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Estonia, un tesoro escondido en Europa

Este país es uno de los secretos mejor guardados de la Unión Europea, un lugar que, a pesar de ser pequeño –poco más de 1,3 millones de habitantes–, tiene una historia y una riqueza que logran conectar su pasado soviético con una modernidad más occidental

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Ubicado al norte del Viejo Continente, en su geografía predominan los recursos marítimos e hídricos: 1.500 islas, 1.000 lagos y 7.000 ríos. El 55 por ciento del territorio, además, está cubierto de bosques. Divido en 15 condados, posee una cultura influencia­da por los países nórdicos y la etnia finés. Castillos y una arquitectu­ra de más de 800 años de antigüedad se observan por toda la nación. Las iglesias, con sus imponentes campanario­s, y los museos atesoran su tradición. Este país báltico es el candidato perfecto para entrar en la lista de los lugares obligados que se deben conocer en Europa, ya que hay mucho por descubrir, aprender y admirar.

Lugares para visitar

En Tallin, la capital de Estonia, las calles son un viaje al pasado: conserva edificacio­nes de la época medieval, las cuales le ayudaron a su centro histórico a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

Algunas de sus riquezas arquitectó­nicas son el castillo de piedra de Toompea, que está ubicado en una colina desde donde se tiene una vista inigualabl­e de la ciudad; la torre de Pikk Hermann, el palacio de Kadriorg; la plaza Raekoja plats; la galería de arte Kamu; la iglesia de San Olaf y la catedral Alejandro Nevski, esta última inspirada en monumentos rusos.

El edificio más alto que tiene la metrópoli es la torre de televisión, construida en 1980 (cuando aún hacía parte de la Unión Soviética) para los Juegos Olímpicos de Verano de Moscú. El Parlamento también llama la atención, sobre todo por su color rosa pálido y por estar rodeado de un ambiente muy natural, lo que cautiva por completo a los turistas.

Tallin tiene playa, y desde su puerto se viaja en ferri a ciudades como San Petersburg­o (Rusia), Riga (Letonia) y Helsinki (Finlandia).

Por otro lado, Tartu es la urbe estudianti­l de Estonia, con un ambiente mucho más moderno y juvenil. Está

ubicada a solo dos horas en bus de Tallin. Allí se encuentra una de las universida­des más antiguas y reconocida­s del mundo –la única que hay en la ciudad–, y podemos visitar una gran variedad de museos, entre los que se destacan el Nacional, el de Juguetes, el Literario y el de Impresión y Papel. Tartu es la sede del centro de ciencias AHHAA, así como de diferentes monumentos que les rinden tributo a los protagonis­tas de su independen­cia.

Otros lugares que no podemos dejar de conocer son la isla de Saarema, en donde sobresalen el castillo de Kuressaare y los molinos de Angla; la ciudad costera Pärnu, admi-

La Organizaci­ón Mundial de la Salud catalogó a Estonia como uno de los países que cuenta con el aire más limpio del mundo.

rada por su playa blanca y las casas de madera del siglo XIX, y el Parque Nacional de Lahemaa.

Tenga en cuenta

El sistema integrado de transporte público de Estonia permite que locales y turistas se muevan de un lado al otro sin ningún inconvenie­nte y en tiempo récord.

En cuanto a la comida, su oferta gastronómi­ca es amplia. Sus platos tradiciona­les tienen como protagonis­tas la carne de cerdo, el repollo y las coles. También las papas, con diferentes tipos de aderezos, y casi siempre, se sirven los platos con un tradiciona­l pan negro de centeno, más conocido como ‘leib’. Una de sus bebidas más autóctonas es el ‘kali’, de color negro y hecha a base de cerveza y del ‘leib’. Y en postres la variedad de tortas, pudines y glaseados, logran deleitar a cualquiera. Asimismo, algunos de los helados tienen fama de ser los mejores del mundo.

En el plano tecnológic­o, Estonia se caracteriz­a por su desarrollo e innovación: los ciudadanos cuentan con identifica­ción digital y lo relacionad­o con el Gobierno, la salud y la educación funciona a través de mecanismos electrónic­os. Asimismo, se puede acceder a internet en cualquier parte: trenes, buses y todo tipo de locales cuentan con wifi gratuito.

Definitiva­mente, no dude en visitar a Estonia, una nación que logra enamorar con su historia y sus tradicione­s. Cada detalle que se va encontrand­o en el camino hace rememorar aquella época de caballeros y damas, así como su arquitectu­ra medieval que nos traslada al pasado, en un abrir y cerrar de ojos, pero con la comodidad del mundo moderno.

En Tallin, las calles son un viaje al pasado, pues conserva las edificacio­nes de la época medieval.

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Durante el verano es muy común ver a la gente disfrutand­o de su tradiciona­l cerveza Saku.
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