SANAR CICATRICES
CRUZAR el puente de Los Suspiros en Tocaima fue por más de 90 años la travesía segura hacia el abandono. Especialmente para quienes padecían el Mal de Hansen, mundialmente conocido como lepra, la enfermedad que hizo tristemente célebre al pueblo de Agua de Dios. Las medidas excesivas impuestas para concentrar y controlar a la población de afectados por lepra se fueron atenuando con el tiempo, y hasta 1963 las autoridades médicas mundiales comunicaron una noticia de alto impacto: la lepra no se trasmite por contacto. Solo así el libre tránsito fue permitido en el puente e inició el principio del fin de la terrible discriminación generalizada que empeoraba el padecimiento de la población concentrada en ese municipio del sur de Cundinamarca. Hoy en ese punto sobre el río hay un puente en construcción y el antiguo, declarado patrimonio cultural, sigue prestando servicios para pasar al otro lado del río Bogotá y llegar a Agua de Dios, donde las cicatrices de la lepra y del alma aún son visibles o se perciben entre algunos pobladores. Pocos profesionales tienen tan claras las secuelas que producen las dos clases de cicatrices, como la doctora en Dermatología Hilda Herrera. Nacida en Cali con una vocación temprana por la Medicina, se trasladó a Bogotá para estudiar en la Universidad de la Sabana y le correspondió hacer el rural en el Hospital Agua de Dios. Posteriormente realizaría su internado en el Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza, España, antes de especializarse en la universidad donde inició sus estudios superiores. En el trayecto de ese recorrido académico fue decantando la especialidad médica a la que se dedicaría, y sobre todo, dando forma a una propuesta profesional especializada, sanadora y amigable con el paciente como diferenciador. Los nuevos adelantos e investigaciones de la dermatológica clínica la inclinaron por robustecer el servicio a prestar con un alto componente de tecnología de punta. Desde entonces asumió una tarea terapéutica para sanar las afecciones de la piel con un tratamiento que involucra las secuelas que dejan en la psiquis de cada paciente. GUERRA CONTRA EL ACNÉ Además de tratar las huellas de la lepra, la doctora Herrera destaca el acné como una enfermedad que fastidia la cotidianidad de las personas, especialmente los jóvenes. “Sea severo o tres granos. El bullying alienta la deserción escolar, hace que pierdan las ganas de estudiar. La doctora Herrera explicar las muchas cicatrices, emocionales y orgánicas que deja este mal. “Aunque la gente cree que es natural, no lo es. El acné es una enfermedad crónica de la piel que generalmente inicia en la adolescencia, pero puede aparecer en varias etapas de la vida. El objetivo es controlarlo y detener sus secuelas. A su consulta en L’essence Clinique acuden muchos pacientes adolescentes, más mujeres que hombres, a “recuperarse del acné”. Otros tantos solicitan diagnóstico sobre las manchas cutáneas que ven aparecer, preocupados por los efectos del sol, o directamente por sus temores al cáncer de piel. A través de la doctora Herrera aprenden que en la piel de algunas mujeres se producen manchas por los anticonceptivos; que hay personas de ambos sexos con baja tolerancia a ciertos componentes presentes en geles, lociones y cremas. Con comprobado conocimiento de causa cita a la Organización Mundial de la Salud (OMS) al afirmar que los efectos nocivos del sol en la piel ocurren a partir de los primeros 20 años de edad y no duda en recomendar la utilización desde los seis meses de edad de protector solar para protegerse de los rayos ultravioleta.
-Limpieza de la piel: lavado de la cara. -Desmaquillarse para las mujeres. -Protección contra las radiaciones del sol. -Hidratación, minerales, vitaminas, antioxidantes y ácido hialurónico.