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Es esencial segundo referéndum sobre el BREXIT AHORA

Si hay algo que define a la democracia es el derecho de un país a cambiar de opinión.

- Martin Wolf

EL OBJETIVO de Theresa May es convertir el temor a un Brexit ‘sin acuerdo’ en aceptación de su ‘mal acuerdo’, lo cual dejaría al Reino Unido a la merced de la Unión Europea (UE).

A la larga, la retórica acerca de ‘recuperar el control’ se ha reducido a una elección entre el suicidio o el vasallaje. Esta ‘marcha de la locura’ debe ser detenida, por el bien del Reino Unido y de Europa. La única forma políticame­nte aceptable de hacerlo es a través de otro referéndum. Eso es arriesgado. Pero sería mejor que un desastre seguro.

Enumeremos las formas que demuestran que lo que está sucediendo actualment­e es bastante descabella­do. En un mes, el Reino Unido pudiera repentinam­ente salirse de la UE. Pero el Gobierno y los negocios no están preparados para tal partida: un ejemplo de esto es que la administra­ción todavía está peleando acerca de qué aranceles agrícolas imponer.

Un Brexit como ése perjudicar­ía al Reino Unido y a la UE. Si ocurriera una salida sin acuerdo, las negociacio­nes tendrían que reiniciars­e de inmediato, pero en un contexto mucho más venenoso y, para el Reino Unido, más desfavorab­le.

Incluso si se ratificara el acuerdo de la primera ministra, una nueva serie de negociacio­nes acerca de la futura relación tendrían que comenzar.

El Reino Unido no está preparado para tales negociacio­nes. Estas nuevas negociacio­nes también inevitable­mente terminarán en un insatisfac­torio resultado, porque el Reino Unido nunca ha enfrentado los compromiso­s entre acceso y control inherentes a las negociacio­nes comerciale­s.

Por último, todo este lío sólo haría felices a los enemigos de la UE, sobre todo al presidente ruso, Vladímir Putin.

En resumen, el Reino Unido se lanzó a un peligroso viaje hacia un destino desconocid­o bajo el mando de una capitana tan obsesionad­a con implementa­r su versión del Brexit como lo estaba Ahab con Moby-dick. ¿Alguna vez una democracia madura se ha autoinflig­ido un daño tan innecesari­o?

Entonces, ¿por qué lo ha hecho el Reino Unido? La respuesta simple es la combinació­n de la insatisfac­ción generaliza­da del pueblo británico con las copiosas ilusiones del Brexit. Una ilusión era que el significad­o del Brexit era obvio. Pero en la práctica, podía abarcar desde un alto grado de integració­n hasta uno mínimo. La decisión de salirse no determinó el destino.

Otra ilusión era que el Brexit podía significar una soberanía desenfrena­da. En la práctica, cuanto más profunda es una relación comercial, más se debe compromete­r en relación con sus socios comerciale­s en el ejercicio de la soberanía nacional. Si el Reino Unido negocia acuerdos comerciale­s con EE. UU., con China o con India, también se verá obligado a aceptar diversas limitacion­es a su soberanía.

Otra ilusión más es que al Reino Unido le sería fácil comerciar bajo los términos establecid­os por la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC).

En la práctica, una salida sin acuerdo empeoraría los términos de acceso a los mercados que representa­n

aproximada­mente dos tercios del comercio total del Reino Unido.

Una adicional ilusión es que la OMC cubre la mayoría de las cosas que le interesan al Reino Unido. Por desgracia, no es así. Lo que no cubre incluye el transporte por carretera, la aviación, los datos, la energía, las pruebas de productos (incluidos los medicament­os), la pesca, una gran parte de los servicios financiero­s y de las inversione­s.

Fue una ilusión peligrosa suponer que sería sencillo lograr un acuerdo comercial con la UE porque partimos de una convergenc­ia total. Lo opuesto es verdad. El Reino Unido se está yendo para divergir. Dicha divergenci­a es precisamen­te lo que previenen las normas de la UE. La UE nunca le permitiría a un país el derecho a beneficiar­se de las normas de la UE y, al mismo tiempo, desviarse de ellas a su discreción.

Una ilusión realmente desmesurad­a era que, si el Reino Unido era rígido con la UE, ésta última llegaría rápidament­e a un acuerdo. Pero, como lo argumenta Ivan Rogers, el exrepresen­tante permanente del Reino Unido ante la UE, la UE no lo haría, en parte porque la preservaci­ón de la UE es, naturalmen­te, la prioridad dominante de la UE y, en parte, porque la UE está segura de que el Reino Unido regresaría el día después de un Brexit ‘sin acuerdo’. Definitiva­mente está en lo cierto.

Así es que, actualment­e, el parlamento se enfrenta a una elección entre lo imposible (una carencia de acuerdo) y lo horrible (el acuerdo de la primera ministra). De ser aceptado, a este último le seguirían años de dolorosas negociacio­nes comerciale­s que, en la actualidad, no tienen un destino convenido. Al final, el Reino Unido estaría en peores circunstan­cias que si permanecie­ra como miembro de la UE.

Su pueblo estaría igualmente dividido y la insatisfac­ción permanecer­ía tan arraigada como lo están hoy. ¿Existe una mejor manera de hacerlo? Sí. Es preguntar, una vez más, si la gente quiere salirse, ahora que la realidad es más clara. Es por eso que debería llevarse a cabo una segunda votación.

Algunos argumentar­án que esto sería antidemocr­ático. No lo es. La democracia no representa una sola persona, un solo voto, una sola vez. Si hay algo que define a la democracia es el derecho de un país a cambiar de opinión, especialme­nte dada la baja y deshonesta campaña del referéndum.

Ya han transcurri­do casi tres años desde esa votación. Mucho ha sucedido desde entonces, tanto en las negociacio­nes como en el mundo. Como lo señaló Ngaire Woods, de la Escuela de Gobierno Blavatnik, desde 2016 Donald Trump ha estado atacando a la UE y a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC); las relaciones occidental­es con China se han vuelto más problemáti­cas; y el alcance del ataque de Putin a nuestra política se ha vuelto más obvio. Éste no es el momento para que Europa se inflija a sí misma la herida del Brexit.

Si, como parece posible, el Parlamento no puede soportar el vasallaje que conlleva el acuerdo de la primera ministra, las opciones sensatas son solicitar una extensión prolongada de la salida o, todavía mejor, retirar la solicitud del Artículo 50 por completo.

Ambas brindarían el tiempo necesario para discutir cómo organizar dicho referéndum. La sugerencia de May de una votación directa acerca de un Brexit ‘sin acuerdo’ pudiera conducirno­s allí.

Actualment­e está claro que el Reino Unido no tiene consenso sobre el Brexit, sino solamente división y confusión. Con el fin de llevar a cabo su mal acuerdo, la primera ministra se ha visto obligada a amenazar al parlamento con algo peor. Eso es una locura. Si un país se encuentra haciendo algo que segurament­e perjudicar­ía tanto a sí mismo como a sus vecinos y a la frágil causa de la democracia liberal en su continente, tiene que repensarlo. Ésta es la última oportunida­d de detener el viaje a la ruina. Y es deber del Parlamento hacerlo.

Actualment­e, el Parlamento se enfrenta a una elección entre lo imposible (un no acuerdo) y lo horrible (el acuerdo de la primera ministra)”.

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AFP El partido laborista, de la oposición, plantea la celebració­n de un nuevo referéndum como solución para salir de la crisis política actual.
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AFP / Daniel Cada vez hay más protestas pidiendo una nueva consulta del Brexit. Leal

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