CALMA TRAS
la tempestad.
Para las firmas comisionistas, el 2017 fue un año más pasivo que activo, en el que no hubo grandes sobresaltos. Casi que se podría calificar como de estancamiento, tanto en utilidades del sector como en vinculación de nuevos emisores. Incluso se asistió al ‘deslistamiento’ de algunos como Isagen, Odinsa y Valorem, todas noticias desafortunadas para el mercado de valores.
Lo anterior contribuye al deterioro de la profundidad del mercado, condición básica para atraer grandes inversionistas extranjeros que suelen jugar en ligas mayores. Esta poca profundidad, que obedece a varios factores, ha obstaculizado la implementación de algunas estrategias de gestión de portafolio a pesar de que existen los instrumentos adecuados.
Por supuesto, la industria trabaja arduamente para superar dichos obstáculos. La débil escala de las operaciones se viene superando, en parte, con productos un poco más orientados a los inversionistas profesionales, como el préstamo de títulos (TTV) y los derivados, entre otros, que ayudan a dinamizar el mercado.
La exigencia regulatoria compromete una estructura de costos, lo cual exige negocios de escala para ser mínimamente rentables. De ahí que atender clientes pequeños (retail) es cada vez más inviable en productos tradicionales como las acciones.
Sin embargo, la industria ha venido desarrollando los Fondos de Inversión Colectiva, que llenan a la perfección el apetito de inversión en productos del mercado de valores, a la vez que están diseñados para toda clase de inversionistas y cubren y satisfacen de manera extensa el retail. Si se quisiera hablar de factores exógenos que afectan, sin lugar a duda hay que incluir los temas políticos, llámense elecciones, grandes temas de corrupción o evolución de la liquidez mundial.
De igual manera, se encuentra la presencia de negocios no supervisados, que deterioran la confianza del inversionista en general y se convierten en una competencia desequilibrada, ya que este renglón recibe toda la carga regulatoria.
No obstante, también se cuenta con un entorno positivo. Allí se destacan el control en la tasa de intervención del Banco de la República y el adecuado control de la inflación, así como el esfuerzo del Gobierno para lograr una Alianza del Pacífico que amplíe el campo de acción.
El sector es optimista con el futuro. Las circunstancias lo han obligado a ser muy creativo en la búsqueda de los nichos adecuados, según la especialización de las distintas firmas.
La tecnología presenta retos colosales, pero muy interesantes de cara al inversionista, facilitándole el acceso y entendimiento de productos más sofisticados, con herramientas más amigables.
Los comisionistas de bolsa quieren destacar el reto que tienen en cuanto a la tarea de crear o desarrollar una cultura financiera en Colombia. Esta es una asignatura todavía pendiente, pero en la cual se viene trabajando.