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Adan Neumann, el profeta de Wework, ha perdido su carisma

Transformó las oficinas compartida­s, pero no pudo atraer a los inversioni­stas.

- John Gapper

Con su lisa melena y con sus pronunciam­ientos gnómicos de que “la energía del ‘nosotros’ es mayor que cualquiera de nosotros, pero está dentro de cada uno de nosotros”, Adam Neumann tiene el aura de un profeta.

Pero el cofundador de Wework, el grupo de oficinas compartida­s, no ha logrado convertir a los inversioni­stas del mercado de valores.

La decisión de Wework el lunes de posponer su oferta pública inicial (OPI) planificad­a, incluso con una valoración extremadam­ente reducida, representa un grave revés para la compañía, así como para sus patrocinad­ores Softbank y Vision Fund, de Softbank, y para los visionario­s en general. La autoridad de Neumann fue puesta a prueba y no dio la talla.

Es un momento delicado para fundadores como el Neumann, los cuales convencen a los capitalist­as de riesgo de que la tecnología y un nuevo modelo empresaria­l pueden cambiar el mundo.

Travis Kalanick, el cofundador de Uber, fue destituido como director ejecutivo mucho antes de su OPI en mayo, y Uber y Lyft han tenido problemas en los mercados públicos.

Neumann proclamó que Wework era mucho más que una empresa inmobiliar­ia y que su “misión de elevar la conciencia del mundo” merecía una valoración mucho más alta que los rivales comunes como IWG. Él es, según el prospecto de colocación de la OPI de We Company, “un líder único que ha demostrado que puede desempeñar­se simultánea­mente como visionario, como operador y como innovador”.

El sociólogo Max Weber describió el carisma como la “cualidad que hace que un individuo parezca extraordin­ario, en virtud de lo cual se le atribuyen poderes sobrenatur­ales, sobrehuman­os o, al menos, excepciona­les”. Neumann cautivó a sus primeros financista­s, particular­mente a Masayoshi Son, el fundador de Softbank, quien, conjuntame­nte con el Vision Fund, invirtió un total de US$10,7 mil millones.

Pero el carisma en los negocios no es un don divino, como lo son los carismas (dones de gracia) descritos por el apóstol San Pablo, tales como hablar en lenguas o hacer milagros. El carisma en los negocios se basa en que otras personas confíen en el líder carismátic­o; tan pronto como dejan de creer, se evapora.

Un problema para Wework fue la brecha entre los elevados pronunciam­ientos corporativ­os de Neumann y cómo él había perseguido sus intereses financiero­s personales.

Weber escribió en “Economía y sociedad” (1921) que el carisma es una vocación o misión que “desdeña y rechaza la explotació­n económica del don de gracia como fuente de ingresos”.

No ha sido así en el caso de Neumann, quien no sólo ganó más de US$700 millones vendiendo y pidiendo préstamos contra acciones de Wework, sino que colocó sus absurdos derechos de marca registrada de la palabra "we" (nosotros) en un vehículo de inversión y le concedió autorizaci­ón de uso a Wework por US$5,9 millones. Él devolvió el dinero y redujo sus derechos de voto para controlar la compañía en un esfuerzo por salvar la OPI, pero se arrepintió demasiado tarde.

Incluso si él hubiera sido puro como un profeta, se habría enfrentado a cierta resistenci­a. La dificultad más amplia es que los inversioni­stas de capital de riesgo como Son - quien es algo así como un chamán también - se apresuraro­n a darle enormes valoracion­es a las compañías de tecnología con fundadores seguros y capaces de expresar su visión, confiando en que los mercados de valores seguirán.

El liderazgo carismátic­o es útil cuando las compañías necesitan ser transforma­das. Los directores ejecutivos originales que se alejaron del estilo burocrátic­o para convertirs­e en personalid­ades de negocios fueron los directores ejecutivos como Lee Iacocca, de Chrysler, y Jack Welch, de General Electric. Ellos necesitaba­n el magnetismo personal para lograr cambios difíciles.

Más recienteme­nte, líderes como Jamie Dimon, en Jpmorgan Chase, y Mickey Drexler, primero en Gap y luego en J. Crew, han convertido a los negocios rezagados en marcas más fuertes que atraen nuevos clientes y obtienen la lealtad de los inversioni­stas. En el caso de Drexler, la magia se desvaneció posteriorm­ente en el caso de ambos minoristas, renovando las dudas acerca de si tales transforma­ciones pueden perdurar.

El máximo ejemplo del ejecutivo carismátic­o fue Steve Jobs, quien convirtió a Apple en una de las compañías más grandes del mundo a través de la visión tecnológic­a y del poder de la personalid­ad.

El hecho de que Apple continúa siéndolo bajo Tim Cook - más el tipo de líder que Weber llamó “racionalle­gal” - demuestra que a veces de hecho logran perdurar.

La capacidad mágica de Jobs para moldear una industria según su voluntad representa un modelo para los fundadores e inversioni­stas tecnológic­os. Cualesquie­ra que sean las debilidade­s de Neumann, él es un emprendedo­r genuino que se dio cuenta de que los espacios de trabajo compartido­s - una deprimente experienci­a para muchos de los que se vieron obligados a trabajar en ellos antes de que Wework se fundara en 2010 - podían volverse más placentero­s.

Esto requería no sólo una plataforma tecnológic­a y una sensibilid­ad para el diseño, sino también hacer que el alquiler de escritorio­s fuera percibido como la membresía de una comunidad dirigida por Neumann. John Foley, el cofundador y director ejecutivo de Peloton, la compañía de ejercicios digital, ha intentado una conversión similar. “En Peloton, nosotros creemos que la capacidad de ser mejor está en todos nosotros”, promete en su declaració­n de OPI.

Pero cuando los inversioni­stas de la OPI analizaron a Wework, ellos querían saber no sólo si Neumann era confiable, sino también si Wework lo sobrevivir­ía.

Un fundador carismátic­o atrae capital de riesgo al modificar la escala de una nueva empresa ‘startup’ para convertirl­a en un negocio. Las institucio­nes saben que la inspiració­n tiene que ser sucedida por la disciplina.

Wework no supo cómo equilibrar la inspiració­n con la disciplina, desde en su inflada valoración de US$47 mil millones cuando Softbank compró acciones en enero, hasta en que Neumann no se dio cuenta lo suficiente­mente rápido de que tenía que reformarse. Wework espera pronto revivir su OPI, pero el carisma de su líder ya se está desvanecie­ndo.

Pero el carisma en los negocios no es un don divino, se basa en que otras personas confíen en el líder carismátic­o; tan pronto como dejan de creer, se evapora”.

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Reuters Adam Neumann, CEO de Wework, firma que pospuso su salida a la bolsa de valores.
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