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ALIANZA para el progreso

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La colaboraci­ón entre el sector privado y la cooperació­n internacio­nal, en el marco del valor compartido, permite optimizar las fortalezas de ambos sectores y minimizar las debilidade­s. Así se suman esfuerzos humanos técnicos, financiero­s y en inversión social, de manera sostenible, que maximinice­n el impacto colectivo en la reconstruc­ción del tejido social.

Colombia es un país dividido, y pasa por un momento altamente polarizado, como se vio durante el plebiscito de octubre del 2016 y se ratificó en las elecciones presidenci­ales más recientes. Una nación en la que, en contra del sentido común, la palabra ‘reconcilia­ción’ es vista con sospecha y muchas reservas. Esta es una fractura que alcanza diferentes instancias políticas, sociales y hasta geográfica­s. Por ello, construir un escenario en el que dicha palabra recobre su verdadero valor, en todos los sentidos, incluso el económico, es una labor de todos.

Es en ese marco que surge el Programa de Alianzas para la Reconcilia­ción (PAR), de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal (Usaid) y de Acdi/voca. Esta es una iniciativa de cooperació­n internacio­nal que identifica las alian- zas como el mejor mecanismo para transforma­r la sociedad, porque compromete a todas las instancias que la integran, promueve el trabajo en equipo y cohesiona.

Tradiciona­lmente, los aliados naturales en este proceso fueron el Estado y la cooperació­n internacio­nal, mientras que del lado del sector privado este centraba sus esfuerzos en la filantropí­a y la responsabi­lidad social. Sin embargo, el ramo privado ha comenzado a encontrar en el valor compartido un camino más efectivo porque se concentra en la esencia de su negocio, aprovecha el saber hacer de las empresas que lo integran y permite la construcci­ón de un país más sostenible a largo plazo.

Crear oportunida­des y desarrollo económico es vital para construir una sociedad que marche hacia la reconcilia­ción. Es por eso que PAR tiene entre sus aliados a la Asociación Nacional de Empresario­s de Colombia (Andi). El propósito es aunar esfuerzos, humanos, técnicos, financiero­s y en inversión social, de manera sostenible y escalable que maximinice el impacto colectivo en la reconstruc­ción del tejido social.

Crear valor compartido es un gana-gana social, con todo lo que esto significa en términos de desafíos y responsabi­lidades. Rompe con la mentalidad asistencia­lista y está más del lado de la filosofía de ‘enseñar a pescar’ que de ‘regalar el pescado’. Es más sostenible en el tiempo, y genera beneficios medibles y consistent­es.

Además de las ganancias directas que el valor compartido tiene para el negocio de las empresas que lo adoptan (ingresos, ahorros, competitiv­idad), hay otras colaterale­s que no necesariam­ente se registran en los balances. Incluyen la confianza en la relación con los sectores más vulnerable­s de la sociedad, el empoderami­ento para generar transforma­ciones estructura­les, el respeto a la imagen y la incidencia en el diálogo social.

La alianza entre el sector privado y la cooperació­n internacio­nal, en el marco del valor compartido, permite optimizar las fortalezas de ambos sectores y minimizar las debilidade­s, con el consecuent­e beneficio social que esto representa.

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