Un freno a la infraestructura
De no avanzar en la adjudicación de obras emblemáticas y en la entrada en operación de otras, la competitividad del país seguiría rezagada, lo que frenaría el dinamismo económico de Colombia.
Aunque el balance de obras relevantes para la infraestructura vial ha sido positivo en lo corrido del 2019, en gran medida porque se han logrado ‘destrabar’ las vías de cuarta generación (4G) –de 29 proyectos, 22 ya tienen cierre financiero–, aún hay obras de importante envergadura que, de no adelantarse en el 2020, harían que el país siga rezagado en competitividad y, por tanto, afectarían a la economía.
De acuerdo con la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI), entre los grandes temas que continúan en la agenda y en los que se debe avanzar está la definición de la puesta en marcha de Hidroituango, la culminación del túnel de La Línea, la reconstrucción del puente de Chirajara, en el Meta, el inicio de la operación de Puente Hisgaura, la navegabilidad del río Magdalena o la ampliación y finalización de aeropuertos, entre otros.
Además de los ya mencionados, los trabajos de la primera línea del metro de Bogotá, que logró ser adjudicada, y el sistema de tren de cercanías (Regiotram), que está en proceso de ser asignado, son proyectos a los que la nación no le debe quitar los ojos de encima por la cantidad de recursos que allí se comprometen.
Teniendo en cuenta que entre los riesgos que podrían aparecerse en el camino –y nublar el panorama en obras tan emblemáticas y necesarias para el país– está la corrupción, el Gobierno debe brindar las garantías necesarias para que los dineros allí invertidos no se terminen perdiendo, afectando así la inversión en otros rubros.
Otro de los peligros es que solo se avance en la construcción de las mega autopistas, pero se dejen sin atender las vías terciarias o secundarias, cuyomobjetivo es conectar a los municipios con las veredas.
De acuerdo con Juan Esteban Gil, director de Invías, Colombia cuenta con 142.000 kilómetros de rutas terciarias, de las cuales solo 5.000 están pavimentados, es decir que apenas el 4% estaría en buen estado.
De no avanzar en esta materia o priorizar dichos trabajos, la interconexión vial entre las áreas rurales seguiría rezagada.
Lo anterior, entre otros temas, dificulta las actividades agrícolas y turísticas de esa zona que, durante años, también se ha visto afectada por el conflicto armado. Esto, además, acentuaría las desigualdades en el campo colombiano y no permitiría que este avance en el desarrollo social y económico.
El Gobierno debe brindar las garantías necesarias para que los dineros allí invertidos no se terminen perdiendo, afectando así la inversión en otros rubros.