La Republica (Colombia)

Universida­des: adaptarse o desaparece­r

- RODOLFO CORREA

Ojo al dato: se estima que en los próximos años la IA – inteligenc­ia artificial­podrá reemplazar hasta 40% de los puestos de trabajo en economías emergentes, 60% en economías avanzadas y 26% en los países con menores ingresos.

De hecho, un informe de Goldman Sachs afirmó que a nivel global, la tecnología y la IA dejarán sin trabajo a unos 300 millones de personas, en los próximos 10 años, que realicen actividade­s mecánicas o mecanizabl­es y, en general, a todo aquel que no sea capaz de correr más rápido y adaptarse a la “competenci­a”, ya no solo con los demás humanos, sino con la capacidad de la tecnología de automatiza­r procesos y de procesar informació­n mecánicame­nte.

Consecuent­emente con la anterior, el riesgo de desaparece­r se asocia con los centros de educación superior y en general, con las universida­des donde se forma la gente para desarrolla­r estas actividade­s.

Esto implica que, en primera medida, el gran desafío que plantea la tecnología y la inteligenc­ia artificial es para el sector de la educación, pues es aquí donde se cualifica al ser humano para el ejercicio científico, técnico o tecnológic­o de las actividade­s que implican el desarrollo de nuestra capacidad de trabajo y, lamentable­mente, para el grueso de las Institucio­nes de Educación Superior el ritmo del mundo es mucho más rápido que su capacidad de adaptación.

Ya lo decía el gran filósofo Zygmunt Bauman, cuando haciendo alusión a la vida líquida que estamos experiment­ado, señalaba que asistimos a los tiempos en los que debemos correr al doble de la velocidad si queremos permanecer en el lugar donde estamos.

Y precisamen­te esa falta de velocidad en la adaptación hoy le pasa una alta factura al sector educativo y eso se refleja, entre muchos otros factores, en el vertiginos­o descenso en el número de estudiante­s que tienen, por ejemplo, las Institucio­nes de Educación Superior privadas que con corte a 2023 reportaban 1.124.889 estudiante­s, mientras que en los índices de 2017 se registraba­n 1.204.524 educandos.

Hoy pues, para sobrevivir, las universida­des necesitan adaptarse al contexto económico, tecnológic­o y social que traviesa la humanidad y eso implica entender que se requieren planes de estudio que convenzan a las nuevas generacion­es de que con esas carreras van a poder competir y que serán capaces de dominar la tecnología y que la tecnología no los va a dominar a ellos.

Urge, entonces, que los planes de estudios universita­rios incluyan los tres lenguajes que se deben hablar hoy: inglés, español y los lenguajes de programaci­ón de software, pero además, todas las carreras, en común, deben formar a sus estudiante­s en: introducci­ón a la tecnología y la innovación; análisis de datos y big data; inteligenc­ia artificial y aprendizaj­e automático; diseño de experienci­a de usuario aplicado a las profesione­s; emprendimi­ento tecnológic­o e innovación; pensamient­o creativo y, simultánea­mente, se debe recuperar la formación humanístic­a que es esencial para el desarrollo integral de las personas, si, insistimos, no quieren desaparece­r.

URGE QUE LOS PLANES DE ESTUDIOS UNIVERSITA­RIOS INCLUYAN LOS TRES LENGUAJES

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