DIVERSIFICAR Y
profundizar, las claves.
Las ventas colombianas al extranjero recuperaron su vigor el año pasado. De acuerdo con los datos entregados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el país despachó 37.800 millones de dólares en bienes y servicios, lo que significó un aumento de 19 por ciento al compararse con el dato con el que cerramos el 2016. La noticia en sí es buena, ya que da cuenta de la recuperación de las exportaciones colombianas después de haber vivido una desaceleración por cuenta de la caída de la demanda mundial de productos. La nación no fue ajena a las dificultades que planteó el bajón de la economía global –que se acentuó con la disminución de los precios internacionales de los bienes primarios–, pero supo afrontar esa coyuntura con fortaleza y ahora ha retomado la senda del crecimiento exportador.
Si miramos en detalle ese incremento de 19 por ciento, encontramos otra noticia satisfactoria para el país: los grupos de productos no mineroenergéticos registraron variaciones positivas. Así, el segmento de artículos agropecuarios, alimentos y bebidas anotó un alza de 7,2 por ciento, mientras que el de manufacturas lo hizo en 2,4 por ciento. Adicionalmente, el rubro de combustibles y productos de industrias extractivas creció 32,4 por ciento, y el de otros sectores marcó un incremento de 15,7 por ciento.
En el primer trimestre de este año la tendencia positiva se mantiene. En los tres primeros meses, la variación fue de 9,8 por ciento, mientras que en el año –entre abril del 2017 y marzo del 2018– la variación positiva de las exportaciones colombianas fue de 13,7 por ciento.
Las cifras demuestran que la demanda internacional ha vuelto a la senda del crecimiento, pero sobre todo dan cuenta de que Colombia ha sabido diversificar su canasta exportadora gracias a la profundización de los acuerdos comerciales vigentes.
Hemos centrado nuestra atención, de la mano del sector privado, en encontrar oportunidades en artículos que tradicionalmente no hacían parte de dicha canasta. La carne bovina, el aguacate Hass, los productos lácteos, la tilapia y las frutas exóticas son algunos de los
ejemplos de productos ‘made in Colombia’ que están llegando ahora a los mercados internacionales.
En el 2017, las exportaciones colombianas agropecuarias, agroindustriales e industriales (es decir, las no mineroenergéticas) crecieron 5,3 por ciento en comparación con el 2016. Las ventas externas de este tipo de bienes alcanzaron el año pasado los 14.942,1 millones de dólares, frente a los 14.192 millones de dólares obtenidos en el 2016. Esta tendencia se mantiene en lo corrido del 2018.
El incremento que han tenido las exportaciones no mineroenergéticas –que hoy representan el 40 por ciento de la oferta total– son un claro indicador del avance del país en su diversificación. Seguimos trabajando en nuestra política y continuamos explorando oportunidades para nuestros productos en diferentes mercados del mundo.
Este buen comportamiento ha permitido, además, reducir nuestro déficit en la balanza comercial, es decir la diferencia entre lo que vendemos y le compramos al mundo. Según los datos del Dane, el saldo negativo de esta se redujo 36,1 por ciento en el primer trimestre del 2018, al llegar a 1.268 millones de dólares.
Que nuestras cuentas con el exterior lleven una tendencia que apunte al equilibrio comercial es una buena noticia. Sin embargo, lo más importante para resaltar es que entre el grupo de importaciones, las compras de insumos y bienes de capital van en aumento, lo cual significa que nuestros empresarios están demandando bienes –que tradicionalmente no se producen en Colombia– que les permitirán ser más competitivos en los mercados internacionales.
Los retos para mantener y potenciar este círculo virtuoso pasan, entonces, por seguir diversificando los bienes y servicios, una tarea que se realiza con la profundización de los tratados de libre comercio que la nación ha firmado con diferentes países.
Desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo trabajamos de la mano de los empresarios para detectar y aprovechar oportunidades. Además, estamos avanzando en las negociaciones con los países que son candidatos a ser Estados asociados de la Alianza del Pacífico (Canadá, Singapur, Australia y Nueva Zelanda), una coyuntura para acercarnos más a la región de Asia Pacífico, una de las de mayor potencial económico en estos momentos y que abrirá más puertos a nuevos productos y bienes nacionales.
El sector privado y las instituciones tenemos tareas evidentes para los próximos años: seguir apostando por la integración económica, fomentar la competitividad y la productividad, e innovar en un mundo que, día a día, amplía su demanda por productos que estamos en capacidad de hacer y sobre los cuales tenemos ventajas comparativas. Así podremos continuar con la estabilidad y el crecimiento de nuestra economía.
La tarea es de todos.