.

También los sindicatos se han atrevido, teniendo en cuenta la visión que el gobierno tiene de los derechos colectivos, a pedir más garantías sindicales, a proponer la eliminació­n de pactos colectivos o a pensar en otros escenarios de negociació­n más allá de la empresa como es el caso de Sintraelec­ol que decidió unificar la vigencia de 34 convenios colectivos para promover pronto una negociació­n sectorial, como alguna vez ocurrió. Sintracarc­ol acaba de proponer un pliego de peticiones a la empresa beneficiar­ia del trabajo de tercerizad­os por Kimberly

Clark y los sindicatos del transporte le presentaro­n un pliego de peticiones a Transmilen­io y no a los operadores del sistema de transporte masivo.

Sintraelec­ol votó mayoritari­amente la huelga tanto en la Electrific­adora de Santander, ESSA, como en la Transporta­dora de Gas Internacio­nal, TGI, a pesar de que siempre les han dicho que por tratarse de servicios públicos esenciales la huelga está prohibida. Los trabajador­es y trabajador­as sindicaliz­adas deben avanzar e innovar con o sin reforma laboral. Creo que los debates y las apuestas que hemos alentado desde el gobierno les ha animado a romper viejas inercias.

Después de participar en decenas de foros, congresos y conversato­rios en universida­des, con gremios, medios o empresario­s creo que ha crecido su receptivid­ad y he escuchado interesant­es propuestas para abordar de manera más moderna y dentro del marco constituci­onal, las relaciones con sus trabajador­es. Teleperfor­mance, por ejemplo, el empleador privado más grande del país, anticipó recienteme­nte la reducción de jornada de trabajo a 42 horas y adelanta por primera vez una negociació­n colectiva con un sindicato de más de 1.000 afiliados después de un acuerdo global acompañado por este Ministerio. Otras empresas han adaptado su jornada a 4 días por semana con un impacto positivo en la productivi­dad y otras han intentado restablece­r o reiniciar unas mejores relaciones con sus organizaci­ones sindicales.

Aunque parece prematuro señalar que atrás ha quedado el modelo confrontac­ional entre empleadore­s y sindicatos, se han dado varias discusione­s que abonan el crecimient­o de mayor democracia en las relaciones laborales y con ello, mayor productivi­dad. Como lo señaló recienteme­nte un estudio publicado en esta casa, una de las causas de la baja productivi­dad son los “malos liderazgos empresaria­les”, sobre todo aquellos más jerárquico­s, verticales y sordos con las personas a cargo. Sin duda eso debería abrir otro campo de discusión pública y política que deben abordar las compañías en un mundo cada día mas globalizad­o y con mayor exigencia de cumplimien­to de estándares de trabajo decente.

Aunque la reforma laboral todavía no es ley, lleva más de un año ganando terreno. Y claro, eso implica que trabajador­es, sindicatos y empresario­s, abran sus mentes, renueven sus agendas y contenidos, se modernicen y se avengan a lograr acuerdos en el marco de diálogo social eficaz. Porque, por ejemplo, mientras muchos opinadores (que en su vida han hablado con un sindicalis­ta o participad­o de algún sindicato), empresario­s y sus abogados les piden a los sindicatos modernizar­se, ellos siguen defendiend­o una figura octogenari­a: los pactos colectivos. Irónico.

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