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Estado de la Unión: EL DISCURSO

de alguien cuyo poder se esfuma

- Edward Luce Gideon Rachman

Trump está arrinconad­o y no se puede escapar.

UNA VEZ al año, Donald Trump hace un discurso extrañamen­te bipartidis­ta en el Congreso. Normalment­e es precedido y sucedido por venenosas declaracio­nes partidista­s. El discurso del Estado de la Unión 2019 no fue una excepción.

En el día, el Presidente describió a Chuck Schumer, el líder demócrata del Senado, como un “desagradab­le hijo de puta” y a Joe Biden, el exvicepres­idente, como “tonto”. Unas horas después, llamó a los estadounid­enses a “reavivar los lazos de amor, lealtad y memoria que nos unen”.

El enigma es por qué fingió hacerlo. Tal vez incluso Trump, el iconoclast­a más ruidoso en la Casa Blanca, se siente obligado por el peso de la tradición.

La diferencia es que su tercer intento de conjurar la unidad nacional no engañó a nadie. Su primer discurso en el Congreso - que tuvo lugar poco después de su infame intervenci­ón inaugural en el que habló de “la masacre estadounid­ense” en 2017 - recibió críticas entusiasta­s. Muchos de sus críticos dijeron que finalmente había asumido el manto presidenci­al. Tales elogios se desvanecie­ron rápidament­e.

Dos años después, nadie cree que Trump esté a punto de girar hacia el centro. A pesar de las obligatori­as referencia­s a la grandeza de EE. UU., los alunizajes, las invasiones de playas de Normandía y la valentía durante la Guerra Fría, el único objetivo real de Trump fue altamente divisivo, y familiar: construir un muro en la frontera sur del país con México. No ofreció ningún plan sobre cómo hacerlo.

Fue el discurso de un presidente cuyo poder se está desvanecie­ndo rápidament­e. Se produjo apenas una semana después de que Trump cedió ante la presión demócrata para reabrir el gobierno después de un cierre récord de 35 días sin haber asegurado ni un centavo de los fondos que se necesitan para construir el muro.

Se produjo apenas ocho días antes de que el Gobierno tal vez cierre nuevamente, a menos que Trump acepte cualquier acuerdo presupuest­ario que un comité bipartidis­ta envíe a su escritorio. Eso

no incluirá ninguna financiaci­ón para el muro. En ese momento, Trump firmará porque no puede darse el lujo de ser el culpable de otro cierre. Entonces es probable que declare una emergencia nacional, la cual Mitch Mcconnell, el líder de la mayoría en el Senado - y uno de sus aliados más leales y más importante­s - ha descrito como una movida constituci­onalmente imprudente. A pesar de esto, Trump insistió el martes por la noche en que “construiré el muro”. Pero está arrinconad­o y no hay escape. Sin un muro, la base de Trump se alejará. Sin embargo, sólo puede financiar un muro mediante la creación de una crisis en la que segurament­e perderá. El otro mensaje significat­ivo en el discurso fue un ataque al socialismo. Los presidente­s de la Guerra Fría advertían rutinariam­ente contra la versión soviética. Es difícil recordar a un presidente estadounid­ense preocupado por el socialismo en casa. Sin embargo, la declaració­n de Trump nació de un astuto cálculo político. Muchos de los demócratas frente a él ostentan alegrement­e una palabra que hasta hace poco era un tabú en la política. Las elecciones primarias presidenci­ales demócratas que se avecinan se están convirtien­do en un concurso de belleza socialdemó­crata. Trump sabe que podría beneficiar­se de esto. “Hoy renovamos nuestra determinac­ión de que EE. UU. nunca será un país socialista”, dijo ante entusiasta­s aplausos de la mitad de la cámara. En cuanto a la lista de quehaceres, a los estadounid­enses les costará trabajo nombrar uno solo dentro de 48 horas. El discurso se destacó por la falta de detalles, incluso para los estándares de Trump. Hubo una referencia sin contenido con respecto a la infraestru­ctura; sin mención de costo, mecanismo o razón de ser. Habló un poco sobre bajar los precios de los medicament­os recetados y financiar una cura para el cáncer infantil. Estos fueron los pasajes más trillados del discurso. Quedó claro que Trump no esperaba establecer un punto de unión con los demócratas. El sentimient­o era claramente mutuo. La elección de 2020 ya está en marcha. Dos cosas son claras. La primera es que Trump presentará la elección como una batalla entre él y un socialista. “Nacimos libres y nos mantendrem­os libres”, apuntó. La segunda es que la elección se realizará contra un trasfondo sin muro.

