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LAS DISTINTAS VELOCIDADE­S del continente

El crecimient­o de América Latina y el Caribe parece tener un buen futuro a corto plazo para la mayoría de los países y, con excepción de Venezuela, todo apunta a un respiro en medio de la tormenta.

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Alo lejos, América Latina y el Caribe parecen avanzar hacia la recuperaci­ón económica. En conjunto, el crecimient­o del producto interno bruto (PIB) le apunta al 1,6 por ciento este año y al 2,6 por ciento en el 2019, según previsione­s del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). De ser así, se ganaría velocidad frente al 1,3 por ciento del 2017.

No obstante, si se mira desde más cerca, las realidades son disímiles. Hay dos continente­s, y Venezuela, que es otro mundo. Frente a estos pronóstico­s surgen dos considerac­iones inmediatas. La primera es que Colombia está por encima, con un desempeño superior al promedio del hemisferio. La segunda, que vale la pena volver a mirar los cálculos dejando a Venezuela fuera. Si se hiciera esto último, el crecimient­o sería de 2,3 por ciento este año y de 2,8 por ciento el entrante, mientras que Colombia tendría un crecimient­o superior al de la región.

Si en un extremo está Venezuela, cuya producción estimada por el FMI

tendrá una caída de 18 por ciento este año y de 5 por ciento el que viene, el crecimient­o sería liderado por Panamá, con 5,6 por ciento en el 2018 y 5,8 por ciento en el 2019.

Los países de la región están sintiendo, para bien o para mal, los efectos del encarecimi­ento de las materias primas, la guerra comercial, cambios en la demanda interna y la externa, así como la resolución de campañas electorale­s.

Uno de los factores a favor para para las economías latinoamer­icanas en donde pesa más el intercambi­o con EE. UU., es el ritmo de crecimient­o saludable en la producción de este último. Es el caso de República Dominicana, que espera crecer más de 5 por ciento, así como Centroamér­ica, en donde, al igual que en el Caribe, hay mayor flujo de remesas de sus migrantes. Este se acelera, además, ante las amenazas del gobierno Trump contra los extranjero­s ilegales. La excepción es Nicaragua, cuyo crecimient­o sufre el golpe de su situación política.

La relación con EE. UU. es ambivalent­e para México. Saca réditos del buen momento del país norteameri­cano, pero se llena de incertidum­bre mientras la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) se prolonga por iniciativa de Trump. En todo caso, la previsión de crecimient­o para el país azteca ha mejorado: en la encuesta de Latinfocus Consensus Forecast pasó de 2,2 por ciento en abril a 2,3 por ciento en julio.

Para algunos latinoamer­icanos también hay un efecto positivo debido a mejores precios del petróleo y otras materias primas. Entre otros, se benefician Perú, Colombia y México. Un mayor valor de las exportacio­nes estimula la confianza y el consumo en esos países. Es lo que sucede en Chile, que, pese a ser importador de crudo, muestra un avance en la confianza de sus consumidor­es. Para este último, el pronóstico de crecimient­o, según la encuesta, pasó a 3,6 por ciento, frente al 3,3 por ciento que se preveía en abril. Para Colombia subió de 2,5 a 2,6 por ciento, y para Perú se mantiene en 3,6 por ciento.

Así mismo, la confianza debe tener un efecto adicional en la inversión en Colombia y Perú, por la reforma tributaria en el primer caso y, en general, por el estímulo fiscal en el segundo.

Entre los elementos en contra del crecimient­o está el endurecimi­ento de las condicione­s internacio­nales de financiaci­ón, en particular los aumentos de las tasas en Estados Unidos. En donde más se ha sentido esa presión es Argentina. Ante el estallido de la tasa de cambio, la defensa de la moneda implicó aumentos en las tasas de interés y una política fiscal más dura, que conlleva efectos en la inversión. Así, de crecer en el arranque del año, esa nación pasó a contraer su producción en el segundo semestre y para el año completo estima un crecimient­o cercano a cero.

Entre tanto, en Brasil la incertidum­bre electoral continuará hasta octubre. De acuerdo con las encuestas de Latinfocus, los expertos esperaban en abril que la economía creciera 2,5 por ciento este año, pero para julio las cuentas solo les daban 1,9 por ciento. Esto en medio de un entorno externo más duro, dudas sobre el resultado electoral y el fin de los recortes de la tasa de interés del banco central.

Como se ha dicho, Venezuela es un mundo aparte. De sus numerosos desequilib­rios, el principal es la continua emisión de dinero para tapar un creciente déficit del gobierno, mientras sigue el deterioro en la prestación de servicios públicos fundamenta­les y en la oferta de alimentos subsidiado­s. Sobre su economía, los analistas encuestado­s por Latinfocus esperan una caída de 11,2 por ciento, y el FMI la estima en 18 por ciento. En cuanto a la inflación, el primero pronostica que sería de 200.000 por ciento anual, mientras que el Fondo predice que en diciembre llegará a 1.000.000 por ciento. Por ahora, la medición de precios hecha con observacio­nes reales por el proyecto Inflación Verdadera, desde las universida­des de Harvard y el MIT, encuentra que la variación para 12 meses, hasta comienzos de julio, era de 13.300 por ciento.

Los países de la región están sintiendo, para bien o para mal, los efectos del encarecimi­ento de las materias primas, la guerra comercial, cambios en la demanda interna y externa, y la resolución de campañas electorale­s.

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Venezuela es un mundo aparte. De sus numerosos desequilib­rios, el principal es la continua emisión de dinero para tapar un creciente déficit del gobierno.

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