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Trump se inclina a ceder en la guerra comercial con China

- Edward Luce

YA HEMOS visto este drama antes. El presidente Donald Trump siente un fuerte impulso: retirar las tropas estadounid­enses de Siria o declarar una emergencia en la frontera con México. De mala gana se somete a los consejos que le advierten lo contrario antes de perder la paciencia. Finalmente hace lo que siempre quería hacer: confía en sus instintos sobre los consejos de quienes lo rodean. Eso es lo que está sucediendo ahora en China.

Trump quiere un acuerdo comercial que estimule los mercados de valores. Sus asesores quieren mantenerse firmes en las negociacio­nes con el líder chino Xi Jinping, incluso a costa del crecimient­o a corto plazo de EE. UU. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que Trump los ignore. La pregunta es cuánto se desprestig­iará EE. UU. cuando lo haga.

La respuesta es mucho. Trump ha prometido la luna y las estrellas en la guerra comercial con China, pero parece estar dispuesto a aceptar un pequeño meteorito. El objetivo final del mandatario fue reducir el superávit de China con EE. UU., que se encamina por primera vez a superar los US$400.000 millones este año. El objetivo de su administra­ción era forzar a China a acordar igualdad de condicione­s en el campo de la tecnología. Los dos objetivos son muy diferentes.

Trump quiere titulares que le permitan jactarse a corto plazo. La administra­ción - y el consenso global - quiere garantizar que China realice cambios estructura­les profundos en su sistema.

Trump tiene poco interés en la paciente tarea de negociar cambios, buenos o malos, que no aparezcan en su radar electoral. El resultado es una profunda división dentro de su administra­ción. La principal víctima es Robert Lighthizer, el representa­nte comercial de EE. UU., cuya misión en la vida es hacer que China cambie de rumbo. Lighthizer ha olvidado más sobre el comercio que lo que Trump sabrá jamás. Ahora están ventilando sus desacuerdo­s en público.

La semana pasada, Lighthizer corrigió públicamen­te la definición de memorándum de entendimie­nto de Trump, que el Presidente había dicho que no era un acuerdo comercial vinculante. El mandatario había confundido un memorándum de entendimie­nto en el sector de los bienes raíces con su significad­o en el sector del comercio. El miércoles, Lighthizer subió aún más las apuestas. Le dijo al congreso que EE. UU. sólo aceptaría un acuerdo comercial con China que fuera profundo, estructura­l y ejecutable. De lo contrario, no habría trato. “No se vayan por la solución de la soja”, dijo. Pero eso es exactament­e lo que está buscando Trump: que China acceda a comprar más soja estadounid­ense, y otros productos básicos.

Esto aliviaría el sufrimient­o de los agricultor­es estadounid­enses en los estados pendulares del medio oeste. También reduciría el déficit comercial estadounid­ense, aunque temporalme­nte.

¿Qué enfoque probableme­nte prevalecer­á? En última instancia, Trump siempre gana, aunque Estados Unidos pierda. La reacción del mercado de valores después del testimonio de Lighthizer aumentó las posibilida­des de que Trump pierda la paciencia nuevamente.

Los precios de las acciones cayeron bruscament­e en el momento en que Lighthizer comenzó a hablar. Es posible que lo que Trump acuerde con Xi cuando se reúnan en Mar-a-lago en marzo sea sólo una tregua a corto plazo. China tiene un historial impecable en cuanto a incumplir sus acuerdos. Trump habrá cedido un momento de fuerte apalancami­ento. Otros pocos años de transferen­cia de tecnología forzada podrían permitirle a China tomar el liderazgo en la carrera por el dominio de la inteligenc­ia artificial.

Otras dos consecuenc­ias son evidentes. La primera es que el Trump les ha abierto el espacio a los demócratas para que digan que está siendo débil con China. Como fue elegido en parte por su dura retórica contra China, el estadounid­ense ha convertido el tema en un consenso bipartidis­ta. La segunda es que la credibilid­ad de Trump como negociador se hundiría como nunca antes. Esos límites ya se han puesto a prueba esta semana en su fracasada cumbre sobre el desarme nuclear con Kim Jong-un, el presidente de Corea del Norte.

Trump quiere titulares que le permitan jactarse. La administra­ción quiere garantizar que China realice cambios estructura­les en su sistema”.

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AFP Donald Trump se reuniría pronto con Xi Jinping en su residencia de Miami para firmar el acuerdo.

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