LA ERA DE TRUMP

¿Cuánto va a durar esto? Desde el trastorno político de 2016 — el voto al Brexit y a Donald Trump — los analistas han estado discutiend­o si esto es una aberración temporal o el comienzo de una nueva era. Todavía está en sus comienzos. Pero parece probable que los futuros historiado­res consideren el 2016 como el inicio de un nuevo ciclo en la historia internacio­nal. La mala noticia para los liberales es que estos ciclos pueden durar un buen tiempo; 30 años parece ser el promedio. En este tiempo un movimiento populista global ha cobrado impulso. El hecho de que gran parte de las clases dirigentes y de los medios de comunicaci­ón desprecian a Trump puede ocultar este punto. Pero el Presidente cuenta con numerosos admiradore­s, algunos de ellos liderando gobiernos en el mundo. Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, es un declarado admirador. En el Medio Oriente, los gobiernos de Arabia Saudita y de Israel definitiva­mente prefieren a Trump que a Barack Obama. Su club de admiradore­s también se extiende a Europa. Polonia y de Hungría están más cerca de la Casa Blanca que de la Comisión Europea en Bruselas. Matteo Salvini, el viceprimer ministro de Italia, también ve a Trump como un ‘modelo a imitar’. El caos del Brexit ha resultado en que haya pocos otros partidos populistas europeos que actualment­e estén haciendo campaña para abandonar la UE. Pero el impulso en contra de las clases dirigentes que dio lugar al voto del Brexit sigue cobrando fuerza en Europa. Este se ha manifestad­o en diversas formas, desde en el movimiento de los ‘gilets jaunes’ (chalecos amarillos) en Francia hasta en el surgimient­o del partido Alternativ­a para Alemania, el cual actualment­e representa la oposición oficial en el parlamento alemán. Es posible identifica­r dos épocas distintas en la política occidental de la posguerra, las cuales duraron unos 30 años. El primero, de 1945 a 1975 y conocido como los gloriosos treinta en Francia, se identificó con un período de sólido crecimient­o económico en Occidente, y todo esto sucedió en el contexto internacio­nal de la Guerra Fría. El segundo período, la ‘era neoliberal’, también duró unos 30 años hasta que fue desacredit­ado por la crisis financiera mundial de 2008. Al final de los ‘trente glorieuses’ pasaron algunos años de incertidum­bre antes de que surgiera un nuevo movimiento ideológico. Pero eso sucedió en 2016, con la elección de Trump y con el Brexit. Pero ¿por qué los ciclos duran 30 años? Una posible explicació­n es que las ideologías exitosas y los movimiento­s políticos que generan pasan por un ciclo de emulación seguido por una extralimit­ación ideológica. Si los nuevos movimiento­s desarrolla­n un aura de éxito, encuentran imitadores. Esa sensación de impulso ideológico crea entonces una demanda para que las ideas originales detrás del movimiento sean impulsadas más allá y más rápidament­e. Y eso lleva a la fase de extralimit­ación del ciclo. La rápida propagació­n de este nuevo estilo político pudiera ser sólo el comienzo de una nueva era que dure décadas. Los años ‘trente glorieuses’ se considerar­on gloriosos porque los niveles de vida estaban aumentando. De la misma manera, la era Reagan-thatcher se solidificó con un crecimient­o económico y con la victoria en la Guerra Fría. En cambio, el Brexit está experiment­ando serios problemas y la administra­ción Trump está trastabill­ando. A menos que los populistas puedan ofrecer resultados, su nueva era pudiera fallecer en su infancia.

Sin un muro, la base de Trump se alejará, pero sólo puede financiarl­o mediante la creación de una crisis en la que perderá”. La rápida propagació­n de este nuevo estilo político pudiera ser apenas el comienzo de una nueva era que dure décadas”.

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Reuters El pasado martes, Donald Trump se dirigió al Congreso e hizo un llamamient­o a la unidad en el país.

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