EL INNOVADOR negocio del café
El mundo del grano vive una transformación liderada por una nueva generación de caficultores innovadores que, a través de procesos de producción rigurosos, maestría artesanal y cultura de experiencias para el consumidor, lograron convertir su producto en ícono de calidad y sabor.
El sabor suave ha vuelto a ser la carta de presentación del café de Colombia. Una prueba de ello es el Café San Alberto, que hoy acumula más de 14 premios a nivel internacional por su exquisito aroma y gusto, un palmarés quizá inigualado en el mundo.
Este éxito ha sido el resultado de una tradición familiar que inició en la hacienda San Alberto, ubicada en Buenavista, Quindío. Allí se produce la totalidad del fruto que revolucionó su cultivo gracias, en primer lugar, a la invención de un riguroso proceso de quíntuple selección que deja de lado alrededor del 40 por ciento de la producción en pro de escoger los mejores granos; en segundo lugar, al ensamblaje de sabores bajo la labor minuciosa de un experto catador y a una estrategia enfocada en proveer una propuesta súper prémium a un nicho de mercado exigente.
Dada la tendencia global hacia la urbanización, uno de los principales desafíos del sector cafetero en todos los países productores es el relevo generacional. Es decir, que los jóvenes permanezcan en el campo y continúen en el negocio cafetero.
Los hermanos Gustavo y Juan Pablo Villota son un buen ejemplo de esta tendencia: dos jóvenes empresarios y la tercera generación de una familia de caficultores que, en el 2007 –inspirados por los viñedos más