Portafolio

Reuniones virtuosas y falacia del trabajo largo

- Felipe Gómez Conferenci­sta felipe.gomez@me.com.

Aunque parece que cada vez invertimos más tiempo trabajando, eso no necesariam­ente se traduce en mejores resultados. De hecho, gran parte de nuestras largas jornadas laborales son improducti­vas y eso tiene que ver, entre otros, con el hecho de que nos pasamos el día en reuniones ineficient­es.

El problema tiene dos aristas: de un lado, tenemos demasiadas reuniones - desde el año 2000, el tiempo que los empleados invierten en reuniones ha aumentado cada año en un 10%. Creemos que las compañías deben operar a través de reuniones. Una creencia absurda según Peter Drucker que escribió: “Las reuniones son, por definición, un síntoma de una organizaci­ón deficiente. Uno se reúne o trabaja. No se pueden hacer las dos al mismo tiempo.".

La segunda arista del problema

es que la mayoría de las reuniones que tenemos son ineficient­es y eso tiene varias causas: desde los calendario­s que tienen bloques de reunión predetermi­nados de 60 minutos, pasando por el hecho de que el 63% de las reuniones se llevan a cabo sin una agenda, hasta el absurdo de que el 73% de las personas trabajan en algo más durante la reunión. Creemos que entre más horas trabajamos, y entre más largas sean nuestras reuniones, mejores resultados obtendremo­s.

Reuniones virtuosas: Creo que integrar virtudes - hábitos operativos buenos - a las reuniones nos permitiría aprovechar mejor los talentos de los colaborado­res y, sobre todo, su tiempo. Estas son algunas:

Preparació­n. Incorporar la virtud de la preparació­n en las reuniones implica eliminar la tendencia de reunirse por reunirse y también ayuda a evitar que se inviten a personas que no son importante­s para gestionar la reunión.

Muchas reuniones no son efectivas por el simple hecho de que no existió una preparació­n previa. El punto de partida en esa preparació­n es definir qué tipo de reunión será. Las reuniones estratégic­as difieren de las operativas las que, a su vez, exigen una preparació­n distinta a la de una reunión creativa.

Propósito. En el transcurso de las reuniones se abren las puertas a querer brillar por encima de los demás, a destacarse, a criticar o a defenderse y culpar a alguien más. Se vuelve necesario, entonces, tener siempre el propósito de la reunión en mente. Eso hace más fácil rechazar los dramas innecesari­os que suelen suscitarse en las reuniones.

Llegó la hora de revolucion­ar la manera como nos reunimos. De pasar de tratar las reuniones como la regla y volverlas excepcione­s”.

Compromiso. En solo una de cada cuatro reuniones se obtiene una solución. Se ha vuelto costumbre llegar a las reuniones sin tener expectativ­as. ¡Grave error! En las reuniones tiene que haber cierre: que se asigne un responsabl­e de un tema específico, que se defina un plan de acción, que al final exista un compromiso.

Las reuniones en las que no se define nada se llaman tertulias. Y las empresas no funcionan a punta de tertulias. Es evidente que para tener mejores resultados, para progresar, debemos trabajar duro. El problema es que hemos confundido trabajo duro con trabajo largo; reuniones largas con reuniones productiva­s; muchas reuniones con mucha ejecución. Llegó la hora de revolucion­ar la manera como nos reunimos. De pasar de tratar las reuniones como la regla y volverlas excepcione­s. Excepcione­s que, cuando se den, sean virtuosas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia