COMPETIR es el nombre del juego
La dinámica económica actual exige a los empresarios subirse en el bus de la competitividad, con la obligación de mantener viva la creatividad, cultivar la capacidad para adaptarse, fortalecer su talento humano y, por encima de todo, construir compañías sostenibles.
El modelo económico prevalente en la mayor parte de los países del mundo ha exacerbado a nivel de las organizaciones el interés por la búsqueda de respuestas a sus necesidades de competitividad. El avance de la globalización, que incluye la apertura internacional al comercio, y que es facilitado por la tecnología y las eficiencias logísticas, hizo aparecer la competencia entre países y entre sus industrias y las de otros. Ello ha incrementado de manera sustancial la exigencia de competitividad para las compañías con el propósito de ser sostenibles y viables en el largo plazo.
A nivel empresarial, las discusiones sobre competitividad se hicieron más profundas con la aparición de reflexiones y modelos como los del conocido economista Michael Porter, expuestos en su clásico libro Ventaja competitiva, publicado en 1985. Desde entonces, la sofisticación de las conversaciones sobre este tema se ha hecho más intensa, producto de la apertura comercial mundial, la maduración de las industrias, los consumidores más informados y, recientemente, la ola de nuevas tecnologías.
‘Competitividad empresarial’ es una expresión para la cual abundan interpretaciones. La mayoría converge en entenderla como la capacidad de una organización para triunfar en la competencia permanente frente a otras empresas, entendiendo que a veces gana y a veces pierde, y que lo importante es ser sostenible en el tiempo. Vale aclarar que aceptar que en ocasiones se pierde no es aprobar la convivencia con la mediocridad. El modelo económico prevalente procura fomentar la competencia, es decir que no siempre gane la misma compañía, pues ello terminaría en la aparición de un monopolio y sus consecuencias negativas. La competitividad hace referencia a su capacidad sostenible de crear valor en su interacción con los clientes para compartir y tomar una parte que remunere apropiadamente el capital comprometido por parte de los accionistas, de tal manera que sea viable mantenerla activa en el ejercicio de su propósito.
Michael Porter propuso dos caminos básicos para la búsqueda de la
Un determinante en la elección de las compañías respecto a la forma de competir es su entorno macro, del cual hace parte el país con su infraestructura y su legislación tributaria y laboral .